EL PESO DE UNA TRADICIÓN EN EL ÁFRICA AUSTRAL

El rito de la circuncisión causa la muerte de numerosos jóvenes surafricanos de la etnia xhosa

El Gobierno intenta inculcar una higiene de base en estas prácticas

Preparados  8 Jóvenes a punto de ser circuncidados en Libode.

Preparados 8 Jóvenes a punto de ser circuncidados en Libode.

SIBONGILE KHUMALO / REUTERS
LIBODE (SURÁFRICA)

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Los más afortunados sobreviven con un pene mutilado, los demás mueren. Este es el precio que pagan un puñado de chicos surafricanos que desean convertirse en hombres a manos de cirujanos tradicionales no demasiado escrupulosos.«Si no has sido circuncidado, importa poco tu edad: la sociedad no te considera como un hombre. Siempre serás un niño, y nadie quiere vivir con esto»,explica Athenkosi Mtirara, de 18 años.

Dos veces al año, la etnia xhosa, en la pobre provincia de Eastern Cape (en el sur del país), organiza ceremonias de iniciación. Athenkosi eligió ser circuncidado aquí antes que ser operado por un médico cuyos métodos rápidos y sin sufrimiento no convierten a un chico en un hombre, según aseguran sus habitantes.

Consejos familiares

«En mi familia, nadie ha muerto de esto. Mi hermano mayor me ha aconsejado sobre las cosas que hay que evitar para tener una buena operación», subraya Athenkosi. Tras el rito, el joven tirará a la basura todas sus ropas para simbolizar el inicio de su nueva vida como hombre. Pasará cuatro semanas lejos de su casa para aprender los valores y las responsabilidades que deben afrontar los adultos. Con acceso limitado al agua y los alimentos, algunos jóvenes acaban sufriendo deshidratación y en ocasiones mueren por falta de cuidados adecuados.

Si Athenkosi se echa atrás o acaba en el hospital, llevará siempre el pesado fardo de no ser un hombre por completo. Más de 200 chicos han muerto en estos 15 últimos años, y 90 han perdido su pene en escuelas de iniciación ilegales, según las autoridades médicas.

«Se trata de una cifra muy importante para una sola región», estima el portavoz del Ministerio de Sanidad en Eastern Cape, Sizwe Kupelo. Si no se hace nada, esta tendencia se debería acentuar en los próximos años porque Suráfrica impulsa la circuncisión con el fin de limitar los riesgos de propagación del sida. El rey zulú Goodwill Zwelithini anunció la semana pasada que quiere reintroducir esta práctica, abandonada por su etnia desde hace dos siglos. El desafío en la actualidad consiste en reconciliar las prácticas tradicionales con la medicina moderna y la ley. Las autoridades intentan inculcar una higiene de base a estas prácticas informales cuyo«arte»se transmite de generación en generación.

Para Kupelo, la gran cantidad de muertes durante las intervenciones en Eastern Cape son debidas al hecho de que los cirujanos no esterilizan el material como cuchillos o tijeras y no saben«cortar el prepucio y curar después a los jóvenes», básicamente en las zonas rurales.

Enviados al hospital

«Los chicos son enviados al hospital cuando ya es demasiado tarde. La mayoría de los que sufren la amputación del pene acaban suicidándose; no pueden vivir con esta vergüenza», explica. Los restantes se refugian en el silencio.

En junio, un chico de 16 años fue admitido en el hospital con el pene a punto de pudrirse, tras haber desarrollado una infección no tratada por sucirujano. Suráfrica votó una ley en el 2001 que fijaba la edad legal de la circuncisión en 18 años, pero los más jóvenes desean demostrar su masculinidad, a veces a los 15, y llaman a estos cirujanos tradicionales, no reconocidos por las autoridades. Les pagan unos 100 rands (unos 9 euros) o bien les regalan una botella de aguardiente o un pollo para convertirse en hombres.