Un galáctico Courtois lleva al Madrid a la final de la Supercopa de España

Hay porteros que te llevan a la prórroga. Majestuosa resultó la noche de Mamardashvili, un prodigio de guardameta. Elástico. Ágil. Gigante porque abarcaba toda la portería. Pero también hay porteros que ganan títulos, incluso Champions, capaces como son de transformar un negro paisaje en una noche luminosa.

No hay tantos de esos, pero pertenece a esa aristocracia Thibaut Courtois, un tipo que jamás se quiebra. Ni siquiera en la prórroga cuando frustró el tanto de Fran Pérez. Ni tampoco en los 90 minutos iniciales cuando repelió un cabezazo venenoso de Cavani. Pero si llevó al Madrid a la tanda de penaltis el experto belga fue para robarle todos los focos y, por supuesto, las portadas a su colega del Valencia.

Comert, el central que hizo el penalti a Benzema, marcado por Benzema (1-0), erró después el segundo lanzamiento del Valencia. Tiró el balón a Yedda, otra de las grandes ciudades de Arabia Saudita. Salió por encima del larguero mientras Courtois se reservó para el cuarto y decisivo lanzamiento, que paró a Gayà, el capitán de un equipo que vive atormentado por los penaltis. Así perdió la final de Copa ante el Betis. Así perdió la semifinal de la Supercopa de España contra el Madrid.

Cien por cien de acierto blanco en la tanda decisiva

Pero la noche no solo fue de porteros sino que ofreció otro mensaje espectacular porque el equipo de Ancelotti dejó una lección. Benzema tiró el primero, gol. Modric lanzó el segundo, gol. el único que acertó en la dirección el meta del Valencia. Kroos se encargó del tercero. Gol. Y Marco Asensio tiró el cuarto. Gol. Ni el quinto necesitó el Madrid en una noche que se le complicó más de lo que imaginaba.

Con 2 españoles en el 'once'

Hay futbolistas españoles en el Madrid. No son muchos. Pero de vez en cuando hasta juegan. Siendo incluso titulares en una semifinal de la Supercopa ante un apocado Valencia al inicio, transformado el estadio de Riad en un mini Bernabéu con un grito que traspasa fronteras físicas y culturas: "‘¡Así, así, así gana el Madrid! ‘¡Así, así, así gana el Madrid!’", gritaban los miles de espectadores que no llenaron las gradas.

Hasta un par de españoles (Lucas Vázquez ejerció de lateral derecho; Nacho asumió el rol de lateral zurdo) alineó Ancelotti para demostrar que lo ocurrido en el flamante Estadio de La Cerámica (11 jugadores en el once inicial y ni uno solo español) había sido "una coincidencia". "No queríamos llegar a la prórroga, pero estamos donde queremos. En la final", ha dicho Marco Asensio.

Lo que no es coincidencia alguna es la exquisita precisión del Madrid en esos cuatro lanzamientos, convencido, además, Ancelotti de que tenía una bala de oro. Una bala de oro que usó en los minutos finales de la prórroga. Una bala de oro que usó después en la tanda de penaltis. Y así, orgulloso de tener un nueve que marca y un portero que marca, aguarda el Madrid rival para el domingo en la final. ¿Barça o Betis?

En el relato del partido hay, sin embargo, muchas más cosas. Extraño resultó que el Madrid, transcurrido el primer cuarto de hora, no tuviera ventaja en el marcador. Y eso que había perdido en el camino a piezas básicas por lesión (Tchouameni, Alaba e incluso Mendy), además del descanso preventivo que otorgó el técnico italiano a Modric, a quien cuida como si fuera una reliquia. Y lo es. Es tan valioso el croata que toca economizar esfuerzos con él, ahorrarle la cada vez menos energía que posee y protegerle casi en una urna de cristal para las noches donde se juegan títulos, aunque sea una Supercopa por la que nadie se tirara a las calles en Madrid, Valencia, Barcelona o Sevilla. 

Militao (cabezazo desviado), Rdorygo (chut mal dirigido), delicatessen de Benzema deslizándose como un patinador sobre hielo antes de transformarse en un delantero de montón con ese disparo a las nubes y Valverde, con una sacudida ‘valverdiana’. Tan típica como tradicionalmente eficaz. Un disparo desde fuera del área que desató el pavor en el valencianismo. 

El gol del Madrid era cuestión de tiempo. Pero no llegó por la ruta habitual. ¿O sí? Sí porque un pase de Militao a Benzema rasgó a la defensa de Gattuso. Como buen italiano que es, aunque ya no sea amigo de Ancelotti, debería saber que esas jugadas tan rudimentarias -pasa el central, cabalga el ‘nueve’- las carga el diablo. Penalti y gol de Benzema. Un clásico.

Benzema, cuatro goles en tres partidos y 3 de penalti

Suma el francés cuatro tantos en los tres últimos partidos. Y tres goles nacieron desde los once metros, enterrando los síntomas de esperanza que había exhibido el equipo valenciano. Supo entonces Cavani, soberbio cabezazo el suyo, que Courtois no tiene el trauma pos Mundial tras el triste paso de la selección belga por Qatar. Es como si el meta blanco no hubiera estado nunca en Doha. Y menos en diciembre pasado.

El Madrid de siempre. Portero que para, nueve que marca. Suficientes argumentos para abatir, o eso creía, a un apocado Valencia, asustado al inicio, que mostró detalles para levantarse y acabada la primera parte miró hacia los dos marcadores gigantes del King Fahd International Stadium para comprobar que la vida no cambia. Aunque quedó en evidencia la inseguridad del Madrid, que se libró de quedarse con 10 porque el árbitro le perdonó la segunda amarilla a Camavinga. 

Paradas y más paradas de Mamardashvili

Hasta Ancelotti lo vio tan claro que quitó al francés y colocó a Modric. Aunque el Madrid se quedó en el vestuario porque Lato, un zurdo que jugó por la banda derecha, sirvió un exquisito centro para que Samuel Lino, el joven talento cedido por el Atlético, aprovechara la noche libre que se tomó Lucas Vázquez. ¡Y era uno de los dos españoles!

A los 22 segundos de la segunda mitad, llegó el empate del Valencia. El Madrid administró entonces el tiempo, bajó las pulsaciones a la noche y pareció echarse la siesta. En 90 minutos solo un tiro a puerta. El penalti. Y en el tiempo añadido, cuando tocaba el clásico arrebato, apenas necesitó siete minutos para torturar al Valencia, sostenido por un gigantesco Mamardashvili. Ante él topó Vinicius y Valverde.

Al inicio de la prórroga, otra majestuosa mano del joven (22 años) meta georgiano frustró al delantero brasileño del Madrid. A Kroos le pasó lo mismo. Pero el Valencia no claudicó como demostró con un contragolpe soberbio rematado por Fran Pérez que halló otra prodigiosa mano derecha de Courtois para aguantar al Madrid cuando se dirigía ya camino de casa. Una parada asombrosa. Tal si el belga tuviera celos de su colega georgiano. Y por eso se adueñó de la semifinal aprovechando un tibio y mal lanzamiento de Gayà.

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