La transición política en el país del Nilo
El Ejército enseña los dientes en Egipto
La incertidumbre alrededor de la identidad del futuro presidente de Egipto ha recrudecido la lucha por el poder en el país del Nilo. Mientras la Junta Electoral se toma su tiempo analizando las casi 400 denuncias de irregularidades durante las elecciones, los diferentes actores de la escena política egipcia enseñan los dientes en una especie de guerra fría que no ha hecho más que empezar pero que va subiendo de tono.
Ayer la Junta Militar reprendió a los dos aspirantes a la presidencia por haberse proclamado ganadores antes del anuncio oficial de los resultados, previsto para hoy o mañana. La cúpula castrense acusó al islamista Mohamed Mursi y al general retirado y último primer ministro de Mubarak, Ahmed Shafiq, de ser «la causa de la división y la confusión que dominan la escena política egipcia» y los emplazó a esperar el veredicto de la Junta Electoral.
En alusión a la Hermandad, que se opone a la disolución del Parlamento por parte del Tribunal Constitucional, los militares advirtieron de que «los juicios que emiten los tribunales se aplican en nombre del pueblo y rechazar su aplicación u obstaculizarla es un delito castigado por la ley».
«La confrontación o cualquier intento de dañar propiedades públicas o privadas será firmemente castigado por la policía, las fuerzas armadas y la ley», cierra el comunicado.
PERSONALIDADES/ Al mismo tiempo, los Hermanos Musulmanes llevaban a cabo una doble demostración de fuerza. Por un lado, su candidato, Mohamed Mursi, compareció en rueda de prensa rodeado de destacadas personalidades. El ejecutivo de Google e impulsor de la Revolución del 25 de Enero, Wael Goneim, el escritor Alaa al Asuani y un antiguo asesor del premio Nobel egipcio Mohamed al Baradei, Hamdi Qandil, arroparon a Mursi.
El islamista presentó un manifiesto en el que el grupo se compromete a ejercer «la presión popular pacífica en todo el país hasta que se cumplan las demandas de la revolución» y critica que las enmiendas constitucionales presentadas por el Ejército la semana pasada «fundan un Estado militar y despojan al presidente de sus prerrogativas».
El mensaje recibió el apoyo de una plaza Tahrir llena cuyos manifestantes, inmunes al calor, se han convertido en instrumento de presión de la Hermandad. Los gritos a favor de Mursi y en contra de Shafiq se hicieron oír en un ambiente festivo en el que se corearon los himnos revolucionarios más populares.
«Si Mursi ha ganado, como han probado los Hermanos en varios documentos, como certifican los jueces y también los medios estatales, entonces hay que darle la presidencia. No entiendo por qué están dando tantos rodeos», afirmó el manifestante Ahmed al Shennawy.
Lejos de Tahrir, el contrincante de Mursi, Ahmed Shafiq, hizo oír su voz por primera vez tras las elecciones presidenciales. En rueda de prensa, Shafiq se declaró «vencedor legítimo» de los comicios y denunció que «esas manifestaciones en las plazas y las campañas de amedrentamiento en los medios de comunicación buscan ejercer presiones en la Comisión Electoral».
Horas después de esta comparecencia, el diario estatalAl Ahrampublicaba que, según fuentes gubernamentales, la Junta Electoral anunciará la victoria de Shafiq por un 50,7% de los votos.
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