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Así entra China en el año del conejo

China celebrará el próximo día 22 la entrada en su año nuevo, el año de conejo. En la cultura china, el signo del conejo es un símbolo de longevidad, paz y prosperidad. ¿Cuáles son las previsiones para China? ¿Su papel en la escena mundial? Jaume Suau, coordinador del grado en Global Communication Management en Blanquerna-URL y director del grupo de investigación DIGILAB, y Marc Torras, alumni ESCI-UPF y director general de GISP, que durante 10 años vivió en China, analizan los retos para este nuevo año.

Año nuevo chino

Año nuevo chino

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Jaume Suau y Marc Torras

A finales de diciembre, el Banco Mundial rebajó en una décima el crecimiento de la economía china para 2022, hasta el 2,7%, y su previsión de crecimiento para 2023 en dos décimas más, hasta el 4,3%. En su actualización de las previsiones, el organismo advirtió la posibilidad de que las perspectivas de crecimiento se sigan deteriorando debido a nuevos brotes de covid y a las políticas chinas de contención de la pandemia. Asimismo, alertó de que la tensión en el sector inmobiliario chino podría tener repercusión en la economía global. El debilitamiento de las perspectivas económicas chinas llega en un año en que, por primera vez en las últimas tres décadas, China no será el motor del crecimiento asiático. 

¿Coexistencia o conflicto?

Jaume Suau. Coordinador del grado en Global Communication Management en Blanquerna-URL y director del grupo de investigación DIGILAB

El próximo día 22 empezará en China el año del conejo. En este ciclo de 12 signos del zodiaco, el último año del conejo fue en 2011. Xi Jinping, pues, está a solo un año de completar el ciclo. Investido como nuevo líder chino en el 2012, año del dragón, su tercer mandato finalizará en el 2027. Con un control absoluto de las estructuras del Estado y del Partido Comunista, nadie descarta que mantenga el poder pasada esta fecha. Este es un hecho relevante que marcará la evolución de China en las próximas décadas. A menudo desde Occidente se tilda a China de dictadura, sin captar que, si bien se trata de un sistema político de partido único, en realidad, el liderazgo era colectivo, basado en equilibrios entre diferentes familias y estructuras del Estado y del Partido. El límite de mandatos era un elemento de ese equilibrio interno, considerado necesario después de los excesos de Mao Zedong. 

China ha visto en las últimas décadas crecimiento económico y mejora de las condiciones de vida de una gran mayoría de la población, con apertura y cambio en relación a la economía, coexistiendo dirección estatal con iniciativa privada, pero no en el ámbito político, donde el poder del Partido Comunista no se discute abiertamente. Sin embargo, durante los últimos años la concentración de poder en manos de Xi y su círculo se ha consolidado, lo que ha provocado la disminución del debate interno dentro del partido y ha favorecido un discurso de carácter nacionalista e, incluso, restrictivo hacia la iniciativa y libertad individual, especialmente de las minorías étnicas. En este contexto de modificación de la estructura política, China afrontará varios retos.

A pesar de la reducción del crecimiento de los últimos años a causa de la pandemia, la previsión es que China sea líder en PIB hacia 2035

A nivel interno, habrá que ver cómo afectará la rápida propagación de la pandemia en una población mayoritariamente no inmunizada. Según ‘The Economist’, más de un millón de personas pueden perder la vida en China en los próximos meses. Otro factor importante es el económico. A pesar de la reducción del crecimiento de los últimos años a causa de la pandemia, la previsión es que China sea líder en PIB hacia 2035, si bien habrá que ver cómo el envejecimiento de la población en relación con la política del hijo único de décadas pasadas, conjuntamente a la menor natalidad actual, afecta a la economía china a largo plazo. 


/ THOMAS PETER/REUTERS

En este sentido, a pesar de la común interdependencia económica, China y EEUU están en continua competencia en diferentes sectores, como el 5G, cadenas de suministro, semiconductores y chips etc. Ambos países han establecido medidas proteccionistas en los últimos años. En el caso chino, a nivel interno parece instalarse cierta preferencia o retorno a la intervención estatal en detrimento de la iniciativa privada, especialmente extranjera (circulación dual). Es el caso de mercados como el inmobiliario, las academias privadas, producción cultural o las plataformas tecnológicas, todos ellos mercados en los que el gobierno ha intervenido de forma decidida. 

