Crisis sanitaria global

Una huelga contra la gestión del covid por Macron deja las aulas vacías en Francia

Más del 70% de los maestros de primaria apoyan una movilización contra el “desmadre” de protocolos en el sector

Francia pandemia huelga educación

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Enric Bonet

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Una huelga multitudinaria ha paralizado este jueves el sector educativo en Francia. Las aulas quedaron desiertas debido a una movilización contra la gestión del covid-19 en este sector. El “desmadre” que ha habido con los protocolos sanitarios ha desesperado a los profesores, pero también a inspectores, directores y estudiantes. Hasta el punto que todos los sindicatos educativos se pusieron de acuerdo para impulsar este paro laboral. Y el gran seguimiento de la huelga se corresponde con las previsiones de una jornada calificada por la prensa francesa de “jueves negro” para el Gobierno de Emmanuel Macron.

El 62% de los trabajadores de los institutos no fueron a trabajar, según la Snes-FSU, organización sindical mayoritaria en secundaria. En primaria, hasta el 75% de los maestros dejaron vacías las aulas, según Snuipp-FSU. Como suele ser habitual, el Ministerio de la Educación rebajó estas cifras a un tercio del personal en huelga.

Un manifestante sostiene un pancarta que reza: "Se busca: A Jean-Michel Blanquer (el ministro de Educación) por crímenes contra la educación".

Un manifestante sostiene un pancarta que reza: "Se busca: A Jean-Michel Blanquer (el ministro de Educación) por crímenes contra la educación". / CLEMENT MAHOUDEAU / AFP

En cualquier caso, se trata de una de las movilizaciones más imponentes en el sector desde 2003, con las protestas entonces contra la reforma de las pensiones del conservador Franços Fillon. No solo pone contra las cuerdas al ministro de Educación, Jean-Michel Blanquer, —muy criticado por su gestión—, sino también supone una piedra en el zapato para Macron cuando faltan menos de 100 días para las presidenciales de abril.

Un protocolo modificado

¿Cuál es el epicentro de esta huelga multitudinaria? Los protocolos sanitarios que se aplican en las escuelas desde el 3 de enero, tras las vacaciones navideñas. Para afrontar la ola de ómicron —los casos diarios superan los 300.000 en Francia— y mantener los centros educativos abiertos sin que se conviertan en aglomeraciones descontroladas, el Ejecutivo centrista preparó nuevas normas.

El ministro Blanqueur ya indignó a los profesores al anunciarlas, primero, en la prensa el domingo 2 de enero, pocas horas antes de la rentrée. Desde entonces, todos los niños con covid-19 debían aislarse durante una semana. En el caso en que hubiera un caso positivo en su clase, podían ir a la escuela con la condición de hacerse tres test (o autotest) y dar negativo en todos ellos en los cinco días posteriores.

Esta nueva normativa generó malestar y resultó difícil de cumplir. Las autoridades educativas la modificaron hasta tres veces en la última semana. Lo que desembocó en un “desmadre indescriptible”, según los sindicatos educativos. Y a cambio estas organizaciones, como la moderada CFDT, exigen “un protocolo viable que se base en una ratio de positivos o de alumnos ausentes sin que esto comporte cierres (de aulas) ni agote al personal y los padres”.

"Es imposible dar una clase"

"Las escuelas están abiertas, pero es imposible dar una clase. Como mucho tenemos a 5 o 6 alumnos por aula", critica en declaraciones a El Periódico Ingrid Daran, de 39 años, presente en la manifestación de esta tarde en la capital francesa, donde varios miles de profesionales del sector protestaron por las calles del Barrio Latino hasta llegar delante de la sede del Ministerio de Educación. Esta maestra en una escuela en el este de la región parisina recordaba cómo la víspera "recibimos un fax con un nuevo protocolo a las siete de la tarde y solo veinte minutos leímos en la prensa que ya había sido modificado". En el último año y medio, "ha habido 49 protocolos y cuatro en la última semana", añadía.

La pandemia "ha evidenciado la situación deplorable de las escuelas en Francia (...). Tenemos la sensación de que nadie nos protege", asegura Estelle, de 30 años, una maestra en una escuela del nordeste de París, también presente en la protesta. Además de la confusa gestión sanitaria, el malestar detrás de la huelga se debe a la precariedad del sector educativo. El oficio de docente está especialmente mal pagado en Francia en comparación con otras profesiones. "En todos los años que llevo trabajando en la educación primaria mi salario no ha aumentado nada, a pesar de que la vida es cada vez más cara", critica Estelle, que cobra unos 1.800 euros netos mensuales.

La exitosa huelga de este jueves tiene lugar apenas una semana después de que Macron expresara sus "ganas" de emmerder ("joder" o "hacer la vida imposible") a los no vacunados. Unas declaraciones calculadas con las que pretendía dirigir el debate sobre la gestión sanitaria en una confrontación entre la gran mayoría de la población vacunada con los más reacios a hacerlo. El malestar de los profesores muestra, sin embargo, cierta esterilidad de esta estrategia. La dificultad de gestionar la crisis sanitaria no se puede simplificar solo en culpabilizar a los no vacunados.