Viraje de Xi Jinping

China entierra su política de 'cero covid'

La pérdida de eficacia de la estrategia contra el virus y las protestas recientes precipitan la decisión del Gobierno

Una ciudadana china pasa un test del Covid-19.

Una ciudadana china pasa un test del Covid-19.

Adrián Foncillas

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China ha dejado hoy en los huesos la política de 'cero covid' que ha regido su vida en los últimos tres años. Las diez medidas aprobadas asumen la convivencia con el virus, un anatema apenas unas semanas atrás, y empujan al país a un escenario inédito. La mayoría de ellas ya habían sido adoptadas en algunas ciudades en los últimos días para lidiar con más realismo con unos brotes descontrolados y el hastío social. La normativa nacional ha sido anunciada después de que el secretario del partido, Xi Jinping, presidiera ayer una reunión del Politburó. 

Los contagiados asintomáticos o con síntomas leves pueden cumplir la cuarentena en su domicilio bajo algunas condiciones no aclaradas. Es un giro radical respecto a los masivos envíos de contagiados y contactos a centros de cuarentena por tiempo indefinido. Esta opción sigue disponible de forma voluntaria. También finiquita los tests masivos y ordena que la designación de “zonas de alto riesgo” atienda criterios “más científicos y restrictivos” en contraste con la casuística del “mejor cuanto más grande”. Los encierros deberán ser levantados tras cinco días sin contagios y en ningún caso podrán valerse de vallas que obstaculicen las salidas de los edificios. En el recuerdo continúa la decena de muertos en un incendio de Urumqi, la capital provincial de Xinjiang. 

Las pruebas PCR han perdido su categoría de salvoconducto para la vida diaria. Ya no será necesario mostrar su resultado negativo en el móvil en bares ni restaurantes, centros comerciales, edificios públicos ni aeropuertos. Se levanta también su obligación en los viajes internos, uno de los principales lamentos de la población, que veía imposibilitados sus movimientos en cuanto surgía un brote. La medida estimulará el turismo y el regreso a casa de los millones de emigrantes laborales en el próximo año nuevo chino. Los tests sólo conservan su validez en colegios primarios y secundarios, hospitales y otras instituciones médicas. 

Flexibilización progresiva

El paquete de medidas sepulta la 'cero covid' tras un proceso mucho más veloz de lo esperado. El Gobierno ya la había flexibilizado en los últimos meses, acortando confinamientos a contactos primarios y eximiéndosela a los secundarios, pero una serie de factores aconsejó pisar el acelerador. El más mediático fueron las protestas en una docena de ciudades. El más decisivo fue la constatación de que la 'cero covid' había perdido su eficacia: si antes bastaba con confinar una ciudad durante una semana para erradicar un brote, ahora algunas sumaban meses de restricciones sin que los casos bajaran. El bandazo ha venido acompañado de insistentes mensajes desde la prensa oficial que por primera vez relativizan el peligro del covid y piden a la población que no entre en pánico. 

Pekín resume el cuadro. La capital sufre un brote sin precedentes que convierte en rutinarias las noticias de contagiados en el círculo cercano cuando antes no existían. Las cifras reales son necesariamente más altas que las oficiales porque por primera vez muchos contagios quedan bajo el radar, ya que muchos pequineses han dejado de hacerse los tests por el riesgo de que alguna de las muestras de las otras nueve personas con las que se analizará la propia esté contagiada y todos acaben confinados. 

Ventas de antpiréticos

Y en ese contexto, que habría sido considerado dramático antes, las autoridades permitieron la reapertura de bares y restaurantes. Los pequineses asumían estupefactos en la última semana que los contagiados pudieran cumplir la cuarentena en casa sin ni siquiera el artilugio electrónico que fiscalizaba el cumplimiento. A las autoridades les faltaban medios, ganas o ambos para asumir el control de los positivos. 

La convivencia con el virus divide a la población. Algunos lo ven como el final del yugo que ha asfixiado sus vidas. A otros, despreocupados hasta la semana anterior, les ha entrado el miedo. Las ventas de antipiréticos y otras medicinas se han disparado en los últimos días y los supermercados se ven más vacíos desde que no exigen el test a la entrada. “No he ido al mercado en una semana, ahora le pido a mi hija que haga las compras online”, señala Yang, una anciana del distrito céntrico pequinés de Dongcheng