LA INDUSTRIA DEL DEPORTE

La política del fútbol, ese juego por Marc Menchén

03/07/2023 Joan Laporta y Javier Tebas en la gala de De LaLiga Santander a LALIGA EA SPORTS foto: captura de video de La Liga

03/07/2023 Joan Laporta y Javier Tebas en la gala de De LaLiga Santander a LALIGA EA SPORTS foto: captura de video de La Liga / Video

Marc Menchén

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El fútbol es un grandísimo negocio, pero también es mucha política, redes de contactos y estrategia. Y no es algo nuevo. Lo ha sido desde sus orígenes, cuando en 1870 las élites de Londres ya buscaban fórmulas para evitar que los prominentes industriales del norte de Inglaterra asumieran el liderazgo deportivo del deporte que habían inventado.

Entonces, se trataba de buscar fórmulas para impedir que pagaran a los jugadores y mantener el amateurismo con el que empezó a jugarse al balón. Poco o nada ha cambiado conceptualmente más de 150 años después, donde cada vez es más evidente que lo que sucede en los despachos puede ser crucial en muchas ocasiones. Sin ir más lejos, esta semana hemos visto un nuevo capítulo que vuelve a reflejar la importancia de conocer bien el terreno de juego de las alianzas en el deporte. 

No enfrentarse a las instituciones

Después de casi tres años de continuas tensiones con LaLiga, el FC Barcelona ha iniciado una fase de deshielo de las relaciones con la organización que preside Javier Tebas. "El Barça no puede estar enfrentando a las instituciones", asumía Joan Laporta días atrás en el programa Onze.

Días después, sería uno de los grandes protagonistas en el show de presentación de la nueva marca de LaLiga, recogiendo el premio de campeón, pero sobre todo evidenciando que hoy el único equipo enfrentando a la competición y los clubes que la conforman es el Real Madrid.

Tiempo después, pero parece claro que en los despachos del Spotify Camp Nou ya se ha entendido que un choque Barça-LaLiga no es un Laporta-Tebas, sino un club frente a otros 40 equipos, que son los que siempre tendrán la última palabra en cualquier decisión que sea sometida a votación. Ya sea una reforma de las normas de control económico, operaciones corporativas estratégicas como la de CVC o cualquier modificación de los reglamentos, como podría ser el audiovisual.

Nada que no pase en otras industrias, donde las empresas primero tratan de influenciar en sus respectivas patronales para que después hagan el respectivo lobby ante Congreso, parlamentos económicos y gobiernos de toda índole. Con la diferencia de que en el fútbol todo se magnifica y siempre flota en el ambiente ese deseo de muchos de que todo vuelva a estar enfangado entre acusaciones de corrupción, tráfico de influencias y dispendio. Y lo cierto es que nunca antes el fútbol profesional había estado tan unido en cuanto a plan estratégico y vocación de crear un negocio sostenible. Aunque a corto plazo suponga el peaje de no fichar todo lo que un aficionado querría.

La UEFA no pondrá impedimientos a los hóldings futbolísticos

En ese deseo de muchos de describir al fútbol como algo corrupto, especialmente cuando no se cumplen los deseos de su club, también surge la figura emergente de los hóldings futbolísticos. A medida que fondos de inversión y grandes clubes, sobre todo ingleses, han empezado a comprar equipos en el resto de Europa, el debate ha surgido en torno a si debería prohibirse su participación en competiciones europeas cuando sea posible un cruce entre entidades con un mismo propietario. Y la respuesta es que, por norma, rara será esa prohibición si se hacen bien las cosas.

En el foco estaban para esta temporada los grupos de los proyectos de Aston Villa y Vitoria Sport; AC Milan y Toulouse FC, así como Brighton & Hove Albion FC y Royal Union Saint-Gilloise. En la mente de muchos, la idea maquiavélica de que los dueños diseñarían resultados para alcanzar hitos. Eso es difícil de controlar, pero Uefa ya ha marcado sus líneas rojas: gestión independiente entre los equipos, límites a la financiación intragrupo y poder accionarial limitado, forzando incluso no tener mayoría siempre.