Planes de futuro

La autonomía estratégica de la UE en tres frentes

Bruselas planea incrementar la autosuficiencia del bloque comunitario ante los retos militares, energéticos y tecnológicos que enfrenta

El alto representante de Exteriores de la UE, Josep Borrell, durante una intervención en el Parlamento Europeo.

El alto representante de Exteriores de la UE, Josep Borrell, durante una intervención en el Parlamento Europeo. / ERIC VIDAL / PARLAMENTO EUROPEO / DPA

Silvia Martinez

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El concepto de la autonomía estratégica se refiere a la capacidad de la Unión Europea de actuar de forma autónoma frente a otros países en áreas clave o, en palabras del jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, "ayudar a los europeos a tomar las riendas de su propio destino en un mundo cada vez más hostil". El término fue acuñado inicialmente en relación a la industria de la defensa europea, pero las diferentes crisis a raíz de la pandemia del covid han llevado a que se utilice también en ámbitos como la energía, la tecnología y el abastecimiento de suministros clave por pura "supervivencia política".

Defensa autónoma pero bajo la OTAN

Los llamamientos a una mayor autonomía en seguridad y defensa llevan décadas sobre la mesa pero la primera vez en la que se recogió el concepto en un documento fue a finales de 2013. Aún así, no fue hasta la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, su política del 'America First' y sus continuas arengas a los países europeos para aumentar el gasto en Defensa cuando la idea de impulsar una mayor soberanía e independencia empezó a germinar con más fuerza.

Pese a las reticencias de los países más atlantistas del bloque, que ven en la Alianza Atlántica la piedra angular de la defensa, la idea se terminó concretando a finales de noviembre en la 'brújula estratégica', el plan europeo de seguridad y de defensa para los próximos 10 años diseñado por el equipo de Borrell, que contempla la creación de una fuerza europea de 5.000 soldados, más ejercicios periódicos para reforzar la asistencia mutua en caso de agresión y más incentivos para fomentar las inversiones en proyectos de compra conjuntos.

La guerra de Rusia en Ucrania también ha llevado a los Veintisiete a comprometerse a aumentar el gasto en Defensa y pisar el acelerador en planes como las compras conjuntas de munición, claves seguir enviando a Ucrania los proyectiles que necesita. Por ejemplo, 24 países, incluida España, han firmado un proyecto de colaboración a siete años coordinado por la Agencia Europea de Defensa para acelerar la compra de munición. Sin embargo, la OTAN es y seguirá siendo la piedra angular de la defensa colectiva.

Independencia energética

Hasta que Rusia invadió Ucrania el pasado 24 de febrero de 2022 la necesidad de reducir la dependencia energética e impulsar una mayor autonomía respecto a terceros países no se veía realmente como una urgencia. Los Veintisiete se habían comprometido a acelerar el despliegue de las energías renovables y reducir el consumo de combustibles fósiles para cumplir con el objetivo de llegar a la neutralidad climática en 2050, pero la presión era mínima y no había demasiados reparos en seguir comprando gas y petróleo a un socio como Vladimir Putin. Con la invasión y el shock posterior en los mercados internacionales de la energía, que dispararon los precios del gas --y de la electricidad-- a niveles estratosféricos, los gobiernos han pisado el acelerador para ganar autonomía también en este terreno o al menos diversificar las fuentes de suministro para independizarse del gas y petróleo ruso.

Cadenas de suministro más autónomas

No fue la guerra de Rusia la que obligó a replantearse el abastecimiento en las cadenas de suministro y el futuro de la industria europea sino la pandemia de covid y leyes como la Inflation Reduction Act (IRA) lanzada por Joe Biden, que prevé 369.000 millones en ayudas al desarrollo de tecnologías limpias en Estados Unidos. De repente, los gobiernos europeos se dieron cuenta que la falta de suministros o de materias primas indispensables obligaban a cerrar cadenas de producción enteras y que la posibilidad de que industrias punteras cruzaran el charco y optaran por desarrollarse al otro lado del Atlántico era muy real. El resultado han sido sendas propuestas para desarrollar la autonomía estratégica europea también en este terreno con el objetivo de que la UE sea capaz de extraer en el Viejo Continente el 10% de las materias primas que se consuman en 2030 y que "al menos el 40% de las tecnologías limpias que se utilicen para 2030 sean de fabricación propia".

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