Polvorín en Asia

La bochornosa evacuación de casi dos centenares de perros y gatos desde Afganistán

Un exmiembro de la Royal Marine británica logra trasladar a Londres a 100 perros y 70 gatos en un vuelo con "asientos vacíos"

La priorización de las mascotas a intérpretes y colaboradores afganos, abandonados frente a los talibanes, indigna a los militares

Miembros y perros del ejército británico desembarcan en Londres

Miembros y perros del ejército británico desembarcan en Londres / Samantha Holden / AFP

Begoña Arce

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La ‘Operación Arca’ que ha permitido la salida de casi dos centenares de perros y gatos de Afganistán ha desatado la furia de los militares veteranos británicos, avergonzados de que el Reino Unido haya dejado atrás a ayudantes y colaboradores afganos. El exsoldado y ahora diputado conservador, Tom Tungendhat, no tuvo respuesta cuando un intérprete le preguntó, “¿Por qué mi hija de cinco años vale menos que su perro?”. El rescate de las mascotas ha sido el colofón a la gestión del gobierno de Boris Johnson durante una crisis catastrófica a la que prestó poco interés y por la que ha sido acusado de negligencia.

El pasado domingo un charter procedente de Kabul aterrizó en el aeropuerto londinense de Heathrow. Era uno de los últimos vuelos de la evacuación británica, pero en el aparato no había traductores o funcionarios afganos huyendo de los talibanes. En el avión viajaban 100 perros y 70 gatos de Nowzard, un refugio creado por el exmiembro de la Royal Marine, Pen Farthing, que iba con ellos.

Farthing había iniciado una semana antes, coincidiendo con la llegada a Kabul de los insurgentes, una campaña de presión sobre el gobierno británico, en televisión y redes sociales, para conseguir sacar del país a los animales, en medio del caos y el pánico de la población tratando de huir. La respuesta inicial del ministro de Defensa, Ben Wallace, fue que no se daría prioridad “a las mascotas frente a la gente”. Poco después accedió a “buscar un hueco” en los aviones, aunque insistiendo en que gatos y perros no se saltarían la cola. ”Creo que atender a todo esto está llevando demasiado tiempo a oficiales superiores, cuando deberían estar centrándose en la crisis humanitaria”, respondió claramente irritado.

Avión privado

Detrás del cambio la prensa vio la mano de Carrie, la esposa del primer ministro, Boris Johnson, algo que nadie de su entorno ha desmentido. Mientras Farthing juraba que no se marcharía sin los animales y el personal que atendía el refugio, simpatizantes y seguidores recaudaban dinero y fletaban un avión para el rescate. Finalmente, después de acusar a los responsables de Defensa de “bloquearle” el paso, el viernes logró penetrar en el aeropuerto Hamid Karzai de Kabul. Los soldados tuvieron que ayudarle a descargar 125 kilos de comida para los ‘pasajeros’, 72 latas, 270 litros de agua, 12 rollos de papel del váter de tamaño industrial y 20 botellas de desinfectante. El avión finalmente despegó dejando atrás a los 24 empleados afganos del albergue. El lunes Farthing reconoció desde Oslo, donde vive su mujer, que en el vuelo había “asientos vacíos”.

En Afganistán han quedado a merced de los talibanes unos 150 británicos y al menos 1.100 afganos que han trabajado para el Reino Unido. Lo ocurrido es una “pantomima” afirma colérico el General de División reservista James Bolter del Cuerpo Real de Logística. En 'The Times' su colega Andrew Fox, veterano de Afganistán, califica de “locura” el haber facilitado la evacuación de los animales, “dejando a un lado a ciudadanos británicos e intérpretes”.