Engendrados por los nazis

PAOLA ÁLVAREZ / BERLÍN

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El pasado fin de semana se celebró en Alemania la primera reunión abierta al público de la asociación Lebensspuren (Rastros de vida). Unos 40 supervivientes del programa nazi Lebensborn (Fuente de vida), del proyecto de las SS para mantener"la pureza de la raza",se dieron cita en Wernigerode, sede del segundo centro de este tipo abierto en 1937 por las SS y en el que nacieron 1.103 bebés. En la prensa alemana el hecho ha pasado desapercibido, símbolo del silencio que envuelve a este macabro programa.

Todos saben de la obsesión de los nazis por crear una"raza aria pura",pero pocos conocen la dimensión de los experimentos. La esterilización de discapacitados y personas con enfermedades hereditarias son solo la punta del iceberg. Bajo estas historias se esconde la de los hogares Lebensborn, en los que nacieron miles de niños destinados a convertirse en el modelo ario.

Centros de asistencia

Con la excusa de evitar abortos y mantener la tasa de natalidad, las SS fundaron la organización Lebensborn, cuya misión era crear centros de asistencia para madres solteras o embarazadas de hijos no deseados. Pero la realidad era otra. Solo las mujeres que se ajustaran al perfil de"raza aria"podían ser ingresadas. Para ello, debían aportar un certificado de pureza étnica, en el que se demostrara pureza alemana desde 1800, además de un certificado médico que las declara libres de enfermedades y un cuestionario sobre creencias y educación. La pureza aria del padre era básica.

Una vez que dieran a luz, sus hijos eran dados en adopción a familias cercanas al régimen, ya fueran miembros de las SS, funcionarios del partido nazi o allegados de estos. Algunas mujeres podían mantener a sus bebés, algo que se generalizó a partir de los años 40, cuando las mujeres de los oficiales nazis empezaron a acudir a estos centros para tener a sus hijos, ya que la asistencia médica era de las mejores que se podía recibir. Los centros eran financiados con los sueldos de los soldados de las SS. Los que no tuvieran hijos tenían que aportar más y los que tuvieran más de cuatro no pagaban.

El secretismo que envolvía a la organización hizo que muchos de los allí nacidos nunca pudieran saber quiénes fueron sus padres, y muchos de ellos ni siquiera saben que fueron niños del Lebensborn. Resulta casi imposible calcular cuántos niños nacieron dentro del programa. Los cálculos de los historiadores hablan de entre 5.000 y 8.000 en Alemania, además de otros miles en ciudades ocupadas. Por eso, la organización Lebensspuren se esfuerza en reunir la mayor cantidad de supervivientes, esclarecer el pasado y poner en común sus experiencias."Debemos encontrar el valor para dar la cara, para narrar nuestra historia mientras sigamos con vida", señalaba una de las asistentes al encuentro.

El caso noruego

El ejemplo noruego es uno de los más estremecedores. Entre 1942 y 1945 se construyeron nueve centros de este tipo y se calcula que nacieron unos 12.000 niños. El caso de losniños de la guerra, como se llamó a los niños noruegos nacidos dentro de este programa, es el más terrible, ya que, una vez acabada la guerra, fueron objeto de discriminaciones y abusos.

Para los noruegos, las mujeres que habían tenido contacto con soldados nazis eran"psicópatas asociales, en parte con un alto retraso mental", por lo que sus descendientes con alemanes eran maltratados, internados en psiquiátricos y, a menudo, utilizados como conejillos de indias en experimentos médicos. En el 2002, el Gobierno noruego estableció por primera vez indemnizaciones económicas para las personas que hubieran sufrido esta situación... 59 años después del fin de la guerra.

El secretismo y la deformación de la historia han hecho que durante años la situación de estos niños fuera aún más humillante. Algunas películas de los 50 y 60 mostraban los hogares Lebensborn como meros prostíbulos en los que soldados alemanes se acostaban con alemanas fanáticas del régimen para mejorar la raza. Hoy, buena parte de los alemanes siguen creyendo que fue así y el silencio de los medios de comunicación impide conocer la historia.