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Los resultados de Vox, producto de falacias y voto irracional

Santiago Abascal, líder de Vox, en el mitin que su formación celebró este jueves en Valencia.

Santiago Abascal, líder de Vox, en el mitin que su formación celebró este jueves en Valencia. / Enrique Palomares Europa Press

Los resultados del 10-N reflejan que un sexta parte del Congreso de los Diputados tendrá unos posicionamientos duros en el Parlamento, basta con haber leído la propaganda electoral de Vox o con haber prestado atención a su discurso en el último año. Lo primero será un fortalecimiento en posturas contrarias a las políticas de igualdad de género y la violencia machista; lo segundo contra las políticas migratorias; lo tercero, políticas favorables al Estado unitario o centralista en detrimento del Estado autonómico, o tendente al federalismo; lo cuarto, posiciones antieuropeístas; lo quinto, posiciones hostiles al gasto público y a políticas fiscales que lo financien; lo sexto, favorecer la educación concertada en detrimento de la pública; y por último, una posición beligerante, en lugar de conciliadora, para solucionar la crisis política de Catalunya.

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La aparición de este partido y este último pico de auge han sucedido tras episodios como el 1-O y la violencia de las últimas semanas de octubre en Barcelona; hay un cordón umbilical que retroalimenta ambas posturas intransigentes, el radicalismo tras la sentencia del Tribunal Supremo han contribuido a este resultado en el conjunto de España.

Un tema del que se habla poco son las falacias que ha utilizado este partido para captar votos que se pueden reducir en tres: la primera es captar el voto católico al mismo tiempo que se promueve políticas antimigratorias, lo cual es paradójico, pues es contrario a la doctrina social de la Iglesia católica; lo segundo es ilegalizar los partidos independentistas para solucionar la crisis política catalana: basta recordar que cuando Franco intentó eso en el País Vasco la situación se enconó y surgió ETA; y la última, es reducir el gasto público para mejorar la economía española, lo cual supone reducir el efecto multiplicador de las inversiones del Estado en la economía del país.

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