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La diplomacia petrolera rehabilita a Venezuela en el tablero mundial
Maduro, considerado hasta hace poco un paria internacional, recupera respetabilidad gracias a la invasión de Ucrania y a la necesidad de crudo
Abel Gilbert
Corresponsal en Buenos Aires
Especialista en América Latina y doctor en comunicación. Ha cubierto los principales acontecimientos políticos regionales durante las últimas dos décadas para El Periódico. Es autor de ocho libros, tres de ellos en colaboración, y se apresta a publicar otros dos.
El metro de Caracas se parece a una caricatura de las instalaciones que, en 1983, se inauguraron con la promesa de una Venezuela próspera, moderna y saudí. Los vagones están completamente deteriorados, son carcasas rodantes. Las escaleras mecánicas no funcionan. Días atrás, los usuarios del servicio debieron abandonar los vagones, por un corte de luz generalizado. Caminaron sobre los rieles y a tientas hasta la estación más próxima. Los infortunios en el metro no solo arrojan miradas melancólicas de aquellos que lo conocieron en su mejor momento.
El recuerdo es doblemente perturbador. En aquellos años 80, cuando todo parecía estar por hacerse -las apariencias eran entonces de un país entonces desigual en el que se cocinaban las convulsiones que dieron origen al chavismo- , Nicolás Maduro era un chófer de esos trenes. Apenas el sindicalista locuaz de un partido menor de izquierdas. Cuatro décadas más tarde, Maduro no solo es presidente: ya no se lo considera un paria internacional, la representación de todos los males terrenales. A los ojos del mundo ha resurgido como un interlocutor válido, incluso subrepticiamente para Estados Unidos, cuyo Gobierno ha otorgado una licencia que autoriza a la petrolera Chevron a reanudar operaciones limitadas de extracción de petróleo en Venezuela, un primer paso hacia un levantamiento pogresivo de las sanciones. La pirueta política que le ha extendido un manto de relativa respetabilidad ha sido fruto de una combinación de factores (la invasión rusa a Ucrania, con su efecto en la economía global, el giro progresista en Sudamérica y el rotundo fracaso opositor).
Derechos humanos y pobreza
Las denuncias de graves violaciones a los derechos humanos han quedado desde entonces como una incómoda nota en el pie de página. Lo mismo que el desastre migratorio o la extrema pobreza. Mientras, el exchofer conduce con mano férrea un país cuya estación final es incierta. El peligro de deriva está latente en un país que ha perdido el 75% de su PIB desde 2013 y cuya economía ha comenzado a recuperarse lentamente.
La pobreza ha pasado del 65,2% en 2021, al 50,5%, este año, aunque la desigualdad ha seguido haciendo estragos (un 10% de los venezolanos es 70 veces más rico que los más pobres). "La caída se detuvo por la dolarización de la economía y la liberación de los precios", dice el influyente economista Luis Vicente León, director de la consultora Datanálisis, en conversación telefónica. La inflación, que llegó al 130.060% hace cuatro años, sería en 2022 del 150%. "Los pasajeros del tren están felices porque no se estrellaron", añade con ironía, siguiendo la metáfora del metro.
A fines de enero de 2019, cuando Juan Guaidó se autoproclamó "presidente encargado", con el beneplácito de Donald Trump y numerosos gobiernos, la oposición supuso que Maduro tenía las horas contadas. Sin embargo, las agujas del reloj han terminado corriendo a su favor. Al menos es lo que cree el oficialismo más recalcitrante. Una reciente animación en 3D, realizada a petición de Rafael Lacava, gobernador del Estado Carabobo, presenta a la autoridad ejecutiva con los atributos de un 'Avenger', una suerte de superhombre como el capitán América o Thor, a un nivel equivalente a Hugo Chávez y Diego Maradona.
Una 'olita' liberal
Esta apología sacó de las casillas a una hija del extinto presidente, María Gabriela Chávez, quien reprobó la representación de un padre convertido en un "grotesco". Pero más allá de la indignación filial, Maduro es para algunos un superhéroe porque, más allá de su jerga revolucionaria, ha generado las condiciones para que una tenue ola liberal dinamice una vida de privaciones generales. Fue el propio "presidente obrero", como le gusta llamarse, quien consideró una "bendición" el uso corriente de la moneda norteamericana en el país. La proliferación de negocios con mercancías importadas, el retorno de cierto lujo suntuario en una Caracas agobiada por los efectos de una doble calamidad, la pandemia y el colapso económico, así como la promesa de promover zonas económicas especiales, sin intervención estatal, son algunos de los indicios de un cambio que se opera sin que nada cambie políticamente.
El pequeño mundo de los beneficiados exhibe sus consumos como oropeles. El dólar es la barrera entre realidades materiales. Unos tienen cuentas en el extranjero o se nutren de la ayuda de sus familiares en el exterior (las remesas, que fueron de unos 3000 millones de dólares, se han reducido a la mitad). Buena parte de la población, en tanto, está del otro lado de la frontera de las aspiraciones: necesita de la ayuda estatal para la subsistencia y recibe bolsas de alimentos de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), tiene el transporte subsidiado, aunque en una situación paupérrima y, además, completa sus magros salarios con bonos que entrega el Gobierno. "Hay zonas de la capital donde todo parece estar como antes y otras regiones de Venezuela que se acercan a Centroamérica", señala León.
