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La verdadera importancia del artista

Hay una situación que emocional y estéticamente me atrae: cuando los hombres y mujeres, solos o en grupos, están de pie delante de una obra de arte.

Hay una situación que emocional y estéticamente me atrae: cuando los hombres y mujeres, solos o en grupos, están de pie delante de una obra de arte. / Manuela Mantos Monteiro (Berlin Fotofestival)

Desde épocas inmemoriales, el arte es el acto por el cual la humanidad, valiéndose de la materia, de la imagen o del sonido, imita -o expresa- lo posible o incluso lo imposible. Entonces, lo crea, le da forma reproduciendo o fantaseando. Este concepto es el que ha perdurado a través de los siglos, amparándose en el siempre tan atractivo como efectivo sentido de la estética.

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Lógicamente, la misión del artista es la total -o por lo menos parcial- conquista del público, verdadero receptor de su obra, que ha de constituirse en un interlocutor cargado tanto de escepticismo como de validez, pues hasta el momento de esta nueva experiencia ignora el cambio de sentimiento critico, por elemental que sea. Si no obtiene un conocimiento completo solo se obtendrá la desmitificación del artista, su bajada de calificación, su retroceso en la tan anhelada ascendencia. Esto no es ninguna afrenta o injuria, es una simple reacción, pero cargada de carácter recordatorio.

Una obra que no alcanza el minimo de complaciencia marca y encasilla a su autor. Mucho le puede costar volver a ser merecedor -si ya estaba consagrado- de la renovada confianza. ¡Y si se le ocurre llevar a cabo alguna producción banal pero agradable o falsamente afectiva, puede caer en la clasica trampa de la idolatría! Igualmente, en el mundo del arte, la exclusiva fidelidad a una idea constante o repetititva puede constituir lo contrario a su objetivo, es decir, recaer en la infidelidad. Lo mismo ocurre cuando el creador se cobija en el habitual refugio del fotografismo (el constante recuerdo de algo ya sucedido para inmortalizarlo) o el virtuosismo (abusar del fatuo o vanidoso dominio de la consabida habilidad).

 Priorizando estos conceptos, aquellos que se consagran a las multiples facetas que ofrece el arte, obtendrian resultados más que aceptables, pues hoy en día impera más la impactante plasmación que la sencilla sugestión. Muy acertada es la frase del psicólogo suizo Carl Gustav Jung: "Conoce todas las teorías, domina todas las técnicas, pero cuando tengas un alma humana, sé solamente otra alma humana".

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