El secreto se privatiza

Las filtraciones de Snowden subrayan los riesgos de la creciente dependencia del espionaje de EEUU de contratistas

Barack Obama, en una entrevista a YouTube, el año pasado.

Barack Obama, en una entrevista a YouTube, el año pasado. / SL/tc

IDOYA NOAIN / Nueva York

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Prácticamente nada escapa de la privatización en Estados Unidos. La guerra de Irak la libraron tanto los soldados como los mercenarios de Blackwater. Las cárceles se han convertido en próspero negocio para compañías privadas y es difícil encontrar un fondo de pensiones público que no esté en manos de privados `hedge funds¿. El espionaje, como ha quedado claro en la última semana, no es excepción.

Edward Snowden, el joven que ha sacado a la luz los masivos programas de espionaje que aplica Washington, trabajaba para Booz Allen Hamilton, compañía que obtiene de contratos con el espionaje y con Defensa casi todos sus ingresos y beneficios, 4.350 millones de euros de los primeros y casi 165 millones de los segundos.