Una minoría perseguida

Muerte de un tártaro

Despedida 8 Funeral masivo, ayer, en territorio crimeano para decir adiós a un jornalero de 39 años que desapareció en extrañas circunstancias.

Despedida 8 Funeral masivo, ayer, en territorio crimeano para decir adiós a un jornalero de 39 años que desapareció en extrañas circunstancias.

IRENE SAVIO
SIMFERÓPOL

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En el cementerio musulmán de Abdal, en las afueras de Simferópol, las lágrimas y chillidos de un grupo de ancianas tártaras se oían bajito pero penetraban en el pellejo. Apartadas de los hombres y con la cabeza cubierta con un velo, las mujeres entonaban su letanía frente a un millar de hombres de su comunidad, todos venidos para asistir a un trágico funeral. Enfundado en un velo verde, el cuerpo de un joven yacía sin vida sobre una estructura de madera tras haber sido encontrado muerto en circunstancias sospechosas y en medio de la peor crisis social en este territorio desde la disolución de la URSS.

Reshat Ametov, un jornalero tártaro de 39 años, que también era padre de tres hijos, desapareció el pasado 3 de marzo. Ese día, según los testimonios de algunos de los presentes recogidos por la oenegé Human Rights Watch (HRW), participaba en una manifestación proucraniana delante del edificio del Consejo de los Ministros de Crimea, en la céntrica plaza de Lenin, en Simferópol, cuando un grupo de paramilitares de las llamadas tropas de autodefensa prorrusas lo detuvieron y se lo llevaron.

«Creemos que se lo llevaron porque es un activista conocido en nuestra comunidad y es muy impulsivo. Pero ojalá vuelva pronto a casa», explicó pocos días a después un miembro de la comunidad tártara a este diario. «Su mujer es muy joven y sus niños muy pequeños. Pero tenemos que mantener la calma».

Según lo relatado, su familia denunció pronto los hechos a la policía. Sin mucho éxito, pues nada más se supo de Ametov durante dos semanas. Hasta el pasado domingo, cuando unos policías comunicaron que hallaron el cadáver de un hombre musulmán en un bosque cercano a Belogorsk, en el este de Crimea. La policía crimeana catalogó el suceso como muerte «violenta». Un día después, su mujer lo identificó.

Los líderes de la comunidad tártara crimeana ya no esconden su

preocupación por lo que podría ocurrir en la península, en la cual los tártaros han sido hostigados y expulsados en varias ocasiones durante siglos. «No sé si podremos controlar a los nuestros si la situación sigue así. La muerte de Ametov no presagia nada bueno», explicó el representante ante la ONU de la comunidad tártara, Abduraman Egiz. En la ceremonia fúnebre de ayer algunos portaban armas.

Apenas 300.000 miembros

Ametov es la primera persona que aparece muerta, pero no es el único caso de desaparición que ha sido denunciado en estas semanas. Y el hostigamiento a los tártaros parece que irá a más. Y sin disimulo. El viceprimer ministro del autoproclamado Gobierno crimeano, Rustam Temirgaliev, anunció que algunas comunidades de la minoría tártara serán desalojadas de las tierras que han ocupado en los últimos años.

«Queremos legalizar mediante convenios todas las parcelas que ocupan los tártaros crimeanos. Les pediremos que desalojen parte de las tierras. Las necesitamos para fines sociales», dijo Temirgalíev en una entrevista a la agencia rusa Ria Nóvosti. El número de tártaros no llega a los 300.000 en Crimea.

El número dos aseguró que algunas de las tierras en las que se ubica la comunidad tártara han sido ocupadas de forma ilegal. «Pero estamos dispuestos a ofrecer y legalizar otras parcelas para una actividad normal de los tártaros», dijo.