¿Es pecado rezar para pedir que se muera el Papa?

Hace unos días trascendió que algunos sacerdotes pidieron, durante una emisión en la que intercambiaban píos pareceres, que el Papa Francisco se muera pronto. Las palabras textuales del padre Gabriel Calvo, el cura que inició la plegaria y ejerce en Toledo, son las siguientes: "Yo también rezo mucho por el Papa, para que pueda ir al cielo cuando antes". El comentario provoca pícaras sonrisas de otros participantes en el programa, y todos los curas que hablan después, españoles y americanos, van manifestando sus fúnebres voluntades en la misma dirección. El padre Charles Murr dice: "Yo también me uno a las oraciones del padre Gabriel para el Santo Padre". "Somos muchos con esa intención", le responde el padre Gabriel. "Pues a ver si rezamos más fuerte", zanja el padre Francisco J. Delgado, a todas luces el moderador de la tertulia, antes de que el mexicano padre Juan Razo apostille que allí también están "unidos en la oración por el Santo Padre".

Un vistazo al perfil de X, antes Twitter, del programa basta para comprobar que sus participantes no parecen devotos de la teología de la liberación, sino más bien descendientes de aquellos curas que, en la Guerra Civil, cuando se quitaban la sotana aún tenían la marca del fusil en el hombro. Banderas con la cruz de Borgoña, himnos militares, vivas a "Cristo Rey"... Tampoco buscan engañar a nadie: se presentan como "una tertulia sacerdotal contrarrevolucionaria".

En un hilo que sirve para pedir disculpas –más o menos–, vienen a llamar tontos a los que interpretaron esos deseos de que el Papa se muera como deseos de que el Papa se muera: "Nos duele haber podido confundir a las almas sencillas que encuentran en nuestro programa formación y consuelo". Pero los comentarios de sus fieles delatan de nuevo que Francisco no es muy querido en ese entorno. "Yo no me ofendo para nada si ustedes oran para que vea el rostro del Señor cuanto antes", dice @PMunozIturrieta.

El viernes pudo tener lugar finalmente el entierro de Alekséi Navalni, el último opositor de cierta entidad que le quedaba a Vladímir Putin. Y no es que al presidente ruso se le mueran mágicamente los rivales polítcos: Navalni llevaba años en una cárcel siberiana, y fuera del país se da por hecho que el régimen ha tenido mucho o todo que ver con su fallecimiento. No se conocen aún las causas de la muerte y, de hecho, el Kremlin se resistió durante 10 días a entregar el cuerpo a su madre, y presionó a la familia hasta el último momento para que celebraran un funeral en la intimidad.

Lo que querían evitar las autoridades rusas es precisamente lo que se vio el viernes en Moscú. A pesar de que la policía grabó cada momento del acto, y aunque todos los presentes eran conscientes de que muy probablemente esas imágenes van a usarse contra ellos en el futuro, miles de ciudadanos quisieron participar en la despedida de Navalni. Por esa razón, por su valentía, esas miles de personas tienen un mérito superlativo. "No tenemos miedo", coreaban, y también culpaban directamente a Putin de la muerte del líder opositor ruso. En la tradición ortodoxa, el cuerpo de Navalni se exhibió en un ataúd abierto, y las imágenes de su madre despidiéndose de él impactaron a muchos usuarios de las redes sociales.

"Alekséi Navalni, descansa en paz. Tu muerte no será en vano. Tu asesino lo pagará", escribía en X @RafadelaGuerra. Pero, frente a mensajes de este tipo, muchos otros evidenciaban que cada día es más difícil mantener la esperanza ante una trayectoria tan implacable como la de Putin. "Putin ha impuesto un régimen tiránico en Rusia y ha mostrado su disposición no ya a encarcelar sino a asesinar a sus opositores. La sociedad civil es débil y con la muerte de Navalni, la oposición está descabezada", apuntaba por ejemplo @BernaldoDQuiros.

Más que personas hambrientas, vistas desde el dron del ejército israelí las miles de personas que el pasado jueves, como sucede con frecuencia por la hambruna con la que tienen que convivir, se agolpaban en torno a los camiones con comida que se internaban en la Franja de Gaza parecían hormigas. Una multitud de insectos tratando de alimentarse. Quizás es parte de la estrategia de deshumanización del enemigo que se da en todas las guerras; quizás las autoridades israelís piensan que, tras divulgarse esas imágenes, la reacción ante la noticia de que el jueves se produjeron más de 100 muertos en Palestina iba a ser más aséptica.

Como de costumbre, las versiones acerca de la naturaleza de la matanza son contradictorias. Los palestinos acusan a Israel de esas muertes; las autoridades del país hebreo admiten que dispararon contra una muchedumbre de civiles que estaban esperando para recoger alimentos cuando sus militares se sintieron amenazados, pero aseguran que la mayoría de las víctimas se produjeron en la estampida posterior. En cualquier caso, incluso el gobierno de Binyamín Netanyahu calificó de "tragedia" el incidente, el último de un conflicto que ya ha provocado más de 30.000 muertos palestinos.

Una consecuencia política no menor de esa guerra es que está desnudando la mengua del peso en el escenario internacional de la Unión Europea. La matanza del jueves provocó las quejas de siempre de las autoridades comunitarias. "Profundamente perturbada por las imágenes de Gaza. Se debe hacer todo lo posible para investigar lo sucedido y garantizar la transparencia. La ayuda humanitaria es un salvavidas para quienes la necesitan y debe garantizarse el acceso a ella. Apoyamos a los civiles e instamos a su protección de conformidad con el derecho internacional", escribió en X Ursula von der Leyen, en un mensaje que volvió a provocar ninguna consecuencia.