VÍCTIMAS DE LA DESIGUALDAD

El coronavirus se ceba con negros y latinos en EEUU

Aunque los datos aún son incompletos es ya evidente que la epidemia golpea desproporcionadamente a estas minorías

nueva york coronavirus

nueva york coronavirus / periodico

Idoya Noain

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

“Cuando la América blanca pilla un catarro, la América negra coge neumonía”. El viejo aforismo de la comunidad afroamericana en Estados Unidos se repite estos días sin cesar. Y la profesora de Princeton Keeanga-Yamahtta Taylor ha escrito en 'The New Yorker' que el proverbio tiene “un giro macabro” ahora: “Cuando la América blanca se contagia del nuevo coronavirus los americanos negros mueren”.

No es un mero refrán adaptado a la pandemia. Desde que el virus apareció en EEUU ha quedado claro que, pese a que cualquiera estuviera amenazado con el contagio, no ha sido como se anticipaba el “gran igualador”. Y ha acabado afectando desproporcionadamente a los negros, y en zonas como Nueva York también a los hispanos, sacando a la luz lo que muchos, incluyendo el Defensor del Pueblo en la Gran Manzana, Jumaane Williams, denuncian como “arraigadas injusticias que siempre han estado aquí, ignoradas por muchos en el poder”. Lamentablemente ahora, como también ha dicho Williams, “la discriminación racial tiene una cifra de cadáveres”.

Falta de datos

De momento solo 30 de los 50 estados y el Distrito de Columbia han dado el necesario paso de empezar a recopilar y publicar datos de contagios según la etnia de los enfermos (aunque sigue habiendo un 38% de casos en los que no se identifica). Solo 16 de esos estados informan de la condición de los fallecidos. Pero ya con los primeros análisis de esos datos, y otros que habían adelantado medios e instituciones, se demuestra el golpe. En los condados de mayoría de población negra, por ejemplo, el número de hospitalizaciones de personas negras triplica la media del país y los números de muertes se multiplican por seis.

Sucede, no obstante, en todo EEUU, no solo donde la mayoría es negra. En el sur, donde vive casi el 60% de esta población, ocurre en estados como Luisiana, donde representan un 32% de los habitantes pero acumulan el 70% de los muertos. En el Medio Oeste está pasando en lugares como Wisconsin, Michigan o Illinois. Sucede en el oeste en California. Y en el este ocurre en Nueva York. Los epicentros son las grandes ciudades como Nueva Orleans, Milwaukee, Detroit, Chicago o Nueva York, donde hace poco más de una semana el ayuntamiento de Bill de Blasio empezó a dar los datos clasificados por etnias y se confirmó que negros y latinos sufren el mayor golpe.

Racismo estructural y sistémico

Parecería que los datos hablan por sí solos, pero no lo hacen, y no solo porque estén dolorosamente incompletos. Tras ellos, según explica por teléfono desde Brooklyn la doctora Usché Blackstock, laten décadas, siglos en realidad, de un "racismo estructural y sistémico" que lo permea todo: desde lo laboral a lo económico, social y medioambiental, pasando también por la sanidad y la salud.

Titulada por Harvard y parte del pírrico 2% de médicas negras de EEUU, Blackstock atiende estos días, de ocho de la mañana a seis de la tarde, a muchos de esos pacientes negros en centros de emergencia en el corazón de Brooklyn. “Muchos son trabajadores 'esenciales' (enfermeros, trabajadores del transporte público, cuidadores a domicilio, empleados de supermercado...). No pueden permitirse el teletrabajo o no ir a trabajar, en muchos casos no tienen seguro médico por el empleo y al final son los más expuestos”, dice. A ellos prácticamente no se les hicieron pruebas al principio, por las directrices que las recomendaban solo para quienes hubieran viajado a China o países afectados, por no tener los medios de ricos, famosos o políticos...

Otras patologías y deficiencias

Pero los negros son, además, parte de una población que presenta índices más elevados de condiciones médicas previas como diabetes, asma, problemas cardíacos, hipertensión u obesidad que empeoran el golpe de Covid-19. Son comorbilidades asociadas a pobreza y racismo pero también a políticas y Blackstock es una de las muchas voces que apunta a la indisociable causa-efecto de problemas de acceso a la vivienda digna, condiciones insalubres que intensifican esos problemas médicos, economías  y situaciones familiares que fuerzan a hacinamientos que impiden el aislamiento en caso de contagio, o al racismo medioambiental, con muchos núcleos de población ubicados en las zonas de más contaminación y tóxicas, especialmente en las grandes urbes.

“Muchas veces la gente culpa a la salud del individuo de elecciones individuales pero olvidan que existen lo que llamamos determinantes sociales de salud”, dice, especialmente enervada, como muchos otros, por la declaración que hizo Jerome Adams, el médico negro que es director general de Sanidad del gobierno de Donald Trump. Días después de hablar de sus propios problemas (hipertensión, corazón , asma y prediabético) y de asegurar que representaba “el legado de crecer pobre y negro en América”, Adams dio una indignante muestra de lo que Blackstock llama “racismo interiorizado” e instó a negros e hispanos a abandonar “el tabaco, el alcohol y las drogas”.

Desconfianza

La crisis se ve agravada por “una historia de desconfianza entre la comunidad negra y el sistema de salud realmente enraizada en un legado histórico de marginalización y privación de derechos de comunidades negras”, como explica Blackstock. Y cita dos ejemplos escalofriantes que lo explican: el experimento Tuskegee en el siglo XX, por el que se dejó sin tratar de sífilis a negros que murieron o enfermaron y contagiaron a sus esposas y a sus hijos; o los brutales experimentos con negras esclavizadas que realizó en el siglo XIX James Marion Sims, el alabado "padre de la ginecología moderna".

Pero hay más. Estudios demuestran que los centros médicos cerca de zonas con mayoría negra o latina en EEUU suelen dar peor atención sanitaria. Se gasta menos en los pacientes. Y Blackstock, como otros muchos expertos, denuncia la realidad de un tratamiento ignorante o discriminatorio por parte de médicos blancos, ratificado, por ejemplo, en el hecho probado de que a los negros se les prescriben hasta un 40% menos de medicamentos para sus dolores crónicos porque ese dolor negro se minimiza.

A la espera de políticas

A lo que se urge ahora es a que todos los gobiernos, estatales, locales y federal, empiecen a prestar más atención a la realidad y los retos del impacto racial del coronavirus, aunque personalmente Blackstock no confía en la Administración Trump “porque si priorizara ayudar a estas comunidades habría presionado por los datos o habría emitido a través del Centro de Control y Prevención de Enfermedades directrices específicas, y no lo ha hecho”.

Aunque el doctor Anthony Fauci, uno de los principales científicos en el grupo de respuesta de la Casa Blanca, ha reconocido que esta crisis está “poniendo un luminoso foco sobre lo inaceptable” de las disparidades raciales que sacuden a EEUU, de momento en Washington no se esperan datos en al menos varias semanas. Y hacen falta. “Si no podemos ver las disparidades raciales, no podemos ver las políticas racistas tras disparidades y muertes”, ha escrito en 'The Atlantic' el historiador Ibram Kendi, que dirige el Centro de Investigación y Política Antirracista de American University. “Si no podemos ver las políticas racistas, no podemos eliminarlas o reemplazarlas”.