Orgulloso de ser Darth Vader

Mitch McConnell, el hombre que ha perseguido denodadamente tumbar a Obama, cumple el sueño de convertirse en líder del Senado

Mitch McConnell, en un imagen autoparódica de un vídeo de campaña.

Mitch McConnell, en un imagen autoparódica de un vídeo de campaña.

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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Cuando a Mitch McConnell se le preguntó una vez por su evolución ideológica contestó: «Quería ganar». A los 72 años, 30 después de llegar al Senado y tras ocho como líder de la hasta ahora minoría republicana, ha cruzado esa meta gracias a su transformación desde la moderación hasta la encarnación del establishment conservador.

Cuando el Congreso vuelva a reunirse -y salvo una revuelta improbable pero posible de la facción del Tea Party, corriente que ya le retó en primarias- McConnell cumplirá su sueño de ser votado líder de la mayoría en el Senado. A partir del 3 de enero marcará la agenda legislativa, decidiendo qué propuestas se debaten. El paraíso para alguien cuya ideología es el poder.

Fue él quien pactó con la Casa Blanca y los demócratas en las últimas crisis de presupuesto que llevaron al país al borde del abismo. El martes hizo un discurso conciliador con frases como «el hecho de tener un sistema bipartidista no debe significar que tengamos que estar en perpetuo conflicto» y «tenemos obligación de trabajar juntos». Y aun así, ni el presidente ni los demócratas creen que el diálogo vaya a hacerse realidad.

Esas palabras conciliadoras salían de boca del mismo hombre que en el 2010 declaró que su primordial objetivo era «que Obama sea un presidente de un solo mandato». Las pronunciaba quien, tras fallar en esa meta, ha promovido un récord de bloqueos de legislación demócrata en el Senado, se ha opuesto 17 veces a la subida de salario mínimo y 12 a ampliar prestaciones de desempleo. Las decía quien este verano, en un acto con millonarios donantes reunidos por los hermanos Koch, anunció su plan si llegaba un triunfo como el del martes: «Trabajaremos en cada oportunidad que tengamos para boicotear la agenda de Obama (...) Iremos tras la reforma sanitaria, la financiera, la Agencia de Protección Ambiental... Todo».

McConnell ha sido definido como un político con «el carisma de una ostra» o de «un batido templado de vainilla» pero siempre ha demostrado que no hace falta tirón para ganar, especialmente cuando uno se rodea de un equipo consumado en búsquedas de poder y aliados dentro del partido.

El carisma, sobre todo, no es necesario cuando uno ha sido hombre clave para que las campañas se hayan abierto a fondos corporativos ilimitados. Una vez una revista lo colocó en portada bajo el título: «El Darth Vader de la financiación electoral». En vez de molestarse, el colgó la portada en su despacho y en una rueda de prensa, sin ápice de ironía, sentenció: «Darth Vader ha llegado». Sí.