Ser padres sin titulación

¿No os habéis percatado de una carencia tremenda en nuestra  sociedad, que garantice una mínima armonía familiar intergeneracional?  Pregunto. Para cualquier cometido medianamente responsable, se exige  un título: médico, abogado, ingeniero, arquitecto...¿verdad?

¿Y qué título, preparación o acreditación se exige para ser  padres? Hace 30 años eran las famosas amonestaciones de los curas. O  sea, unas monsergas de unos tipos que ni estaban casados ni  (supuestamente) habían tenido hijos, dando clases sobre la materia.  Vamos, es como poner a un ingeniero de minas enseñándole a un patrón de pesca cómo tirar las artes de arrastre.

Durante estos dos días de Navidad, con cena y comida en  entornos familiares, he tenido alguna discusión con los padres por sus  acciones autoritarias con los niños. Lo de siempre, levantar la voz, a  veces levantar la mano (sin bajarla, porque eso no lo permito), y los clásicos castigos: te quedas sin móvil, te quedas sin 'play'...

Vergonzoso, tercermundista, inepto, torpe y descerebrado trato de unos padres, que pretenden descargar la presión de su  opresión laboral. O sea, mi jefe me machaca a mí, y yo machaco a  mis hijos. Cuando tenía 10 años, hace 60, me pegaban mi padre, mi  abuelo, mi maestra, mi profesor y el cura, sí el cura también,  después del clásico "¿cuántas veces hijo mío?".

Si el campeón mundial de la formación (aquí los estúpidos la llaman educación) juvenil del mundo es Finlandia, ¿por qué no vamos allí para aprender? Yo no necesito ir. Trabajé en Ericsson casi 40  años entre suecos, daneses, noruegos, holandeses... y aprendí de  ellos (entre muchas otras) dos cosas de la formación infantil: la  primera, nunca violencia física ni psíquica ni siquiera verbal. La  segunda, hay que convencerles de que la escuela es para aprender, para saciar  su incansable aprendizaje: las matemáticas no hay que estudiarlas,  solo hay que comprenderlas; el inglés, ese es uno de los grandes  problemas de este país (gran país) cuando al general Franco se le  ocurrió doblar las películas, para evitar la temida palabra democracia.