CARTA DESDE WASHINGTON

Carole King y James Taylor

ANTONI Bassas

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Teniendo en cuenta que ella tiene 68 años y él 62, probablemente yo era de los más jóvenes entre el público. Por la mañana ya había tenido un aviso de lo que me esperaba, cuando hablando con un ilustrado colega de Barcelona le digo: «Esta noche voy a ver a Carole King y James Taylor...». Silencio. «Sí, hombre, el de You've got a friend...». «Quieres decir los de You've got a friend in me?». «No, hombre, no, esta que dices es la canción de Toy Story...». Al final, después de unos esfuerzos de memoria me la tararea. Claro, la canción ya tiene 39 años.

Veo a muchas parejas de clase media (en el supuesto de que eso todavía exista en los Estados Unidos de la poscrisis del «compre ahora, páguelo más adelante»), con aspecto de progres que escuchan la NPR y votan demócrata. Apoyando mis suposiciones, minutos antes de que se apaguen las luces aparecen por la pista la speaker (presidenta) del Congreso, Nancy Pelosi (70), y la esposa del vicepresidente Biden, Jill Jacobs (59). Más zapatos que chanclas y un aire como si estuviéramos en el Grec.

Aparecen Carole King y James Taylor sobre un escenario circular y rodante instalado en medio del pabellón. En mi recuerdo, ella era una joven que me miraba desde la portada de un elepé, sentada junto a una ventana, con una melena rubia y rizada, vaqueros, jersey de lana, los pies descalzos y un gato en primer término. Ahora es más bien Montserrat Carulla con toques de Marina Geli. Ha envejecido espectacularmente bien. La misma melena, más corta, y botas con tacones de aguja. Ya no conserva la voz fresca de hace cuarenta años y suena un poco quebrada, pero cuando deja el piano y se desmelena con el You make me feel like a natural woman consigue poner en pie al público.

Él tiene las facciones de un Miquel Roca de 1,90 y el desgarbo de John Cleese. La voz es la misma que sonaba en los discos de vinilo que pinchaban en la mítica RJ2. James Taylor tiene ese tipo de timbre de voz que, sin parecer nada del otro mundo, te crea un mundo interior. Se mueve por el escenario con pasos convalecientes, y sonríe a los aplausos como si todavía le asustara su éxito. Cuando hace sonar a la guitarra los primeros acordes de Carolina in my mind, aquello se hunde.

Carole King y James Taylor están de gira por todo EEUU con este concierto que lleva por título Troubadour Reunion. Más de dos horas de canciones, ahora tú, ahora yo, ahora los dos, con acompañamientos vocales y una impecable banda instrumental ligera. Oírles y volver atrás en el tiempo es todo uno. Sus himnos para agnósticos capturan el espíritu de aquella América de los 70, desorientada por la mezcla de bienestar y violencia, de Vietnam y Apollo XI. Lo hacen con el oficio de los grandes artistas, según la fórmula de canción descubierta por Josep Maria Espinàs: «Un poco de letra y un poco de música».

Como era de prever, dejan para el final el You've got a friend, servida con muy poco azúcar. Manos enlazadas, lágrimas y pañuelos. Oyendo cómo la cantan los asistentes, está claro que en la mochila invisible todos llevamos una pesada colección de fracasos y miedos. «Ses coses no són fàcils per ningú dins aquest iglú», dicen los Antònia Font.

Al final, 15.000 personas despedimos al dúo con una apoteósica versión de How sweet it is (be loved by you). Letras para entenderse a uno mismo, música para curar las heridas. Una paz sencilla me acompaña hasta casa.

*Corresponsal de TV-3 en EEUU