Maduro es, también, el héroe de las Fuerzas Armadas que no solo cogobiernan: además lanzar juramentos de resistencia al imperio, son gerentes del proceso de acumulación bolivariano. Administran empresas públicas, llevan adelante negocios privados en alianza con el Estado que, a la vez, controlan, y, por último, participan de actividades ilegales, entre ellas el contrabando fronterizo de combustible y la extracción de oro en el llamado Arco Minero del Orinoco. Los uniformados jugarán un papel vital en cualquier proceso en curso.
El diálogo en México
Por lo pronto, el Gobierno y la oposición han vuelto a las negociaciones en México, con el patrocinio de Noruega y el respaldo de la UE. Jorge Rodríguez, la actual autoridad de la Asamblea Nacional (AN, Parlamento) y jefe de la delegación oficial sostiene que los recientes entendimientos alcanzados entre las partes suponen un "certificado de defunción de la aventura" de Guaidó. Según León, el exdiputado ya no representa a la oposición, que trata de volver a una estrategia colegiada y quiere "terminar con su entelequia".
No obstante, el consultor estima que ese dirigente tiene todavía un rol porque sigue siendo la contraparte "formal" de Washington y puede ayudar a descongelar los activos en el exterior en su condición de etéreo "Gobierno interino". La "presidencia encargada" es, a su criterio, una licencia que se ha vencido. Y si bien ya no sirve, "en todos los procesos de transición hay algo pragmático y hasta cínico".
Como parte de la reanudación de las conversaciones en México, de las que interviene el sector de Guaidó en minoría, se ha suscrito un acuerdo que abre la puerta a fondos para atender la crisis humanitaria que serán administrados por la ONU y, lo más relevante, reactivar las operaciones petroleras de la estadounidense Chevron en Venezuela. "Los avances en las discusiones en México les sirven a todos. EEUU puede incluso reducir los costes políticos internos de sus medidas de mayor apertura hacia Caracas y las críticas de los sectores más duros sobre una flexibilidad ante Maduro", estima León. Los contactos entre el Palacio de Miraflores y la Casa Blanca habían dado frutos meses atrás con el intercambio de prisioneros. Una misión de Joe Biden visitó a su vez el Palacio de Miraflores. La diplomacia petrolera ha acelerado los vínculos.
La estrategia fallida de Trump
La estrategia llevada a cabo por Donald Trump para derribar a Maduro solo provocó padecimientos a los venezolanos. Por otra parte, en los países que habían sido más proclives a acompañar esa política de hostilidad y sanciones han cambiado de signo político. Colombia, que durante la presidencia de Iván Duque fue una pieza central del ajedrez de Trump, ahora es gobernada por Gustavo Petro. Como parte de estas nuevas relaciones de fuerza, Maduro ha sido incluso invitado a participar de las negociaciones de paz entre el estado colombiano y el ELN, la última guerrilla en actividad en ese país. Chile está presidido por Gabriel Boric. La inminente asunción en Brasil de Luiz Inacio Lula da Silva, ha ampliado a su vez la coalición regional favorable a una salida negociada del conflicto venezolano de la que forman también parte Argentina y México.
La oposición, salvo los sectores más radicales, ha abandonado las estrategias insurreccionales de años atrás. Le falta, todavía, tener una hoja de ruta común para derrotar al madurismo en las presidenciales de 2024. El presidente ha ofrecido garantías electorales a cambio de un levantamiento completo de las sanciones internacionales. Para sus adversarios, esa exigencia podría volver a hacer fracasar los avances registrados en las últimas semanas. Según la revista 'Tal Cual', el principal problema del antimadurismo es la división entre sus distintas vertientes. Eso le ha restado incluso apoyo internacional. En contraposición, un Gobierno de escaso apoyo popular, con menos de un 25% de adhesión, está más cerca de “imponer sus condiciones” en la mesa de negociaciones.
Algunos analistas creen que será finalmente el petróleo, como siempre, el que terminará por reordenar el escenario, al menos mientras dure la guerra en Ucrania y el mercado internacional del crudo este sujeto a restricciones de efectos globales. La decisión del Departamento del Tesoro de EEUU que reintroduce a Chevron en Venezuela permite avizorar un crecimiento de su economía superior al 8% anual. En la actualidad, se producen entre 650.000 y 679.000 barriles diarios. La vuelta de la petrolera norteamericana podría sumar en corto plazo entre 150.000 y 200.000 barriles diarios adicionales.
"Venezuela se ha enanizado y eso ha generado una enorme capacidad ociosa que puede recuperarse, aunque con costos brutales como la falta de competitividad y la inflación", reconoce León. Volver a los ya críticos niveles de vida de 2013, cuando el conflicto interno escaló sin detenerse, supone una hazaña propia de los Avengers de Marvel: "para recuperar lo perdido se debería crecer un 400%", afirma.
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