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El arte y su función social

Un visitante, frente al cuadro original del ’Guernica’ en Madrid

Un visitante, frente al cuadro original del ’Guernica’ en Madrid / CHEMA MOYA

Los seres humanos somos por naturaleza artistas, por ende, el origen del arte comienza con el origen de la humanidad. Desde la pintura rupestre hasta la última pieza contemporánea creada, el arte ha servido como medio, forma y fuente de expresión. Sin embargo, no se limita a una mera manifestación estética, sino que nace como una necesidad de provocar emociones fuertes que queden grabadas en el recuerdo de todo individuo y de los pueblos.

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Al mismo tiempo, el arte se considera como una formidable herramienta de denuncia social: los artistas con sus obras apelan a los sentimientos más profundos del individuo para que desarrolle la capacidad de ponerse en el lugar de alguien o, mejor dicho, para que sea empático, cualidad que nos hace humanos y nos diferencia de las bestias. Quizá, una de las causas de tantas guerras y horrores del pasado y del presente es la falta de esta capacidad, que nos está llevando al nihilismo y a la desconfianza total hacia el ser humano.

De todas formas, el arte es el espejo de la sociedad, pero se refleja de manera no siempre inmediatamente comprensible y, por eso, requiere un trabajo emocional y cierta capacidad de interpretación de la misma. Entonces, ¿qué sentido tiene representar algo difícil de entender si el objetivo es comunicar un mensaje colectivo? Piénsese, por ejemplo, el Guernica de Picasso, que con sus figuras simbólicas remite a las violencias de la Guerra Civil española, o en el Parque de La Memoria, dedicado a los desaparecidos durante la dictadura militar argentina de los años 70. El objetivo es el de que se interpreten las obras para reflexionar sobre determinados acontecimientos, comprometerse con los problemas sociales, despertar las emociones más profundas y apelar a estas para sensibilizar sobre temáticas delicadas.

No se debe cometer el error de dar por sentado este medio de expresión, sino que hay que aprovechar los beneficios que aporta como forma de democracia aplicada, concreta y real: de hecho, a través del arte somos libres de expresarnos optando por cualquiera de las diferentes modalidades posibles. El arte es más que un patrimonio cultural, sirve para crear una memoria colectiva y para que los errores y horrores del pasado no se vuelvan a repetir nunca más.

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