"Nos desvivimos para parecer interesantes porque ser normal resulta imperdonable"

Al terminar su verdadero trabajo, actrices y actores deben embarcarse en giras -o ruedas de prensa, según presupuesto- donde son preguntados por el proceso, la profesión, la actualidad nacional, internacional, compañeros, moda, cocina, sexualidad…

Y el actor, que ya interpretó a su personaje, debe ahora crear otro aún más interesante para los medios: lúcido con los problemas que asolan el mundo, divertido para vender el producto, atractivo para las fotografías, interesante, sonriente, cautivador… De lo contrario, el actor podría convertirse en alguien gris, aburrido, malencarado, corriente, común… En alguien normal, a fin de cuentas.

Y aparecer en pantallas públicas y ser perfectamente normal resulta imperdonable. Esta problemática, que podría parecer deseable, hace tiempo que se propagó entre los mortales infectándolos de vanidad, redes sociales mediante. Estas ventanas abiertas -que son callejones sin salida- se han convertido en una promoción constante, donde nos esforzamos hasta desfallecer para crear personajes sonrientes, cautivadores, vividores, interesantes… Porque ser perfectamente normal resulta, vaya, imperdonable.