Teoría conspiranoica

La delirante teoría de pederastas satánicos que se ha incrustado en el partido de Trump

Dos seguidores de la teoría de Qanon en Charlotte.

Dos seguidores de la teoría de Qanon en Charlotte. / periodico

Ricardo Mir de Francia

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Una malévola red de líderes demócratas, multimillonarios y actores de Hollywood se dedica a secuestrar a niños para torturarlos, violarlos y beberse su sangre. Adoran a Satán y están protegidos por las cloacas del Estado y sus lacayos en los medios. No son presa fácil. Hillary Clinton, el Papa Francisco, Barack Obama, George Soros, Tom Hanks, Oprah Winfrey o Bill Gates mueven los hilos de esta logia de traficantes de niños. Pero gracias al coraje de un hombre tienen los días contados. Donald Trump está librando contra ellos una batalla secreta para encerrarlos en Guantánamo y pasarlos a cuchillo con la ayuda de legiones de sacrificados patriotas. No es el guion de una mala película, sino el relato aproximado de la última gran conspiración que ha calado en el partido que dirige los destinos de Estados Unidos. 

La teoría de QAnon (pronúnciese kiu-a-non) nació en las alcantarillas de internet a finales del 2017, incubada en foros como 4chan 8chan utilizados por la extrema derecha. Pero no ha tardado demasiado en incrustarse en el conducto sanguíneo del Partido Republicano. Banderas, camisetas y eslóganes del movimiento proliferan en los mítines de Trump. Desde "Salvemos a nuestros niños", a "Hollywood se come a los bebés" o "dónde uno va, vamos todos". Lejos de distanciarse de esta delirante paranoia que el FBI define como una "potencial amenaza de terrorismo interno", al menos 70 candidatos republicanos han apoyado en algún momento a QAnon o han promovido sus postulados, según ha documentado el portal 'Media Matters'. 

Trump ampara a QAnon

Ni siquiera el presidente, que es la mejor caja de resonancia de las conspiraciones que fermentan entre los movimientos racistas y antigubernamentales de la derecha radical, ha querido repudiarlos. "No sé mucho del movimiento, pero tengo entendido que les gusto mucho, lo cual les agradezco", dijo Trump este mismo mes. "He oído que son gente que ama a nuestro país". El martes invitó a la candidata al Congreso por Georgia, Marjorie Taylor Greene, a asistir a su discurso de aceptación en la convención republicana. Taylor ha dicho que la presidencia del neoyorquino es "una oportunidad única para deshacerse de esta organización satánica de pedófilos" y está llamada a ser la primera abanderada de QAnon en el Capitolio tras su reciente victoria en las primarias de un distrito muy conservador. Trump celebró su hazaña describiéndola como "una futura estrella republicana".

En Washington pocos se están tomando a broma este movimiento de masas, tan conspiratorio como la John Birch Society de los años 60 y con tanto potencial político como el Tea Party. Todo empezó con un post publicado en 4chan a finales del 2017 bajo el título ‘la calma antes de la tormenta’, que daba a entender con un lenguaje críptico que Trump habría sido enviado por no se sabe quién para destruir una suerte de sociedad secreta incrustada en las instituciones y controlada por las élites globales y demócratas para traficar con niños. Lo firmaba Q, un individuo anónimo que ha querido dar a entender que se trataría de un militar o un agente del espionaje con acceso a material clasificado. 

Bulos de la Edad Media

El desvarío dice que esas élites buscan el adrenocromo de los niños, un compuesto químico de la hormona de la adrenalina que según la leyenda prolongaría la vida de quien lo ingiere. Lo que supuestamente lleva a ese grupo de traficantes nada menos que a comerse a sus víctimas. A la postre no es más que una versión actualizada del viejo bulo antisemita de la Edad Media propagado entonces por la Iglesia.

La profecía de QAnon, que ha dado pie a miles de páginas y cuentas en las redes sociales que Facebook o Twitter han empezado a eliminar, sostiene también que en una primera fase de esa batalla contra el mal ("la tormenta") habrá arrestos masivos de las élites del cine, los medios y la política. El primer paso para "el gran despertar", cuando todo el mundo se dará cuenta de que QAnon tenía razón y la sociedad vivirá felizmente liberada de sus caníbales. "Toda esta gente tiene que ser eliminada", escribió Q.

Por disparatado que parezca, demasiada gente se lo está tomando en serio. En el llamado Pizzagate del 2016, que sirvió de precursor a esta última conspiración, un hombre de 28 años entro armado en una pizzería de Washington repleta de gente y disparó varias veces contra un armario pensando que ocultaba la mazmorra donde Hillary Clinton y otros demócratas violaban a niños. Más recientemente, al menos dos seguidores de QAnon han cometido asesinatos. Otros han sido arrestados, como un hombre que bloqueó una carretera de la presa Hoover con la intención de acabar con el candidato demócrata Joe Biden. También proliferan las manifestaciones por todo el país bajo el lema de ‘SaveTheChildren’,

Problemas para las oenegés

Ese es el nombre de una de las grandes oenegés que vela por la infancia, una apropiación que le está generando serios dolores de cabeza. Los discípulos de QAnon están inundando los teléfonos de las organizaciones del ramo con denuncias falsas de tráfico de niños. Y cada artículo que se publica al respecto se hace rápidamente viral.  

En el Capitolio suenan las alarmas. Esta misma semana se ha presentado un proyecto de ley bipartidista para condenar al movimiento y pedir a la policía que criminalice sus actividades. Algunos republicanos han dicho que es "una peligrosa locura", pero nada indica que el partido vaya a cortarles las alas en plena campaña electoral. Su influencia no deja de crecer al amparo del trumpismo y algunos medios afines. "El Partido Republicano se ha convertido en una amalgama de teóricos de la conspiración, políticos radicales, extremistas y nacionalistas blancos que están a la vista de todos", ha dicho el veterano estratega del partido, Steve Smichdt, uno de los críticos de Trump en la formación.