"Las lágrimas de emoción de Simone Biles"

Había una tremenda expectación para ver en acción a la gimnasta estadounidense en la barra de equilibrio, después de haber renunciado a la competición en las diferentes modalidades de la gimnasia artística, tanto a nivel individual como por equipos, por no encontrarse mentalmente preparada para ello. 

La valiente y ejemplar decisión de Simone, favorita en todas las quinielas para hacerse con el oro olímpico en todas la pruebas en las que habría podido participar, ha servido para generar un debate global sobre la salud mental en el deporte de alta competición, y sobre la presión, de todo tipo, a que están sometidos los deportistas, que es lo que, en definitiva, puede generar su bloqueo. 

Un bloqueo que se ha evidenciado en estos Juegos Olímpicos gracias a una formidable deportista que ha recuperado la sonrisa al recibir la medalla de bronce en su última participación, una más para añadir a su extraordinario palmarés. Y una lección magistral que debe servir para reflexionar y cuestionar si los métodos de trabajo tanto físicos como psicológicos son los adecuados. 

Las lágrimas de emoción de Simone Biles al recibir su medalla tienen un significado mucho mayor que el triunfo. Ha sido  una victoria moral protagonizada por una deportista ejemplar, un ejemplo de superación y de pundonor fuera de serie.