Guerra en el este de Europa

El noveno ataque ruso del mes contra Kiev se estrella contra los cielos blindados de Ucrania

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Un bombero trabaja en un área de estacionamiento de vehículos dañada por restos de misiles rusos, en medio del ataque de Rusia a Ucrania, en Kiev.

Un bombero trabaja en un área de estacionamiento de vehículos dañada por restos de misiles rusos, en medio del ataque de Rusia a Ucrania, en Kiev. / REUTERS

Ricardo Mir de Francia

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Las tropas rusas están perdiendo terreno en Bajmut. Los ingresos del Kremlin por la exportación de combustibles fósiles cayeron un 50% en el primer trimestre del año. Y un nuevo sabotaje en la Crimea anexionada por Vladímir Putin hizo descarrilar un tren que transportaba cereales. No corren buenos tiempos para la "operación militar especial" en Ucrania, ni en el frente ni en la retaguardia, donde las furibundas invectivas del jefe de Wagner contra los generales "que apestan a perfume caro" siguen sacando los colores a la jerarquía castrense y ahondando las fisuras entre las distintas facciones del poder en Moscú. A todos esos problemas, habría que sumarle uno nuevo: las crecientes dificultades de los misiles rusos para perforar los cielos ucranianos, cada vez más blindados por las defensas antiaéreas de sus aliados occidentales.

Lo sucedido esta misma semana se antoja paradigmático. La madrugada del miércoles al jueves Rusia volvió a lanzar una oleada de misiles de crucero contra varios puntos del país, principalmente Kiev, bombardeada por novena vez desde que comenzara el mes, lo que equivale a una ronda de estragos cada dos días. "Continúan los ataques sobre Kiev, sin precedentes en su potencia, intensidad y variedad", afirmó Serhii Popko, responsable de la Administración civil y militar de la capital. En la ciudad portuaria de Odesa, situada en el sur, a orillas del mar Negro y raramente atacada, una persona murió después de que un misil impactara en una instalación industrial. 

Pero de ser cierta la versión ucraniana, fue el único que consiguió burlar las defensas antiaéreas del país. De la treintena de misiles lanzados 29 fueron interceptados en el aire, lo que no impidió que parte de un edificio de oficinas se incendiara en la capital al recibir el impacto de los restos de un proyectil. Kiev ya cuenta con las baterías antimisiles Patriot entregadas por EEUU, el sistema más efectivo y sofisticado de los que ha recibido en los últimos meses, que estaría sirviendo para cambiar las reglas del juego. Este mismo martes esas baterías lograron neutralizar seis misiles supersónicos Kinzhal, según fuentes ucranianas y estadounidenses citadas por 'The New York Times'. Los Kinzhal viajan varias veces más rápido que la velocidad del sonido y, cuando Putin los presentó en sociedad, clamó que eran imposibles de interceptar. En ese mismo ataque resultó dañada al menos una de las baterías Patriot, aunque no destruida, según las mismas fuentes.

Retroceso en el frente de Bajmut

"Lugares simbólicos de Kiev sirven de objetivo a los ataques rusos con misiles. El Kremlin necesita estos ataques carísimos y sin sentido sobre la capital para elevar el grado de histeria patriótica en el país", dijo en las redes sociales el secretario de Seguridad Nacional ucraniano, Oleksiy Daanilov. "La desesperación y la decepción en Rusia con las autoridades está tomando forma ante el fracaso de su ofensiva y los fallos en el frente". En Bajmut, sede de la batalla más larga de esta guerra, los militares rusos siguen reculando. Yevgeny Priogozhin, el jefe de la milicia paramilitar Wagner, que lleva semanas fustigando a los comandantes rusos por la falta de apoyo a sus milicias y las carencias de munición, dijo este jueves que las tropas regulares del Kremlin habían retrocedido medio kilómetro en el flanco este de la ciudad, dejando expuestos a sus paramilitares. 

Y aunque mucho se habla de la próxima contraofensiva ucraniana, nada se sabe de los planes ofensivos del Kremlin. La OTAN advirtió en febrero de que Moscú preparaba una nueva operación para tratar de ganar territorio, dado que no controla al completo ninguna de las cuatro regiones que ocupa en Ucrania. Pero ese embate ni está ni se le espera a corto plazo. Todo lo contrario. En los últimos meses las tropas rusas se han dedicado a atrincherarse en el sur y el este levantando 800 kilómetros de líneas defensivas, una señal de que el mando ruso se conformaría por el momento con no ceder más territorio en los meses cruciales que se avecinan. 

Mediador chino en Kiev

Con todas las miradas puestas en los próximos pasos de los militares de Kiev, una delegación china se marchó de la capital ucraniana con las manos vacías tras dos días de reuniones con Volodímir Zelenski y su equipo para tratar de activar un proceso de negociación para frenar el conflicto. "No hay ninguna panacea para resolver la crisis", reconoció la cancillería china al término de la visita de su enviado especial a la región, Li Hui. 

Sin un horizonte visible para cerrar la guerra, el ministro de Finanzas ruso, Anton Siluanov, reconoció que su país empieza a tener "problemas" con los ingresos por la venta de petróleo y gas. Si bien sus exportaciones de crudo alcanzaron en abril sus niveles más altos desde el inicio de la invasión, los ingresos se desplomaron un 50% durante el primer trimestre del año, un revés importante para las arcas públicas que Siluanov achacó a los descuentos aplicados por los productores rusos para circunvalar las sanciones occidentales a su sector energético.