Guerra en Oriente Próximo

La batalla de Faluya

EUGENI GARCÍA GASCÓN
JERUSALÉN

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La batalla sigue en Irak. El primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, pidió ayer a la población de Faluya que expulse a los «terroristas» de Al Qaeda para evitar que una intervención del Ejército provoque un baño de sangre entre los civiles, en respuesta a la toma de Faluya el sábado por parte del Estado Islámico en Irak y el Levante (ISIL).

El llamamiento se dirige a otras milicias y a grupos tribales armados que todavía operan en Faluya pero que por si solos son incapaces de expulsar al ISIL a pesar de que ayer tuvieron lugar dentro de la ciudad algunos enfrentamientos, especialmente en la carretera que conduce a Siria, por donde el ISIL ha introducido recientemente armas saudís y más milicianos.

De manera simultánea, las tropas iraquís han rodeado Faluya y existen indicios de que se están pertrechando para librar una batalla que podría resultar particularmente sangrienta puesto que buena parte de la población local suní se identifica con Al Qaeda, que también es suní, y percibe como enemigo al Gobierno chií de Bagdad.

«Esos tipos están muy motivados, muy bien entrenados y sufren un lavado de cerebro. Su comprensión del islam es muy selectiva. Son brutales y rudos y buscan el caos», comentó a la BBC Muwaffak al Rubaie, exconsejero para la seguridad nacional de Irak. Rubaie pronosticó que esta situación se repetirá «porque es imposible poner bajo las armas a millones de iraquís y proteger cada calle del país».

Situada a 65 kilómetros al oeste de la capital, Faluya, que pertenece a la provincia de Anbar, no es la única ciudad iraquí que se encuentra bajo el control del ISIL ya que en la vecina Ramadi ocurre algo parecido. Ramadi también fue testigo ayer de enfrentamientos entre hombres del ISIL y otras milicias sunís no tan radicales en los que murieron tres yihadistas del ISIL.

Otra señal de que el Ejército intervendrá pronto es que en los últimos días la aviación y la artillería han bombardeado Faluya y EEUU ha enviado a Irak misiles aire-tierra, circunstancia que, junto con la presencia del ISIL, ha provocado el éxodo de un gran número de familias.

Los insurgentes se pasean por la ciudad en vehículos que a menudo portan las banderas negras características de Al Qaeda. Algunos grupos tribales han denunciado que el Ejército les está combatiendo a ellos y no al ISIL.

Responsables de Estados Unidos e Irán han coincidido en que ayudarán a Bagdad con todos los medios, pero sin enviar tropas. Irak es un peligroso avispero que los norteamericanos abandonaron recientemente y al que no volverán bajo ninguna circunstancia.

Preocupación de EEUU

En este sentido se ha expresado el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, quien está «muy preocupado» por lo que sucede en Faluya y Ramadi. «Esta guerra es de los iraquís. Obviamente, no estamos contemplando un regreso. No contemplamos poner botas [soldados] en el terreno. Es su guerra, pero les vamos a ayudar en su guerra», ha añadido Kerry.

La guerra de Faluya refleja con intensidad el viejo conflicto sectario que existe entre la población chií, mayoritaria en Irak, y la población suní, que se considera maltratada por el Gobierno de Bagdad. Terroristas sunís han incrementado en los últimos meses los ataques y atentados contra objetivos civiles chiís, y los chiís, a su vez, están respondiendo con la misma moneda.

En el área de Faluya, donde en el 2004 tuvieron lugar fuertes enfrentamientos entre tropas estadounidenses y milicias sunís, murieron el domingo al menos 32 personas, incluidos 22 soldados y diez civiles, así como un número indeterminado de milicianos. Dos días antes, al menos 75 supuestos miembros del ISIL murieron en choques con la policía y con milicianos tribales sunís en Ramadi y Al Jalidiya, al este de la capital de Anbar.