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Las noches tropicales están volviéndose más frecuentes que los días tórridos

El número de noches tropicales ha ido aumentando de forma progresiva y, además, cada año tienen lugar antes. Por ejemplo, en el aeropuerto de El Prat, cuyo observatorio se encuentra en las afueras, de 1961 a 1990 se registraron 20 noches tropicales al año y de 1991 a 2020, 60. Es decir, las noches tropicales se han triplicado en apenas 30 años.

Insomnio en las noches tropicales

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Una de las imágenes más repetidas en los informativos cuando hablan de cambio climático en verano es la de los golpes de calor y los 40 grados a la sombra en pleno día. Pero, sorprendentemente, de continuar aumentando la emisión de gases de efecto invernadero, la imagen más recurrente del calentamiento global en el Mediterráneo no van a ser los días tórridos, sino las noches tropicales, que este año ya se han registrado en numerosos puntos de la Península durante el excepcional episodio de altas temperaturas que tuvo lugar el pasado mayo, y que lo han convertido en el más cálido en la región desde que hay registros

En Barcelona, algunas noches las mínimas no bajaron de los 20 grados en los barrios de Les Corts, Gràcia y Eixample, y se prevé que en los próximos días el termómetro nocturno vuelva a rebasar la marca durante la que quizás sea la primera ola de calor climatológica del año. Es lo que se conoce como noches tropicales.

No es la primera vez que las noches tropicales llegan tan pronto a Barcelona —las más precoces en la ciudad datan de 2020— pero los estudios señalan que cada año año se registran antes y, además, con más frecuencia, a consecuencia del cambio climático. 

Verificat ha extraído datos de temperaturas mínimas registradas en las últimas décadas de observatorios de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) y de Meteocat. Las gráficas muestran que, efectivamente, el número de noches tropicales ha ido aumentando de forma progresiva y, además, cada año tienen lugar antes. 

Por ejemplo, en el aeropuerto de El Prat, cuyo observatorio se encuentra en las afueras, de 1961 a 1990 se registraron 20 noches tropicales al año y de 1991 a 2020, 60. Es decir, las noches tropicales se han triplicado en apenas 30 años.

El calor de la noche está aumentando más que el de día

Las temperaturas mínimas no solo irán aumentando en Barcelona, sino también en buena parte del hemisferio norte, según el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas, la entidad científica líder en la evaluación del cambio climático. 

De hecho, los científicos han detectado que están creciendo más en frecuencia e intensidad en comparación a los días tórridos en la región mediterránea, es decir, que las grandes protagonistas de esta historia que se llama calentamiento global en algunos puntos de España no son las olas de calor, que también, sino las noches calurosas.

Noches tropicales y costa: mala combinación

En Barcelona, desde la década de los 50, las noches tropicales se adelantan 3,3 días por década, cada 10 años se registran 7,7 más, pero otras ciudades españolas van por el mismo camino. “Las partes más afectadas son las del Mediterráneo, Baleares, en el interior —sobre todo Extremadura y Madrid— y el Valle del Ebro. Y esto se está expandiendo, es decir, se están duplicando y triplicando las noches tropicales en general”, indica a Verificat Dominic Royé, climatólogo e investigador de la Universidad de Santiago de Compostela (Galicia). 

Además, este fenómeno es más frecuente cuanto más cercanos estemos a los centros de las ciudades. Un informe encabezado por Javier Martín-Vide en 2015 sobre el efecto de isla de calor en el área metropolitana de Barcelona concluyó que la temperatura en el centro de la ciudad podía ser hasta siete grados superior durante la noche que en la periferia

Es decir, que las temperaturas registradas en observatorios como el de El Prat dan cuenta de las temperaturas que se registran en esta área de la periferia barcelonesa, pero su localización evitará que se vean influenciadas tanto por este fenómeno en comparación a las que se registran en el interior de la urbe.

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El calor de noche aumenta la mortalidad

El exceso de calor es perjudicial para las personas, independientemente del momento del día en el que nos encontremos. Es algo que da lugar a lo que técnicamente se conoce como estrés térmico —incapacidad del cuerpo humano para gestionar el calor— y aparece con más frecuencia en entornos cercanos a la costa, en los que apenas corre el aire, y hay una elevada humedad. Es decir, cualquier noche de verano en Barcelona. 

El estrés térmico supone “un grave problema de salud con implicaciones que van más allá de los golpes de calor, ya que se asocian además con una sobremortalidad vinculada a enfermedades previas, generalmente de carácter respiratorio y cardiovascular”, según este artículo de la Aemet. 

Este es precisamente uno de los mensajes en los que insiste Julio Díaz, investigador del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) de Madrid, que analiza los efectos del cambio climático en la salud de las personas: “El calor no mata de forma directa, salvo en muy pocos casos. Por ejemplo, en el año 2003 en los primeros 15 días de agosto murieron 6.600 personas por exceso de calor, de los cuales solo 140 fueron por golpe de calor. ¿Eso qué nos quiere decir? Que el calor lo que hace es agravar una patología respiratoria, cardiovascular, endocrina, neurológica, etc”, señala. En otras palabras, el calor hace más probable que una persona con un problema de base acabe falleciendo. 

Eso ocurre tanto de día como de noche, pero un estudio llevado a cabo en 2018 por Royé encontró que la mortalidad aumentaba específicamente cuando las noches tropicales inundaban Barcelona. Según su análisis, publicado en International Journal of Biometeorology, la mortalidad por causas naturales aumentaba un 1,1% por cada 10% de la noche en la que se superan los 23ºC en la Ciudad Condal, y hasta un 9,2% en las ocasiones en las que no se baja de esa temperatura en toda la noche, que son en cualquier caso excepcionales. Los efectos del calor nocturno sobre la mortalidad por causas cardiovasculares son similares, pero al analizar las muertes por razones respiratorias, son aún más altos.

Casi dos días menos al año sin dormir

Un problema algo menos trágico pero destacable en una sociedad que ya de por sí tiene problemas para conciliar el sueño es el hecho de que el calor lo pondrá aún más difícil para pegar ojo. Según un estudio, dormimos 44 horas menos al año de media por pasar calor de noche, lo que se traduce en 11 noches con menos de siete horas de sueño. Si tenemos en cuenta que las noches tropicales serán más frecuentes por el cambio climático, significa que ese insomnio irá a más. 

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La razón es que, tal y como explicamos en este artículo, a partir de los 25 grados conciliar el sueño es una tarea especialmente complicada ya que, según la Fundación Americana del Sueño, la temperatura ideal gira en torno a los 18 grados. Por eso, intentar dormir cuando tenemos noches tropicales es una tarea compleja, pues hay que recordar que la mínima —los 20ºC o más— no se registra a primera hora de la noche, sino alrededor del amanecer, mucho más tarde de la hora de irnos a dormir. Eso, unido a que durante el verano hay más horas de luz solar, agrava una situación de por sí ya difícil, pues la melatonina, la hormona encargada de provocarnos sueño, solo se segrega cuando existe poca luz.

Y hay que recordar que todos estos eventos —mortalidad, insomnio, estrés térmico— afectan más a aquellas personas o grupos sociales más desfavorecidos, que viven en barrios mal acondicionados para soportar el calor, y que en numerosas ocasiones tampoco disponen de medios, como aires acondicionados, para combatir la crudeza que esconde un término con una sonoridad tan ‘vacacional’ como lo es la noche tropical.