Tensión en Brasil

'Lula' hace campaña con chaleco antibalas

El número de asesinatos políticos ha aumentado año tras año desde que llegó al poder Bolsonaro en 2018

Lula ha comenzado a utilizar protección tras el asesinato que perpetró un bolsonarista a un militante de su partido

Crece el temor de otro crimen político en medio de la contienda electoral brasileña

Lula pide a sus seguidores que eviten las "provocaciones" del bolsonarismo

Lula pide a sus seguidores que eviten las "provocaciones" del bolsonarismo / EFE / Joédson Alves

Abel Gilbert

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Luiz Inacio Lula da Silva ha incorporado un inquietante hábito en esta campaña electoral: el chaleco antibalas. A medida que se consolida en las encuestas con vistas a las elecciones presidenciales brasileñas de octubre, el candidato del Partido de los Trabajadores (PT) refuerza su vigilancia.

El temor a un atentado ha dejado de ser una extravagancia. Días atrás, un ultraderechista asesinó a un guardia municipal simpatizante del PT, Marcelo Arruda, lanzando balas y vivas al presidente Jair Bolsonaro al mismo tiempo. Para Lula, el crimen no podía disociarse del “discurso de odio estimulado por un presidente irresponsable” y rezagado en los sondeos.

Eso terminó por activar las alarmas alrededor de un Lula que había tenido que enfrentar dificultades en tres actividades. En Minas Gerais, un bolsonarista lanzó agrotóxicos contra el público durante un mitin a través de un dron. En Río de Janeiro se detonó una bomba casera en el marco de un acto de campaña. El pasado 27 de junio, otro ultra se acercó peligrosamente a Lula y su candidato a vicepresidente, el exgobernador paulista Geraldo Alckmin, cuando presentaban su programa en San Pablo.

En rigor, ya se había pasado de las palabras a los hechos luctuosos en las legislativas de 2020. A lo largo de ese año se computaron 84 crímenes políticos. Sin embargo, estos son los primeros comicios presidenciales atravesados por un temor desconocido desde que a mediados de los años ochenta se recuperó la democracia en ese país. "En este momento de la historia de Brasil, hay un factor decisivo: la violencia se estimula desde arriba", señaló el escritor y periodista Fernando Gabeira, en una columna publicada por el diario carioca O Globo.

El diario Estado de San Pablo ha reportado que a lo largo de este año se han consumado 26 asesinatos por motivos políticos. No siempre la víctima es un integrante del PT. Lo que irrumpe es la violencia como un accionar que puede naturalizarse. De ahí que el politólogo Sérgio Praça, de la Fundación Getúlio Vargas, llamara a no "subestimar" la gravedad de lo que ocurre. "Esto no puede convertirse en algo normal", apuntó.

Ideología del odio

Para Nabil Bonduki, columnista del diario Folha, tanto el asesinato del petista como el del especialista en cuestiones indígenas, Bruno Pereira, quien perdió la vida en la Amazonía junto con el periodista inglés Dom Phillips, provocan "indignación y preocupación, aunque no sorpresa". Eso se debe a "la ideología del odio" que ha estimulado Bolsonaro, quien acaba de poner otra vez en duda la transparencia de la contienda de octubre.

El capitán retirado desconfía de las urnas electrónicas, vigentes desde 1996. La ultraderecha ganó las elecciones de 2018 con ese sistema, pero ahora ha descubierto que puede ser manipulado. Frente a la comunidad diplomática, Bolsonaro advirtió el lunes que Brasil sólo tendrá "paz" si el Tribunal Supremo Electoral (TSE) se aviene a cambiar el funcionamiento de las urnas. "Ni siquiera un sistema informatizado puede garantizar al 100% la seguridad”. Deslizó en ese sentido que ese rol le cabe a Fuerzas Armadas, "de las que soy comandante supremo". El presidente del TSE, Luiz Edson Fachin no se demoró en responder. "Es hora de decir basta a la desinformación y al populismo autoritario".

Aumento de la compra de armas

La posibilidad latente de un hecho trágico no solo está relacionada con lo que se dice sino las condiciones materiales para llevarlo a cabo. Según el instituto Soy de Paz, que, en virtud de la Ley de Acceso a la Información obtuvo datos del Ejército, ha crecido de manera alarmante la cantidad de brasileños armados. El subterfugio para adquirirlas es hacerse pasar por coleccionistas, tiradores deportivos o cazadores, agrupados bajo la sigla CAC.

La cantidad de CAC aumentó un 262% entre julio de 2019 y marzo de este año, pasando de 167.400 a 605.300 personas. Esto significa que durante el Gobierno del capitán retirado 449 personas obtienen cada día una licencia para usar armas. Los 605.000 CACs superan los 357.000 militares activos del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea y la suma de la Policía Militar, estimada oficialmente en 417.000.  "Sólo hay que echar cuentas para ver el enorme arsenal que podría estar en manos de las CAC y sus grupos políticos. Y, lo que es peor, no se inspecciona", señaló Bonduki.

En este contexto, los clubes de tiro han aumentado un 168% desde 2018. Solo entre enero y marzo de 2022 se abrieron 268. "El arma es libertad, es seguridad y es la garantía de una nación también”, acaba de decir Bolsonaro.