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"La soledad aumentó tras la pandemia, bien por prudencia, bien a la fuerza"

La habitación de los abrazos

El miedo al contagio, la asfixia que en muchas personas causa el uso de la mascarilla, así como el aislamiento posterior al confinamiento, decretado por el Gobierno para evitar la mayor propagación del Sars-Cov-2, son algunos motivos por los que la soledad dirige la vida de los ciudadanos más sensibles al truculento escenario abierto por mor de la pandemia.

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En algunos casos, se trata de una soledad elegida por prudencia; en otros, el individuo se queda solo porque sus familiares han fallecido por el ataque del coronavirus. Caminan cabizbajos, entran a los lugares públicos sin poder abrazar o estrechar la mano a quien, hasta hace dos años, era la alegría de sus días, su razón de salir a la calle, olvidando, por un rato o unas horas, la tragedia que nos ha tocado sufrir.

Los casos de depresión y ansiedad crecen y se agravan en los que ya padecían estas dolencias. A este propósito, Celso Arango, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, afirmó que en nuestro país hay un 40% menos de psiquiatras en relación con otros de la Unión Europea. Por su parte, no se contratan a más profesionales de la salud mental en la Sanidad Pública, lo cual hace inviable las consultas con mayor grado de frecuencia, ya que se tienen que esperar tres meses para asistir a la siguiente.

El mundo ya no será jamás como lo era antes. Presiento que durante muchos años tendremos que conformarnos con hallar compañía en las redes sociales, pero la realidad virtual no es tangible, lo que hablamos con nuestro contacto no recibe el calor humano, tan necesario para posibilitar la apertura al cosmos físico y social.

El ser humano está y se siente más solo que en 2019; esa Nochevieja fue la última en la que pude gozar del apego afectivo de mis amigos y vecinos. Queda, según Wordsworth, "el recuerdo", donde "siempre subsiste la belleza".

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