China acusa a Washington de desestabilizar la región
Mattis aclara que el tratado con Japón también protege las islas que pretende Pekín
El paso por Extremo Oriente de James Mattis, secretario de Estado estadounidense, ha sosegado tanto a Seúl y Tokyo como perturbado a Pekín. La escenificación de la vigencia de las viejas alianzas militares ha enterrado los miedos japoneses y surcoreanos después de que Trump sugiriese el cierre del paraguas militar estadounidense. Ese paraguas, aclaró Mattis, cubre también las islas Senkaku/Diaoyu, probablemente el asunto más sensible entre las dos potencias asiáticas.
Pekín, que había mantenido un diplomático silencio durante los días previos, no ha podido controlarse cuando le han mentado las islas. El Ministerio de Exteriores ha exigido a Estados Unidos una actitud responsable y que evite las declaraciones equivocadas para “no complicar más el asunto y traer más inestabilidad a la zona”, según un comunicado de esta mañana. También desdeña el tratado de Defensa entre Washington y Tokyo como “un producto de la Guerra Fría” que no debería perjudicar las soberanía territorial y derechos legítimos de China.
Las islas son apenas un conjunto de rocas deshabitadas bajo las que se presumen vastos yacimientos gasísticos. Pero más que las razones energéticas importan las nacionalistas. Las islas se han erigido en el campo de batalla de los sectores patrióticos más trogloditas de ambos países. China aporta acartonados mapas que demostrarían su propiedad desde viejas dinastías para rebatir la actual Administración japonesa. Barcos y aviones chinos suelen acercarse periódicamente y provocar roces militares con el Ejército japonés.
Mattis subrayó que Estados Unidos se opone a cualquier acción unilateral que ponga en peligro la actual Administración japonesa de las islas. “Quiero dejar claro que el artículo 5 de nuestro tratado de Defensa es tan real para nosotros como lo era el pasado año, cinco años atrás y como lo será un año o diez más tarde”, señaló.
ESCUDO ANTIMISILES EN COREA DEL SUR
La visita oficial de Mattis, la primera desde que asumió su cargo, ha certificado el cambio de sensaciones en el continente. La campaña electoral dibujaba un panorama inquietante para Corea del Sur y Japón. Trump amenazaba con retirar las tropas si no pagaban la factura íntegra y les sugería que se les apañaran solos contra la amenaza norcoreana o china. Pekín acapara la inquietud hoy: Estados Unidos plantea la validez del principio de una sola China, amenaza con vetarle el acceso a sus islas artificiales y acelera el despliegue del escudo antimisiles en Corea del Sur.
China ha recordado hoy su “firme oposición” al escudo y advertido de que “pondrá en peligro la seguridad y los intereses estratégicos de los países de la región”. El escudo, que muchos daban por muerto con la victoria de Trump y el presunto fin del “giro al Pacífico” de Obama, será desplegado este año. Su objetivo declarado son los misiles norcoreanos pero Pekín y Moscú sospechan que su potente radar también servirá para controlar sus territorios.
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