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He estado en Sevilla cuatro días. Una ciudad deliciosa que te recibe con los brazos abiertos. Yo vivo en el Eixample Esquerra de Barcelona. No soy independentista y la verdad es que no ver durante cuatro días lazos amarillos ha sido muy relajante para mis ojos. Y no respirar el ambiente de crispación y mal rollo que hay desde hace un tiempo en Barcelona ha sido fantástico. Y eso que yo adoro Barcelona.
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Al no ser independentista, muchas veces harta del lazo amarillo, llevo un lazo con la bandera española, también tengo derecho. Pues por este motivo sufro en mis carnes el desprecio de vecinos, conocidos y de personas que van por la calle. Me han dicho puta, fascista, nazi, facha y diversos insultos. Personas de mi familia, independentistas, me piden muchas veces que me quite el lazo, por miedo a “que me hagan algo”.
Estoy cansada de tanto fanatismo, ya que tengo la sensación de que estas con ell@s o contra ell@s. Basta ya, todos tenemos derecho de expresarnos con libertad y a tener opiniones diferentes. Como me gustaría volver a tiempos pasados donde no había este mal ambiente.