Acoso y abuso sexual

Demanda MeToo contra Harvard

Tres estudiantes denuncian a la Universidad por ignorar los abusos y permitir el acoso de un reputado profesor

Alegan que el centro mantiene una ”política institucional de indiferencia” para proteger su reputación y la del claustro

Universidad de Hardvard.

Universidad de Hardvard.

Idoya Noain

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El MeToo de la Universidad ha llegado también a Harvard. El martes tres estudiantes del prestigioso campus de Estados Unidos presentaron ante un tribunal federal de distrito de Massachusetts una demanda en la que acusan al centro de haber ignorado durante años las acusaciones contra uno de sus profesores “estrella” por acoso sexual a alumnas, así como de permitir que ese profesor intimidara a estudiantes amenazando con hacer descarrilar sus carreras académicas si lo denunciaban.

En el centro del caso se encuentran las estudiantes Lilia Kilburn, Margaret Czerwienski y Amulya Mandava y John Comaroff, una figura destacada del Departamento de Antropología que llegó a Harvard en 2012 procedente de la Universidad de Chicago. Según se lee en las 65 páginas de la denuncia, él “mantuvo contacto físico no deseado con estudiantes, incluyendo besos y tocamientos, y amenazó con sabotear sus carreras si se quejaban”.

 Comaroff, que a través de sus abogados “niega categóricamente haber acosado nunca a ninguna estudiante o tomado represalias”, no está personalmente señalado en la denuncia. Esta tiene como uno de sus ejes centrales los supuestos besos y tocamientos del profesor a Kilburn y comentarios que le hizo a la estudiante describiendo gráficamente cómo podría ser “violada” o “violada y asesinada” por su orientación sexual en partes de África (tenía una pareja de su mismo sexo).

Además de ese “patrón de acoso de género y agresión desde 2017 hasta al menos abril de 2019” se denuncia que también usó “amenazas, intimidación y coerción” contra las otras dos alumnas “para que dejaran de hablar y oponerse” a sus acciones.

“Política institucional de indiferencia”

La demanda pone todo el peso de la responsabilidad en Harvard, una institución a la que se acusa de tener “una política institucional de indiferencia: un sistema diseñado para proteger a la Universidad, su reputación y la facultad que mantiene esa reputación a costa de sus estudiantes”. Se acusa además al centro de haber ignorado avisos de colegas de Comaroff de Chicago sobre sus supuestos comportamientos inapropiados.

 “La universidad ignora la conducta inapropiada de profesores estrella todo el tiempo posible, actuando solo cuando se ve obligada por la indignación pública”, reza también la demanda. En ella se denuncia que aunque Czerwienski y Mandava denunciaron a altos cargos del campus el trato que Comaroff había dado a Kilburn el centro se negó a investigarlos y solo tomó acciones una vez que se publicitaron por primera vez hace más casi dos años las acusaciones en artículos en el periódico universitario ‘The Harvard Crimson’ y en ‘The Chronicle of Higher Education’, piezas en las que se expuso también un “patrón de indiferencia deliberada” de la Universidad hacia conductas sexuales inapropiadas, abusos y represalias en el departamento de Antropología.

División interna

Harvard abrió dos investigaciones sobre Comaroff: la primera estudiaba posibles vulneraciones del Título IX, una ley federal que prohíbe la discriminación en programas educativos, y determinó que el profesor había violado verbalmente las políticas de conducta profesional y acoso sexual y basado en género, aunque lo eximió de contactos físicos no deseados. La Facultad de Artes y Ciencias entonces le puso en baja administrativa.

Tras otra investigación encargada por la Escuela de Artes Liberales el mes pasado Comaroff fue puesto en baja administrativa sin sueldo, se le impidió dar clases al menos en el semestre de primavera y se le impusieron otras “sanciones limitadas y temporales”.

Esas medidas y las acusaciones contra Camaroff han dividido al claustro de Harvard. 38 profesores firmaron una carta cuestionando los resultados de la investigación y defendiendo al profesor como un “excelente colega y asesor y comprometido ciudadano de la universidad”. Otros 73 respondieron con una misiva mostrando su oposición a esa carta de defensa.

Las tres estudiantes están representadas por el mismo despacho de abogados que en 2018 demandó a la universidad de Darmouth y logró un acuerdo de 14 millones de dólares para nueve estudiantes que denunciaron agresiones y acoso sexual. Y Russell Kornblith, uno de sus letrados, ha dicho que Harvard debe mejorar estructuras. “Tiene que haber protecciones para asegurar que cualquiera que cree que está experimentado lo que experimentaron nuestras clientes sienta que pueden denunciar y tener una investigación honesta sin sacrificar sus carreras académicas en el proceso”, ha declarado el abogado, que ha asegurado que “incluso cargos de la Universidad desconfían” del proceso de investigación de estas denuncias que mantiene el campus.