CARRERA A LA CASA BLANCA

La economía verde de Biden

Joe Biden, en una de sus intervenciones en el debate.

Joe Biden, en una de sus intervenciones en el debate. / periodico

Ricardo Mir de Francia

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Si<strong> Joe Biden</strong> gana las<strong> elecciones</strong> en <strong>Estados Unidos</strong>, se topará con un escenario relativamente familiar, después de haber asumido en 2008 la vicepresidencia del país unos meses después de que el colapso de los mercados financieros pusiera en marcha la gran recesión. Solo que esta vez será bastante peor. A la crisis económica más cruda en casi un siglo tendrá que añadirle una pandemia que ha matado a más estadounidenses de los que murieron de forma combinada en la primera guerra mundial, Corea y Vietnam. Biden ha propuesto una agenda ambiciosa para salir del agujero, un programa que dependerá en gran medida de que su partido pueda recuperar el Senado para controlar las dos cámaras del Congreso. De otro modo, el bloqueo republicano está casi garantizado. 

En las filas demócratas muchos desean que Biden aproveche la energía y el idealismo que abanderan las nuevas generaciones del partido para convertirse en un nuevo Franklin Roosevelt, el presidente que sacó al país de la Gran Depresión con aquel New Deal que sentó las bases del estado del bienestar en EEUU. Por más enclenque que hoy sea.

Biden es un moderado, pero también lo era Roosevelt cuando ganó las elecciones en 1933. Y cada vez parece sentirse más cómodo con la idea. "Dios y la Historia nos han convocado para este momento y esta misión", dijo la semana pasada desde el pueblo de Georgia al que se retiró Roosevelt para tratarse de polio. "La Biblia nos dice que hay un momento para venirse abajo y otro para reconstruir y sanar. Y este es ese momento". Biden ha bautizado a su plan como Build Back Better, algo así como reconstruir mejor. 

Covid-19

El demócrata quiere empezar la casa por los cimientos y se espera que sus primeras medidas vayan dirigidas a hacer frente a la pandemia con criterios científicos. Su plan habla de hacer obligatorio el uso de la mascarilla, expandir el acceso a las pruebas PCR, mejorar el sistema de rastreo o garantizar la gratuidad de las eventuales vacunas. En contra de lo que propaga su rival, Biden no quiere cerrar la economía, sino aumentar los recursos de empresas e instituciones para que abran con mayores garantías de seguridad. También ha prometido reintegrar a su país en la Organización Mundial de la Salud, una de las muchas agencias de la ONU con las que Trump ha roto. 

Paralelamente, aspira a aprobar en el Congreso un segundo paquete multimillonario de ayudas para vadear la recesión. Su partido lleva meses negociándolo, pero no ha logrado ponerse de acuerdo con los republicanos, que consideran excesivos los 2 billones de dólares propuestos por los demócratas. Una factura similar costaría el plan estrella de Biden en esta campaña, con el que pretende reconstruir las infraestructuras combatir el cambio climático transformando el tejido energético del país. Nancy Pelosi ha dicho que debería abordarse durante los primeros 100 días de su mandato, junto a la expansión de la reforma sanitaria del 2010. Habrá que verlo porque ni Barack Obama ni Trump consiguieron modernizar las decrépitas infraestructuras. 

Además de reconstruir puentes y carreteras o propulsar el 5G, Biden busca remozar los edificios públicos para que sean sostenibles, crear medio millón de estaciones de recarga para vehículos eléctricos o una red de trenes modernos, quizás la pata más quijotesca de la mesa. Su objetivo es acabar en 2035 con la polución de las plantas eléctricas y alcanzar las emisiones neutras en 2050. Como primer paso, se ha comprometido a volver al Acuerdo del Clima de París

Subidas de impuestos a los ricos

Para financiar esos planes, Biden aspira recaudar cerca de cuatro billones de dólares durante una década aumentando los impuestos a las grandes empresas, las rentas superiores a los 400.000 dólares anuales y las ganancias de capital. Parte del dinero lo quiere aprovechar para universalizar las guarderías públicas a partir de los tres años, crear universidades públicas gratuitas y reducir la deuda estudiantil. 

Pero el demócrata también ha aprendido de Trump y pretende mimar a los estados industriales abandonados por su partido durante décadas. En ese sentido, no solo ha endurecido su retórica hacia China, sino que pretende obligar al Gobierno a comprar productos manufacturados exclusivamente en EE UU. Otros planes, como la reforma migratoria, se antojan más complejos a menos que controle el Congreso. 

En política exterior se intuye una vuelta a los años de Obama, empezando por la recuperación del acuerdo nuclear con Irán. Biden aspira a revivir el multilateralismo y reparar las alianzas con los aliados tradicionales de EEUU, así como a reintegrar los derechos humanos y la democracia en la jerga de la diplomacia estadounidense. Pero también habría que esperar un aumento de la tensión con Rusia y del riesgo intervencionista en el extranjero tras los años de relativa calma con Trump.

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