LA LACRA DEL MACHISMO

Olimpia: "La violencia digital mata mujeres"

Olimpia Coral Melo.

Olimpia Coral Melo. / periodico

Aitor Sáez

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A sus 18 años, Olimpia Coral Melo Cruz grabó un vídeo sexual con su novio que acabó divulgándose en su pequeña ciudad en Puebla y luego por todo el país. De ser una ‘niña promesa’ pasó a conocerse como ‘la gordibuena de Huauchinango’, como despectivamente apodan a las mujeres con curvas. Su novio negó que él apareciese en el vídeo. Se quedó ocho meses encerrada en casa, dejó su carrera de Derecho y trató de suicidarse tres veces.

Tras sobreponerse al terrible ciberacoso, elaboró una ley por el derecho a la intimidad y para penalizar la violencia digital, llamada ‘ley Olimpia’, que ya se ha aprobado en 11 de los 31 estados de México. Diez años después del vídeo también apoya a centenares de mujeres que sufren esas agresiones en internet.

¿Cómo afectó a su vida la divulgación del vídeo?

Todo el tiempo te dicen que eres la puta, la zorra y toda la vida las mujeres evadimos esas situaciones, pero cuando además usan el vídeo para decirte eso, no sabes cómo defenderte. Te sientes culpable. No me daba cuenta de que era víctima. Te avergüenzas de tu piel, de tu cara, de tu nombre. Te odias.

¿Cuándo entendió que no era culpable?

Cuando mi madre me dijo: "Todas cogemos (tenemos sexo). Yo cojo, tu hermana coge. Eso no te hace mala persona porque no has robado ni matado a nadie". Ese apoyo fue un privilegio porque muchas mujeres que incluso han sufrido violaciones son rechazadas por sus familias, las sacan de casa.

Una muestra del machismo en México.

Vivimos en un país en que pareciera que las mujeres no tenemos derecho al placer. En un México tan machista, las mujeres no podemos tener placer, las mujeres servimos como objetos, cosas sexuales y fábricas de bebés. No somos dueñas de nuestro cuerpo. Me han escrito comentarios como: "Si no quieren que las exhiban, ¿para qué cogen?", entre los miles de insultos.

Después de esa superación interna, vino la pelea por convencer a las autoridades.

Sí. La primera vez que salí de casa fue para denunciar ante la Fiscalía. Fue una tortura aguantar que todos cuchichearan en la oficina, me sentía desnuda. Se juntaron en el despacho varios policías, demasiados, y me pidieron mostrar de nuevo el vídeo. "Si no han abusado de ti, entonces no hay nada", me dijeron. El Estado reforzó mi culpabilidad y yo volví a creerlo, hasta que vi que no era la única. Había miles de mujeres exhibidas en redes por altas, bajas, por su cabello, hasta la foto de una chica con Síndrome de Down que le escribían "tiene un culote para que me la coja". Los hombres se sentían impunes para herirlas. ¿Cómo eso no podía ser delito?

¿Cómo fue presentar una propuesta de ley usted sola?

Lo vi como una opción de sanación, una misión. Empecé a contactarlas a todas. Cuando presenté la ley en el Congreso de Puebla, mostré capturas donde regidores presentes en la sala habían compartido mi vídeo. "Vergüenza yo, no, porque no hice nada malo; vergüenza ustedes", les grité con todo el coraje. Aún así volvieron a revictimizarme. "No vamos a apoyar una ley que avale la putería", me dijo un político. Cuatro años tuvieron que pasar para aprobar la ley en el primer estado, en Puebla.

En un país con una enorme impunidad, ¿hay garantías de que se persiga un delito digital?

La ley tiene tres puntos: el delito contra la intimidad, es decir, la difusión de contenido íntimo sin consentimiento; el ciberacoso y la ley de acceso. Es muy difícil por el momento que se investiguen porque ni siquiera hay fiscalías especializadas en esto. Pero no es solo un texto de ley, es una causa. Es poner la base para mostrar que los derechos humanos existen en el espacio online. La justicia empieza por que el Estado reconozca que no somos culpables, que tenemos derecho al placer y podemos exigir. Ya es un logro. Ahora toca luchar para que se aplique.

¿Por qué se ha aprobado la ‘ley Olimpia’ en 11 estados y la despenalización del aborto apenas en dos?

Porque el patriarcado cedió en ciertas cosas, pero va lento. Ya nos dieron el derecho a la intimidad, pero todavía no el derecho de apropiarnos de nuestros cuerpos. Esta puede ser una pauta para avanzar en otras causas, porque van muy ligadas. Al menos se da un paso en romper el tabú de hablar de nuestros cuerpos. Toda violencia contra la mujer desemboca en el feminicidio. Aunque parezca que la violencia digital solo daña a mujeres privilegiadas con acceso a internet, no es así. Si la vida virtual es una extensión de la realidad, todos estos delitos online se reproducen en la vida real. La ley no es la panacea, pero inhibe a los hombres de atentar contra la intimidad y el cuerpo de las mujeres en cualquier espacio, hasta en internet.

De todo este proceso creó el Frente para la Sororidad. ¿Hay unión entre las mujeres en México?

Sí, pero no lo habíamos entendido. Quizá si en mi escuela me hubiesen enseñado una foto de una niña desnuda, también hubiese dicho "qué puta", porque así nos educaron. Nos dicen que las mujeres libres son putas. Nos dividen. Yo conocí el feminismo después de esto. Conocí la libertad y amé cada parte de mi cuerpo después de esto. Antes fui también infeliz. Gracias a eso me empoderé. A mí el feminismo me salvó la vida. Le debo todo. Antes de ser hija o hermana, soy feminista, porque entendí que las mujeres debemos tener esa unión para salir adelante. A mí me salvaron las mujeres, la primera mi mamá. El Frente pretende que no tengamos que pasar esas experiencias desagradables para empoderarnos y unirnos.

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