Por lo que respecta al ámbito externo, es probable que China continúe su expansión económica invirtiendo en otros países del sur global, si bien todos los ojos estarán puestos en Taiwán. Con un tono más nacionalista que los líderes que le precedieron, Xi ha mencionado más de una vez que la reunificación con Taiwán no puede ser un problema que se deje para las próximas generaciones. 

Pese a la creciente agresividad verbal y diplomática, una posible invasión militar en Taiwán se ve ahora menos probable que hace un año

No se puede menospreciar la inversión militar china de la última década: el país cuenta ahora mismo con la fuerza naval más numerosa del mundo, la tercera fuerza aérea y la capacidad de competir tanto en la guerra en el espacio como en el ciberespacio. En 2035 se calcula que pueda rivalizar con EEUU y Rusia en arsenal nuclear. Sin embargo, y pese a la creciente agresividad verbal y diplomática, una posible invasión militar en Taiwán se ve ahora menos probable que hace un año. La respuesta de los países occidentales a la invasión de Rusia a Ucrania ha demostrado a Beijing que la supuesta decadencia occidental no ha impedido una reacción decidida.

Sin embargo, es importante entender la geopolítica actual desde el punto de vista chino. La China imperial ha sido el actor político central en el sudeste asiático durante milenios, acostumbrada a diseñar las reglas del juego hasta la llegada occidental: la derrota en las guerras del opio y la ocupación japonesa se conoce como los «cien años de humillación nacional». Así pues, lo que para Occidente es la aparición de China en la escena internacional, desde China es simplemente una vuelta a su posición hegemónica natural

Los próximos años serán claves para ver cómo evoluciona China y qué rol reclama en el escenario internacional

Los próximos años serán claves para ver cómo evoluciona China tanto a nivel de sistema político como en términos económicos, así como qué rol reclama en el escenario internacional, con la gran pregunta de si un choque violento entre las grandes potencias es de carácter inevitable.

La pieza del rompecabezas

Marc Torras. Alumni ESCI-UPF y director general de GISP. Ha vivido durante 10 años en China

Hace unos años, las conversaciones sobre China trataban de oportunidades de inversión, crecimiento… Hoy, se habla de economía hundida, deficiente gestión del covid y ciberautoritarismo. ¿Qué ha ocurrido durante estos años? ¿Tanto ha cambiado la situación?

Desde Deng Xiaoping, los diferentes gobiernos chinos han dado prioridad al desarrollo económico (da igual de qué color sea el gato, mientras cace ratas, dijo Deng), y China ha mantenido un crecimiento económico nunca visto, acompañado de cambios sociales muy acelerados.

El golpe de timón quedó representado en la calculadísima expulsión del expresidente Hu Jintao del congreso del Partido Comunista

Todo cambia cuando Xi Jinpig toma el poder. Xi tiene la percepción de que China está adaptando el modelo socioeconómico de Occidente, que él considera agotado. El golpe de timón quedó representado para el mundo entero en la calculadísima expulsión del expresidente Hu Jintao del congreso del Partido Comunista. El mensaje fue muy claro: la vieja guardia ha perdido todo el poder, aquí mando yo. Traducido, esto significa que, a partir de ahora, la política y la ideología pasan por delante de la economía. Ya no es igual de qué color sea el gato.


/ EFE VÍDEO\AFP/China OUT

El ejemplo más claro: la gestión del covid. Por motivos políticos, mientras los países occidentales volvíamos a la normalidad, la población china ha vivido en un estado de semiconfinamiento, con un control de todos y cada uno de sus ciudadanos mediante códigos QR. Los chinos no tenían miedo al covid, sino a que les saliera el QR rojo y se los llevaran a un centro de confinamiento del Gobierno. Ahora se ha abierto, pero tarde y mal, lo que está provocando muchas muertes, aunque nunca se sabrá cuántas porque el Gobierno no da datos oficiales.

