Estreno en Movistar +

Susan Sarandon se asoma a la muerte

"Todos deberíamos tener la opción de morir con dignidad y sin dolor".

"Me aterra la posibilidad de llegar a ser una carga para mi familia".

La actriz interpreta en 'La decisión' a una mujer que padece ELA y plantea el dilema de la eutanasia

Susan Sarandon es una enferma de ELA en 'La decisión'.

Susan Sarandon es una enferma de ELA en 'La decisión'.

Nando Salvà

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Lleva 50 años actuando, y ha interpretado papeles complicadísimos en títulos como ‘Atlantic City’, ‘El aceite de la vida’ y ‘Thelma y Louise’, pero aun así Susan Sarandon sintió terror a la hora de dar vida al personaje que la trae de regreso a las pantallas españolas. “Sentí que no podría enfrentarme a él porque, ¿cómo hacerlo sin caer en clichés o juicios morales? Durante el rodaje, tuve pesadillas terribles”, confiesa la actriz (Jackson Heights, Nueva York, 1946) acerca del drama familiar ‘La decisión’, en el que interpreta a una matriarca enferma de esclerosis lateral amiotrófica (ELA) que decide reunir a sus seres queridos -entre ellos sus dos hijas, encarnadas por Kate Winslet y Mia Wasikowska- para pasar el fin de semana. Ha decidido que, en lugar de dejar que su sistema nervioso vaya deteriorándose de forma lenta y dolorosa, se asistirá de su marido para acabar con su vida antes de que termine el domingo.

Desde este viernes disponible en Movistar +, y pese a haberse rodado mucho antes de la irrupción del coronavirus (de hecho, fue presentada en el Festival de San Sebastián de 2019), ‘La decisión’ plantea una situación plenamente relevante. “Ojalá la película inspire a aquellos que la vean a llamar a sus padres, o a sus amigos, o a seres queridos con quienes llevaban tiempo sin hablar”, espera la intérprete, ganadora del Oscar en 1996 gracias a su trabajo en ‘Pena de muerte’. “Pasan los años y me doy cuenta de que no conozco lo suficiente a mis hijos, y de que ellos no saben tanto de mí como yo querría. Nos hacemos viejos y el tiempo se nos acaba, así que debemos aprovecharlo tanto como sea posible”.  

El doctor Kevorkian

Aunque los cuidados paliativos están extendidos por buena parte del mundo, la eutanasia únicamente es legal en un reducido grupo de países como Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Canadá y Colombia; el suicidio asistido, asimismo, es legal en Suiza y en algunos territorios de Estados Unidos y Australia. “Creo que debería ser un derecho legítimo”, opina Sarandon, que durante el proceso de preparación para la película conoció a varios enfermos de ELA y revisó los escritos del doctor Jack Kevorkian, en su día condenado a prisión por haber practicado activamente la eutanasia.

“Todos deberíamos tener la opción de morir con dignidad y sin dolor, y rodeados de nuestros seres queridos sin miedo a que vayan a ser acusados de homicidio”. No tiene claro, en todo caso, si ella misma sería capaz de tomar una determinación tan drástica. “Incluso si supiera que me espera un enorme sufrimiento, me resultaría muy difícil dejar atrás a los míos. Por otra parte, me aterra la posibilidad de llegar a ser una carga para mi familia, de tener que dejar hasta mis necesidades más básicas y personales en manos de otros”, reconoce. “Es un dilema aterrador”.

Quizá le resultaría más fácil tener las ideas claras al respecto, añade, si albergara la creencia de que la muerte no es necesariamente el punto final de la vida. “Me encantaría tener fe en que hay un lugar en el que podremos reunirnos con nuestros seres queridos tras fallecer, y jamás me tomaría a broma a quienes creen en ello”. Sarandon recibió una educación católica férrea, y tal vez en parte por eso se siente muy lejana a la institución eclesiástica. “Mis esperanzas están centradas en este mundo, y prefiero asumir toda la responsabilidad de mi vida que ponerla en manos de ningún Dios”. Y, a sus 74 años, confiesa haber aprendido a afrontar con serenidad la idea de la muerte, en buena medida gracias a la ayuda del cine. “Cuando llegas a cierta edad, solo te ofrecen películas en las que tu personaje o bien muere o bien es testigo del fallecimiento de otra persona. Ya me he acostumbrado a tener la muerte cerca”.