Terror en Escandinavia

«Llama a la policía, haz algo»

MARC PREEL
OSLO

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«No, no hay esperanza». Su voz se quiebra, los ojos se anegan de lágrimas y su cigarro se mueve entre los dedos de sus manos temblorosas. Freddy Lie, un chófer de camión de 51 años, sabe que su hija Elisabeth, de 16 años, aunque está desaparecida, puede ser una de las víctimas mortales de la masacre de la isla de Utoya.

«Solo espero la llamada de la policía», declaró ante la puerta del hospital universitario de Oslo donde está su otra hija, Catherine, de 17 años. Abatida por dos balas mientras intentaba huir, la mayor, al contrario de lo que le ha podido pasar a su hermana, ha sobrevivido y se encuentra actualmente en cuidados intensivos en este hospital, que acoge a una treintena de heridos en el ataque.

«Hablé con ellas 10 minutos antes», explica este camionero padre de tres hijas en referencia al día de la tragedia en la isla para añadir: «Suelo trabajar en Oslo e intentaron llamarme cuando estalló la bomba pero no lograron localizarme y lloraron de inquietud».«Las llamé y les dije que estaba en casa y no me había pasado nada», continuó el padre que solo unos minutos después recibió una nueva llamada de Elisabeth. «Oí gritos, gritos terribles, absolutamente terribles, y oí que era mi hija la que gritaba-añadió-mientras yo le preguntaba 'qué te pasa, qué te pasa'».

Relato escalofriante

«Hay un policía que nos dispara desde arriba, llama a la policía, haz algo», recuerda el padre que, asegura, les contestó:«Les dije que se fueran a esconder, que no se pusieran al descubierto».

El padre llamó inmediatamente a la policía, según su propio relato. Los encontró desbordados. El agente que le atendió le dijo que el atentado había sido en Oslo pero él insistía en que su hija le llamó desde la isla de Utoya.«Está pasando ahora mismo», le gritó el padre. Le dijeron que lo verificarían y le colgaron.