A nivel geopolítico, la relación entre EEUU y China ha sido una montaña rusa. De la inoperancia de Obama a la locura de Trump, que aplicó sanciones unilateralmente para tratar de parar los pies a China, pero también dividió al pueblo estadounidense como nunca, sacó a EEUU de las instituciones que habían creado para liderar el mundo, alienó a sus aliados y dejó un vacío como líder mundial. Fue como si Trump hubiera eliminado la pieza principal del rompecabezas mundial, y China tuviera otra que podía llegar a encajar. Pero en lugar de acercarse, China se alejó de Occidente. Hong Kong, Xinjiang, el estado policial, la gestión del covid (principalmente, la falta de transparencia y la reacción desmedida a cualquier atisbo de crítica), la diplomacia Wolf Warrior... la opinión pública occidental ha empeorado mucho, dificultando muchísimo a sus gobernantes poder establecer un diálogo constructivo.

A medida que Xi afianzaba su poder, China apostaba por una versión más agresiva. Y cuando se produjo el asalto del Capitolio por parte de los seguidores de Trump -probablemente el ridículo más espantoso de EEUU en su historia- se sintieron reafirmados. Los republicanos rechazando el resultado de las elecciones, Jamiroquai y compañía paseándose por los pasillos del Capitolio… Fue la confirmación de todas sus teorías.

El bloque occidental es mucho más fuerte y está más unido que antes de la invasión de Ucrania y probablemente eso ha hecho variar la hoja de ruta de China

Pero Biden, después de un comienzo de mandato desastroso (gestión del covid, Afganistán, sobrecalentamiento de la economía, inflación...) ha logrado hacer revivir la imagen que el mundo tenía de EEUU, al menos parcialmente, sobre todo gracias a la invasión de Ucrania por parte de Putin. La debilidad de Rusia desconcertó a los chinos, a Occidente y al propio Putin. Pero lo que más ha sorprendido a todo el mundo ha sido la reacción de Europa y EEUU. Nadie en China ni en Rusia esperaba una reacción así de unos países que veían acabados y en decadencia, y ahora mismo no cabe duda de que el bloque occidental es mucho más fuerte y está más unido que antes de la invasión. Esta dinámica ha llevado a EEUU a realizar acciones antes impensables: a nivel político, la visita de Nancy Pelosi a Taiwán; a nivel económico, las restricciones de exportación de determinados tipos de chips a China

Esta reacción en bloque de Occidente probablemente ha hecho variar la hoja de ruta de China. Como Xi ha dicho varias veces, uno de sus principales objetivos es reunificar Taiwán con la madre patria. Pero ahora sabe que habría consecuencias, lo que les obliga a replantearse el escenario.

La no victoria de Putin cogió a los chinos a contrapié, obligados a no condenar un conflicto que no deseaban

Por otra parte, la guerra, y sobre todo la no victoria de Putin, cogió a los chinos a contrapié, obligados a no condenar un conflicto que no deseaban. Pero se han sabido adaptar rápidamente y muchos han pasado a ver a Rusia como un estado vasallo: aceite y gas por debajo del precio de mercado, en un momento en el que la economía china está sufriendo por culpa de la gestión del covid, a cambio de apoyo político.

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Así, las dos grandes crisis de estos últimos años, el covid y la guerra en Ucrania, han servido para reforzar la separación entre dos bloques. Es una lástima, porque hubo un tiempo en el que China hubiera podido tomar una posición de cooperación y liderazgo, llenando el vacío dejado por Trump. Pero cuando éste se llevó la pieza más grande del rompecabezas, cogieron una cuadrada y la quisieron encajar a martillazos.

Xi Jinping sigue aspirando a poner a China en el centro del mundo, pero lo tiene mucho más difícil que antes

Xi Jinping sigue aspirando a poner a China en el centro del mundo, pero lo tiene mucho más difícil que antes. La percepción que se tiene de China ha cambiado radicalmente, y ahora los americanos podrían tener margen para volver a llenar ese vacío, si logran ponerse de acuerdo entre ellos. 

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