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Cuando el turismo solo beneficia a una minoría
Vista de Barcelona tomada desde un helicóptero, en una imagen de archivo. /
MAITE CRUZ
Tengo la suerte y la desgracia de vivir en Barcelona. Suerte, porque de no vivir aquí, no podría costearme el viaje para visitarla. Y desgracia porque, viviendo en ella, cada vez puedo disfrutarla menos. Soy víctima de su gentrificación. Efecto colateral del modelo turístico imperante, beneficioso solo para una minoría.