GUERRA EN ORIENTE PRÓXIMO
Éxodo en la frontera turcosiria
Adrià Rocha Cutiller
Periodista
Adrià Rocha Cutiller
Zagros ha tenido suerte: su casa, su pueblo y todos sus vecinos están intactos. En su localidad, por fortuna, no ha caído ninguna bomba. Pero Zagros —no es su nombre real— está sintiendo el conflicto en primera persona: por culpa de la ofensiva que Turquía está realizando desde este miércoles pasado en el noreste de Siria, con su familia, en la actualidad, en el mismo techo, el propio techo de Zagros, viven cuatro familias más, venidas de Qamishlo. Han escapado de la guerra.
"En nuestra zona [Malakiya, en la punta noreste del país árabe] la situación está calmada; pero en Qamishlo es desesperada. La ciudad está desértica. No queda nadie. Todo el mundo se ha escapado a Hasaka, al sur", explica por teléfono Zagros, cuya conexión telefónica y eléctrica viene y va cada pocos minutos.
El caso de Qamishlo, sin embargo, no es único. Con esta guerra, de bombardeos constantes tanto a un lado como a otro de la frontera turco-siria, los pueblos que dan a ella se han vaciado al completo. En ellos ya no queda nadie: Akçakale, Ceylanpinar y Nusaybin en Turquía; Qamishlo, Tel Abiad y Ras al Ain en Siria. Se espera que Kobane, donde algunos soldados estadounidenses fueron bombardeados por error, les siga. Según la ONU, más de 100.000 personas han tenido que huir ya de sus casas.
Parte de guerra
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, lanzó esta operación —Turquía no le llama guerra porque, hacerlo, dice su gobernante, es traición a la patria— para crear una "zona segura" y expulsar de su frontera a las milicias kurdosirias de las YPG, a las que Ankara considera terroristas por sus amplios vínculos con la guerrilla del PKK, en guerra contra el Estado turco desde los años 80.
En lo que llevamos de campaña militar —cuatro días—, han muerto 28 civiles: 18 en el lado turco, por morteros lanzados por las YPG; 10 en lado sirio, en bombardeos de la aviación turca. Hay más muertos, por supuesto: tres soldados turcos, 45 milicianos kurdosirios y otra cuarentena más de milicianos árabes que luchan pagados por Turquía.
"La situación es una catástrofe. Todo el mundo se ha marchado y Hasaka está completamente colapsada. Cuando se anunció que el ataque turco empezaba, todo el mundo pensó que solo bombardearían a los puestos de las YPG. Pero empezaron a bombardear las ciudades. Estamos aterrados. ¿Cómo puede Turquía pretender hacer una zona segura con bombardeos sobre la gente? Esta zona ya era segura. Antes ya estábamos en paz", dice Jamal, de Qamishlo. Jamal, por supuesto, ha huido hacia el sur.
En la actualidad, los combates entre el Ejército turco y las YPG se centran en las ciudades de Tel Abiad y Ras al Ain, que están, según el Ejército turco, casi rodeadas y a punto de ser capturadas. Cuando lo consigan —lo harán, porque la superioridad militar de Turquía es evidente—, los turcos entrarán en dos ciudades raquíticas: llenas de edificios pero vacías de sus habitantes. Allí ya no queda nadie.
"Todo el mundo en Malakiya está ya empaquetando —dice Zagros—. Nosotros también. Si la cosa se complica nos escaparemos, y espero que las YPG nos deje, porque sus milicianos están intentando bloquear algunas carreteras para que la gente no escape".
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