Expresidente ruso

Dmitri Medvedev, de posible líder del cambio en Rusia a uno más del bloque de Putin | Perfil

Actualmente ostenta el cargo de vicepresidente del Consejo de Seguridad, desde el que critica abiertamente y sin pelos en la lengua a Occidente

Un vendedor muestra unas muñecas rusas ('matrioshkas') decoradas con retratos de Medvedev y Putin, en San Petersburgo en mayo de 2008.

Un vendedor muestra unas muñecas rusas ('matrioshkas') decoradas con retratos de Medvedev y Putin, en San Petersburgo en mayo de 2008. / ANATOLY MALTSEV / EFE

Àlex Bustos

Àlex Bustos

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Rusia ha tenido tan solo un puñado presidentes en su historia. Dmitri Medvedev es uno de los pocos que tienen ese honor, y el único que ha ostentado el cargo después de Vladímir Putin. Cuando ganó las presidenciales de 2008 con Rusia Unida, el partido oficialista, parecía aire fresco para un país acostumbrado al autoritarismo, ya que se definía como "liberal y demócrata". Sin embargo, esa etapa al frente del país la hizo de la mano del mismo Putin, que fue el primer ministro durante toda su era presidencial.

Llegó al poder sin haber pertenecido a los servicios secretos como su predecesor y con un plan de modernización del país debajo del brazo, principalmente para que este dependiera menos de los hidrocarburos, la gallina de los huevos de oro del país. Sin embargo, había que tener en cuenta que Putin quería que la transición al nuevo presidente fuera suave, pero quería que su sucesor no fuera alguien muy diferente a él en las cuestiones importantes del país. Mientras Medvedev ocupaba la presidencia y el actual presidente fue el primer ministro, a este dúo se le apodó el "tándem". Putin aparentaba ser más duro y frío, en cambio Medvedev en público se mostraba más abierto e incluso se abría cuentas en redes sociales. Actualmente las utiliza para lanzar dardos contra Occidente. En uno de sus últimos mensajes defendía abiertamente en inglés por qué Ucrania no debería existir. Según él, "nadie necesita" a este país.

Un nuevo líder para mantener el mismo rumbo

Mientras ocupó la presidencia del país fue el símbolo de "un nuevo comienzo", algo que simbolizó entre otros, el tratado de limitación de armas estratégicas New Start que firmó junto al presidente estadounidense de aquel momento, Barack Obama, así como las reuniones con la cancillera alemana, Angela Merkel.

Los experimentos de Medvedev respecto al rumbo de Rusia no fueron del agrado de su primer ministro, que lo criticó abiertamente en más de una ocasión. Como relata el periodista estadounidense Steven Lee Myers en su biografía de Putin, uno de los momentos más críticos para Medvedev fue la guerra de Georgia de 2008. Para el actual presidente, Medvedev actuó con "poca decisión", algo que le enfureció. Durante este conflicto, Tbilisi quiso recuperar el control de dos regiones rebeldes, Osetia del Sur y Abjasia, y Moscú acudió a apoyar a sus aliados de estos estados no reconocidos. En repetidas ocasiones el oficialismo ruso, entre ellos el mismo Medvedev, comparó al presidente georgiano, Mijáil Sakaashvili, con el dictador iraquí Saddam Hussein. Aunque formalmente durante su mandato quien tenía más poder era el presidente, Putin mantenía mucha influencia, hasta el punto que diplomáticos estadounidenses definieron a Medvedev como "el Robin del Batman de Putin".

Durante su mandato la economía rusa se tambaleó, en el marco de la crisis financiera global, algo que perjudicó a la popularidad del partido Rusia Unida y facilitó la aparición de algunas protestas y grupos opositores en 2011, entre ellos el de Alekséi Navalni, el Fondo Anti-Corrupción, tildado de organización extremista por las autoridades rusas. Con Putin ya hastiado, fue él quién aspiraría a las presidenciales de 2012, en las que ganó, con un 64,5% de los votos. La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa apuntó que en esos comicios la competencia estaba limitada por los requisitos para los candidatos, además de hablar de irregularidades durante la celebración de las mismas.

Después de la presidencia

El "tándem" no desapareció cuando Medvedev dejó el cargo de presidente. Putin le nombró primer ministro, un puesto que ostentó desde 2012 hasta 2020, cuando abandonó el Gobierno junto al resto de ministros para preparar el país para la reforma constitucional de ese mismo año. A lo largo de esos ocho años, fue cambiando su punto de vista en referencia a distintos temas, adoptando posiciones cada vez más autoritarias y abiertamente antioccidentales. Como primer ministro no fue especialmente popular. El Centro de Opinión Independiente Levada recoge que los rusos que le aprobaban eran menos que los que le suspendían. En 2018 ese porcentaje llegó hasta el 71%.

Aunque durante los primeros años contaba con cierto apoyo, paulatinamente lo fue perdiendo. Uno de los factores que impulsó esta caída fue el documental del equipo de Navalni 'He is not dimon to you', en el que se describen las múltiple propiedades inmobiliarias de Medvedev tanto en Rusia como en el extranjero.

Después de 2020, fue nombrado el vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, un cargo que mantiene a día de hoy. Desde el inicio de la ofensiva ha sido especialmente activo en redes sociales, donde además de criticar la mera existencia de Ucrania como país, también se ha mofado de las sanciones abiertamente y ha menospreciado la orden de la Corte Penal Internacional contra Putin.

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