Campo de batallitas
Los récords de Platini con los que no puede Cristiano Ronaldo
El portugués ha superado al francés en número de goles en la Eurocopa, pero será difícil que haga lo que hizo él: dos 'hat trick' seguidos y marcar en todos los partidos
Eloy Carrasco
Periodista
Jugador extraordinario, entrenador insignificante, dirigente corrupto. Da un poco de pena esa curva descendente en la biografía de Michel Platini, pero es lo que hay. Inhabilitado por cobrar comisiones indebidas, y de vuelo corto y fallido en los banquillos, es la primera de sus tres vidas la que merece, más que un respeto, una alfombra roja.
Cristiano Ronaldo acaba de batir su récord de goles en la Eurocopa, pero ha necesitado cinco ediciones. El francés marcó sus nueve tantos en una sola participación. Será difícil que un futbolista sea tan determinante como fue él para que los 'bleus' alzasen el título de 1984, con un añadido que ya veremos si hay cristiano que lo supera: Platini marcó dos 'hat trick' seguidos. Uno de ellos, además, fue un 'perfecto', es decir, un gol con la derecha, otro con la izquierda y otro de cabeza.
En sus días de corto, aquel 10 maravilloso ya era un hombre arrogante. Fumaba sin tapujos cuando jugaba en la Juventus, y en una concentración el patrón Agnelli lo vio y se lo recriminó. Pero él, dominador del escenario incluso ante una figura como aquella, la de uno de los personajes cruciales de Italia en el siglo XX, supo salir airoso: «'Padrone', tranquilo, yo me lo puedo permitir, el que no puede fumar es este», le dijo mientras señalaba a Bonnini, el centrocampista pulmonar que le cubría las espaldas, el Kanté infatigable de aquellos turineses selectos.
Platini parecía que no sudaba y, sin ser un delantero puro, era un goleador tremendo. Además de sus nueve goles, en el torneo de 1984 estableció otro récord, que pervive: marcó en todos los partidos. Aquí se recuerda sobre todo el último, el más afortunado. Experto lanzador de faltas, en la final contra España tuvo una, con un ángulo espléndido, pero su disparo salió no muy fuerte, raso, al lado del portero; parecía pan comido para Arconada, que sin embargo cometió el error de su vida y el balón se le coló bajo el costillar izquierdo.
Fue su única Eurocopa como jugador. Volvió en 1992 pero ya como seleccionador francés, el paso lógico para una figura venerable. Pero el banquillo, al menos en el de los entrenadores, no era para él. Francia, un equipo insulso y sin nervio, pinchó a pesar de contar con dos de los delanteros más carismáticos, y buenos, de su historia, Papin y Cantona. No pasó de la primera fase, derrotada por la increíble Dinamarca en el partido decisivo. Se embarcó luego Platini en las travesías de los despachos y las corbatas, en los tejemanejes de la UEFA, y si como entrenador metió la pata, los tribunales sentenciaron que como dirigente metió la mano.
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