TECNOLOGÍA

Chips en humanos: ¿realidad o ficción?

Empresas de Suecia, Reino Unido, Bélgica y EEUU ya han empezado a implantar microchips a sus empleados

Chips en humanos

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A. J.

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El mundo está cambiando. Lo que nos puede parecer sacado de la ciencia ficción está siendo estudiado e instaurado en la actualidad. Por ejemplo, empresas de diferentes países del mundo están empezando a usar microchips en sus empleados para que puedan desarrollar algunas funciones. Alrededor de este fenómeno hay distintas posiciones y contraposiciones. Hay quienes lo conciben como un paso más para poner la tecnología al servicio del ser humano pero hay, sin embargo, quienes piensan que estos microchips significarán una pérdida de libertad individual que puede acarrear el riesgo de poner la privacidad y los datos de los ciudadanos a manos de grandes corporaciones, y gobiernos.

Entre las funciones y posibilidades que puede ofrecer este microchip subcutáneo está el acceso a ordenadores, la apertura de puertas, compartir información o el hecho de fichar cada vez que se llega al puesto de trabajo. Estas son algunas de las ventajas que los encargados de la empresa de desarrollo de 'software' Three Square Market, -la primera compañía de Estados Unidos en implantar el microchip a medio centenar de empleados de forma voluntaria- tuvieron en cuenta para llevar a cabo esta apuesta.

Rapidez y comodidad

Sven Becker es un empresario alemán que administra la plataforma digital ‘I am robot’, donde se pueden adquirir estos chips. En ella expone las prestaciones de los mismos en el presente como su uso como billete de transporte, complemento al terminal móvil o llave para abrir la puerta del coche. Pero Becker también presenta futuras aplicaciones de los microchips como sustitutos del carné de identidad y espacio de almacenamiento de billetes de avión o del historial médico para consultar en caso de accidente.

Ante las dudas y el escepticismo que puede suscitar este sistema, el empresario germano afirma en su plataforma que “es un tema muy controvertido y los defensores de la privacidad se llevan las manos a la cabeza”, pero aquellos que “se preocupan por la tecnología se dan cuenta rápidamente de que no corren riesgo de convertirse en un ciudadano transparente”. Becker alega que “cada teléfono inteligente es un objetivo mucho más interesante que un chip que solo contiene un número”. 

"En temas de riesgos de privacidad, un teléfono inteligente es un objetivo más interesante que un microchip implantado"

Sven Becker

— Administrador de la plataforma 'I am a robot'

De la misma forma se expresó Tim Pauwels, socio director de la empresa belga New Fusion, que en el 2017 implantó chips a algunos trabajadores: “No somos Gran Hermano y no podemos rastrear a nuestros empleados con el chip (…) Es solo una manera más fácil de abrir las puertas o acceder a tu ordenador”, declaró a Efe el directivo. 

Aplicaciones médicas

Rosa Villa, investigadora del Grupo de Aplicaciones Biomédicas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) –el mayor organismo público de investigación de España- afirma que la cuestión de los chips “es muy viable tecnológicamente” pero el principal problema es poner cortes de seguridad en el tratamiento de datos. Bajo su punto de vista, “los microchips están muy justificados en el campo médico”, puesto que se usan dispositivos en piel para medir la radiación, la glucosa, las constantes, incluso para registrar señales cerebrales y así controlar la epilepsia, por ejemplo. “La gente pide mejorar su calidad de vida y es cierto que toda esta tecnología está avanzando”, asegura Villa. No obstante, esta tecnología “puede ser muy bien utilizada en salud, pero fuera de eso hay un campo ético muy controvertido; hay una línea roja clarísima”, zanja la investigadora.

De hecho, hay distintos campos potencialmente relevantes –e interrelacionados- que inciden en el uso de estos microprocesadores. Un estudio encargado por la Comisión de Empleo y Asuntos Sociales del Parlamento Europeo analiza algunos aspectos como la seguridad, la salud, la ética y la legalidad del uso de estos microprocesadores en el ámbito laboral. A nivel legal, no hay una legislación europea que prohíba, restrinja o controle explícitamente el uso de los chips por parte de las empresas de la Unión Europea. Aún así, deja claro el componente de voluntariedad por parte del empleado puesto que pueden interferir, además, planteamientos éticos contrarios a ello, como la religión de cada individuo.

Más vulnerabilidad

En este estudio también se pone de manifiesto que la promoción del uso de esta tecnología puede conllevar vulnerabilidades, como puede suceder con el código PIN de la tarjeta bancaria. “Por lo tanto, hasta que no se resuelvan con éxito estas preocupaciones, parecería difícil justificar un requisito para un implante de chip por motivos de seguridad, ya que tal implante quizás no sea más seguro que la tarjeta que reemplaza”, expone el estudio del Parlamento Europeo.

De momento, ya son bastantes los empleados de distintas empresas y países que, de forma voluntaria, han accedido a implantarse este chip del tamaño de un grano de arroz. La gran mayoría lo han integrado entre el dedo índice y el pulgar puesto que la piel es más fina y permite una mayor conectividad. Los chips pueden ser de Near Field Communication -NFC, por sus siglas en inglés-, que son compatibles con un 'smartphone'; o chips con Radio Frequency Identification –RFID-, más populares para desbloquear puertas pero incompatibles con terminales inteligentes.

En cualquier caso, parece que los chips han llegado para quedarse y todo apunta a que será una tecnología con un potencial desarrollo futuro. Por ahora, empiezan a despuntar en un momento en que la privacidad y la gestión de datos personales forma parte de una preocupación global.

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