Agua corriente

El amigo alienígena

Esta semana, la escritora Emma Riverola ficciona la reflexión de una 'millennial' sobre la reciente aparición de objetos voladores no identificados

GLOBO ALIEN

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Emma Riverola

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Esta vez, el naufragio no la va a pillar distraída. La suya es la generación del juguete perdido. Les mostraron un inmenso escaparate y les aseguraron que todo les pertenecería. ¡Qué bien lo vais a pasar! Su niñez transcurrió en pleno ‘España va bien’. Que si el éxito está en tus manos, que si vas a conseguir todo lo que te propongas, que si patatín y patatán. Y, al final, un buen patatal, eso es lo que han cosechado. La Gran Recesión la pilló justo en el último curso de Universidad. ¡Bingo! 

'Millennials', los llaman. Demasiado grandilocuente, piensa ella. Le recuerda a mileurista, aquello que sonó a miseria y, después, a lujo. Lo suyo ha sido un constante bregar por asomar la cabeza y, tan pronto creía poder descansar, un nuevo golpe en el cogote. Una herencia de utopías trituradas y libros de autoayuda en los anaqueles de las librerías. Si a eso se le suma el teletrabajo, ya se completa el dibujo: una generación de individuos rebuscando en su interior y sin sueños colectivos por compartir.  

Pero esto ya es demasiado. “No descartamos nada”, eso dijeron. ¿Están de broma? ¿Por qué el Pentágono no descartó en un primer momento que los objetos voladores derribados fueran de origen alienígena? Sí, claro, después rectificaron, pero ella ya anda angustiada. Una pandemia mundial, una guerra con amenaza nuclear y, ahora, ¿toca sufrir por una invasión extraterrestre?  

La culpa la tiene E.T., nunca le gustó. No es casualidad que la película se estrenara justo cuando nacieron los primeros 'millennials'. El bicho era emotivo, pero tenía algo de gafe. ¿Qué pedía insistentemente? Una casa y un teléfono. ¿Y qué dos elementos marcan la vida de los 'millennials'? La casa, más bien su ausencia. Y los móviles, siempre con la mirada pegada a sus pantallas.  

¿Otros mundos habitados?

Es imposible, seguro. El cielo debe estar plagado de chismes dedicados al control y espionaje, es solo que ahora han extremado la vigilancia. Será eso. Pero la imaginación no es como la cuenta corriente, y es capaz de desplegarse sin trabas ni vergüenza. No ha reflexionado en absoluto sobre la posibilidad de otros mundos habitados y se pregunta si debe incluirla en la larga lista de temas que le producen ansiedad. Por algo pertenece a la generación quemada: otra de las etiquetas que les han colocado. 

Por ejemplo, si las aptitudes de los alienígenas son consideradas inferiores a las de los terrícolas, ¿cómo nos comportaremos con ellos? ¿Les creeremos dignos de protección? ¿Implantaremos una nueva esclavitud al suponerlos extraños a la humanidad? ¿Esquilmaremos sus recursos? Tenemos una a larga tradición de explotación ajena. ¿De nuevo conquistas y colonias?  

Y si son superiores, ¿se comportarán como nosotros? Quizá ya han decidido qué territorios les interesan, qué materiales quieren sustraernos, incluso qué mano de obra necesitan. ¿Y si nos aniquilan a todos y ocupan el planeta? Claro que tampoco hay que caer en el derrotismo, quizá su superioridad también radica en la ética. Incluso podrían echarnos una manita con nuestros desastres particulares.  

¿Estamos preparados para aceptar a otros seres, una inteligencia no humana? Podría ser un mazazo al ego colectivo. De repente, todos los conocimientos universales puestos en revisión por unos seres que quizá han recorrido caminos diametralmente distintos. ¡Qué tambaleo de cimientos! Puede imaginar el vértigo y la humillación que supondría para tantos que habitan en las certezas absolutas. Sí, lo imagina perfectamente. De hecho, es así como ha vivido toda su vida adulta. Por algo es 'millennial'.  

Y por eso también se supone que es tolerante y sociable. Repasa la lista de los supuestos puntos fuertes de los 'millennials' (algo bueno tienen): acostumbrados a caer y volver a levantarse, facilidad de adaptación al cambio, nómadas digitales, aventureros… En realidad, criarse con la película no estuvo tan mal. “Estaré aquí mismo”, son las palabras de despedida del pequeño alienígena. Quién sabe, quizá han estado toda la vida preparándose para esto. La Generación E. T. Mira al cielo y sonríe. Hola, amigos. 

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