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Meteorología: La ridiculez como categoría informativa
Vista de la Puerta del Sol de Madrid, bajo el intenso calor. / JUAN CARLOS HIDALGO/EFE
José Luis Peira
Calor extremo. Nos hemos habituado a presenciar los informativos meteorológicos como un tesauro de amenazas venideras. El tiempo, ese inestable y hasta cierto punto impredecible revoltijo atmosférico es, desde hace una temporada, una cosa mala que en cualquier caso nunca está bien y siempre está mal.
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Ya no hace calor o las temperaturas son elevadas, no, ahora es calor extremo, o sahariano, porque ya se sabe que las cosas malas en España siempre vienen de fuera. Pero, si por una casualidad se pasa de los 35 grados en Jaén, temperatura normal en agosto de toda la vida de Dios, a un descenso transitorio a 27, entonces es golpe otoñal, como bautizó el otro día en una cadena una señorita que se emociona metiendo miedo.
Pronto llegarán unos chubascos que recibirán bautizos aterradores: gota fría, temporal de lluvia, destrozos en un toldo o cosas así, y más adelante llegará el frío siberiano, porque el del páramo leonés es de aprendices.
Excuso comentar como merece esa moda de poner a uno o una al borde de una piscina asustando con lo de las noches tropicales o en un puerto de montaña con gorrito y guantes para decir que a 2.700 metros ha caído nieve como puede verse aquí a mi espalda. La ridiculez se ha establecido como categoría informativa. Ignoro si en las diferentes cadenas les meten caña para que asusten o es que a título individual lo ven como una ventana promocional y usan cualquier artimaña en esos escaparates para abrirse paso en el duro mundo profesional.
Lo cierto es que, como consecuencia, la inactividad mental de muchos da por ciertas todas esas alarmas terribles en las que el tiempo ya no es nunca jamás bueno y siempre una amenaza para que, si podemos, no se salga a la calle y en caso de necesidad imperativa hacerlo tomando muchas precauciones como caminar por la sombra, beber abundante agua y encomendarse a la virgen de la patarrastras.
Algunos definen a esta como la Era de la Vulnerabilidad. Vivimos unos tiempos en los que todo ha de provocar inseguridad y temor, desde los ataques terroristas a la bajada del euríbor, o la subida, tanto da. Ese miedo permanente a que se somete al ciudadano desdibuja la realidad, porque al final salimos a la calle y seguimos con nuestras vidas en la aplastante mayoría de los casos. Los sucesos de portada no son más que casuística, loterías, por así decir. El ejemplo de la información meteorológica en su absurda ridiculez es bastante ilustrativo. En el traslado a la información pública se ha terminado por convertir a una rama científica francamente apasionante en un espantajo vergonzante. Toca cambiar, seamos serios.
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