Sorpresa dentro de la RFEF

La intrahistoria del volantazo de Rubiales: ¿fue un calentón o es estrategia?

En la reunión con los presidentes de las territoriales, Rubiales preguntó si podía contar con el apoyo de todos ante la sorpresa generalizada porque esperaban su dimisión

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Luis Rubiales habla ante la Asamblea de la RFEF.

Luis Rubiales habla ante la Asamblea de la RFEF. / EP

Fermín de la Calle

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El día más soprendente en el mandato como presidente de la Federación Española de Fútbol de Luis Rubiales, el elegido para dimitir, según confesó la tarde anterior a su equipo de trabajo, arrancó temprano en la Ciudad del Fútbol. La prensa se apiñaba en las instalaciones federativas interpelando a los asambleístas que se aproximaban a la entrada. Luis Rubiales aprovechó la entrada del presidente de la gallega, Rafael Lozán, que reunió a los medios a su entrada, para ingresar con su coche lejos de los focos cuando pasaban unos minutos de la diez de la mañana. 

Caras serias y pocas palabras ante los micrófonos, aunque cuando se apagaban las cámaras los asambleístas hablaban discretamente. Todos entraban en las instalaciones para presenciar una asamblea histórica, la de la renuncia de Rubiales acorralado por la presión social, política y deportiva tras el beso a Jenni Hermoso y los gestos obscenos en el palco del Sídney. A media tarde del jueves había saltado la noticia de su inminente renuncia, confirmada por fuentes federativas a los medios de comunicación que contrastaron la información llegada desde los despachos de la tercera planta de Las Rozas. 

Reunión tensa con las territoriales

La reunión que se produjo con los presidentes de las territoriales a las 10:30 fue tensa porque algunos le pidieron explicaciones y le reprocharon su actitud. Rubiales se encontró con la oposición frontal de Navarra y Canarias. País Vasco ni siquiera acudió. Ante la sorpresa de todos, el presidente les preguntó si contaba con su apoyo. Algo que extrañó a los presidentes, que durmieron con la información de la inminente dimisión de Rubiales en la asamblea. 

Además Rubiales tomó otra decisión de calado, cesar a todos los vicepresidentes menos a Pedro Rocha, presidente de la Extremeña. Su persona de su confianza y dirigente de evidente tono continuista que el de Motril eligió para que se quede al mando de la Federación ante la previsible inhabilitación a la que será sometido por el TAD tras la peticion del CSD. Apartaba así de forma fulminante a Bestard, Suárez, Del Amo, Soteras, Martínez, Gomar, Andrés y Lozano. Alguno de ellos, como Lozano, con pasado político en el PSOE, se promocionaba para sucederle en la gestora. 

Otro de ellos, Rafael del Amo, presidente de la Federación Navarra y el del Comité Nacional de Fútbol Femenino, cargo del que ha dimitido, fue el único vicepresidente de la Federación que le pidió que dimitiera. Además, Del Amo confirmó a su salida que la dimisión de Rubiales se daba hecha hasta que se subió al atril.

Pero a medida que se acercaba la hora de la misma comenzaba a enrarecerse el ambiente. Rubiales había cambiado de idea. "Cambió el chip, no sé si porque se calentó al ver cómo todos los medios publicaban su marcha o si era parte de una estrategia, que me extrañaría mucho", confesó un asambleísta a El Periódico de España, del grupo Prensa Ibérica, sorprendido por el giro inesperado de los acontecimientos.

Llenar la sala de trabajadores de la RFEF

Antes de la asamblea, y ya con la idea de mantenerse en el cargo, Rubiales hizo una última artimaña previa a la entrada a la sala donde se celebró la asamblea. Instó a los empleados federativos a que se incorporasen para llenar la sala. Solo 75 miembros de los 140 de la asamblea se personaron y el presidente quería tapar ese vacío. Los planos televisivos de la retransmisión de la federación de la sala, en la que no pudo entrar la prensa que cubrió el evento, mostraban muchas más personas de esos 75 asambleístas que acudieron a presenciar el adiós del presidente, un número que permitió sacar adelante la asamblea. 

Rubiales subió al atril sin la corbata federativa, un detalle no menor para el dirigente, minucioso hasta la obsesión. Y entonces ocurrió lo que nadie esperaba. El andaluz sorprendió a todos con un discurso que culpabilizaba a la víctima de su acción, la jugadora Jennifer Hermoso, y más aún, anunciando que renunciaba a dimitir. Cinco veces lo dijo: "No voy a dimitir". Ante la sorpresa de una sala de asambleístas leales y trabajadores federativos que aplaudieron de forma forzada, con Luis de la Fuente y Jorge Vilda en primera fila tan sorprendidos como el resto.  

Maniobra calculada

Al concluir, los presidentes de la territoriales y demás asambleístas huyeron del barco vertiginosamente. Apenas pasaban unos minutos de las 13:30 cuando Medina Cantalejo cruzaba el vestíbulo de la estación de Atocha acompañado de dos colegiados para abandonar Madrid. La hipótesis que tomaba fuerza entre los asambleístas más críticos es que el 'volantazo' no es casual y forma parte de un plan perfectamente diseñado por Rubiales. Calculaba así los tiempos y las consecuencias de una futura inhabilitación temporal, dejando a Rocha, su mano derecha y vicepresidente más fiel, al mando para manejar los hilos de la RFEF desde la sombra y luego retomar su puesto una vez falle el TAD de forma favorable, como el de Motril cree que ocurrirá. Algo que dejó claro en su discurso: "Espero que se siga haciendo justicia. Aquí está la verdad de lo que ha sucedido. Estas son mis explicaciones".

A las 12:24 del viernes 25 de agosto Rubiales pronunciaba la frase que hacía saltar todo por los aires: "No voy a dimitir". Un anuncio que provocó la sorpresa y la indignación por partes iguales. La anunciada dimisión se convertía en una huida hacia adelante que ahora falta comprobar si es fruto de un calentón o parte de una estrategia calculada que el dirigente no compartió ni siquiera con sus colaboradores más estrechos. Hay partido...