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¿Por qué los catalanes creemos tener una relación especial con Bruce Springsteen?

El autor de ‘Born to run’ nos visitará de nuevo el 28 de abril de 2023 (las entradas se ponen a la venta este miércoles), arranque de gira europea y fecha única en España, alimentando una vez más la percepción de que Barcelona es una plaza singular para él. ¿Es una exageración esa idea? ¿Hay hechos objetivos o razones sentimentales para explicar que ciudadanos cabales sientan disponer de un vínculo particular con una superestrella del rock, y que vivan episodios de nervios y ansiedad ante la posibilidad de quedarse sin entrada?

Concierto de Bruce Springsteen en el Estadi Olímpic de Montjuïc, el 18 de mayo del 2012.

Concierto de Bruce Springsteen en el Estadi Olímpic de Montjuïc, el 18 de mayo del 2012. / RICARD CUGAT

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Jordi Bianciotto
Jordi Bianciotto

Periodista

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En 2023 volverá Bruce Springsteen a Barcelona, ciudad en la que no solo se instalará durante unos días con los suyos, la E Street Band, para ensayar y preparar su gira europea, sino que ofrecerá su única parada en España. Material para alimentar un poco más la tesis del vínculo único del Boss y la capital catalana. ¿Un mito autoinducido? “Más allá de que a nosotros, los fans, nos haga ilusión pensar que esta es una de sus ciudades favoritas, nos lo podemos creer”, sostiene un admirador a la vez apasionado y analítico como es el realizador cinematográfico Manuel Huerga.

Hay argumentos para defender cierta preeminencia de Barcelona en el mundo de Springsteen: esta fue la primera ciudad española en la que actuó (1981) y aquí ha ofrecido 21 conciertos hasta la fecha, casi el doble que la siguiente, Madrid (11). En el Palau Sant Jordi se estrenó el ‘Reunion tour’ mundial de 1999 y se grabó, tres años después, el DVD ‘Live in Barcelona’, y aquí ha habido hasta siete sesiones dobles, así como visitas en itinerarios cortos, como los de 1992 y 2002. Esta ha sido una plaza propicia para los inicios de gira, y para los finales, ayudada por la situación geográfica.

La competencia sueca

Todo ello hace de Barcelona una ciudad “fiable” para la organización del Boss, estima Huerga, que ve “algo real” en ese vínculo tan cacareado, palpable en la entrega que se observa en las gradas. “Pero no es el único lugar del mundo en el que tiene un público apasionado”, apunta Salvador Trepat, responsable de la web Point Blank, dedicada al autor de ‘Born to run’. “Donde más entradas vende, sobre todo teniendo en cuenta la población del país, es en Suecia. En la próxima gira tocará tres noches en un estadio de Gotemburgo”, hace notar. Pero es vidrioso catalogar la conexión del público a partir del modo en que exterioriza sus sentimientos. “En Australia, la gente ni abre la boca. Aplaude al final y ya está. ¿Es un público peor? No, es otra cultura. Que se comporte así no significa que no esté disfrutando”.

Trepat es otro ejemplo de ciudadano afín a la música del Boss que conjuga el seguimiento intenso de sus actividades con la mirada exigente y argumentada. Ha visto actuar a Springsteen un total de 175 veces, en Europa y en Estados Unidos, estudiando repertorios, inflexiones y mil y un matices entre un ‘show’ y otro, y no ve en ello ninguna excentricidad. “Si piensas que desde la primera han pasado 41 años, no es tanto. ¿Cuántas veces ha visto jugar al Barça un socio en todo este tiempo?”, se pregunta. “¿2.000 veces quizá?”.

Circulando contradirección

También Huerga (que ha acudido a los 21 conciertos barceloneses más el de Montpellier en 1985) mantiene encendida la llama porque su música le ha dado “más alegrías que otra cosa” a lo largo de la vida. “Los años te hacen madurar, pero siempre hay un concierto o una foto nueva que descubrir”. El director de ‘Salvador’ se recuerda a sí mismo participando, en 1996, en la gincana urbana para conseguir entradas del concierto del Tívoli, que se vendieron en la extinta tienda Planet Music. “Ahí estuve aplastado contra un cristal que no petó de milagro”, revive. Aquel fue un día de locos, con “motos y coches en contradirección en pleno Eixample, un caos”.

Entretodos

Hablamos de personas cabales que hacen, quizá, cosas extrañas, o inhabituales, cuando se trata de Bruce Springsteen. ¿Fans que acaso reservan para él un remanente de inocencia y de pureza ya apenas presente en otras circunstancias de la vida? Recordemos que el Boss llegó a elogiar, años atrás, la “falta de cinismo” del público catalán en una conversación con el periodista de este diario Rafael Tapounet, un trazo de carácter que conectaría con su naturaleza artística, incapacitada para el nihilismo. Bruce idealista, más ingenuo que resabiado, tal vez a juego con el alma catalana.

El americano bueno

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Springsteen invoca en sus canciones a los valores supremos, a la honestidad y a la esperanza. ‘Be true’ es el título de una de ellas: sé sincero, sé de verdad. “Es difícil que la pasión sea cínica, y él ve que lo de aquí es auténtico, no por hacer el paripé y hacerle la pelota”, apunta Manuel Huerga, que desliza una clave política. “Para nosotros, Springsteen ha sido siempre el americano bueno, como querríamos que fueran todos los estadounidenses. Aunque un poco de sentido crítico con los demócratas sí que le falta”. En la sintonía con el público catalán no hay que olvidar el uso del catalán, en notables parrafadas que escribe con la ayuda de colaboradores de la promotora Doctor Music.

Puede sorprender cómo la visita de un astro del rock moviliza y pone nerviosas a personas adultas, hechas y derechas, y estos días lo vemos, en vísperas del momento más crítico, la venta de localidades. “Las ganas de verlo siguen siendo las mismas, como el primer día”, asegura Huerga. Este miércoles, prueba de nervios. Salvador Trepat ve entre los fans catalanes la ansiedad habitual, y transmite sus consejos. “Primero, abrir cuatro o cinco pantallas en el PC no funciona: abre solo una, y si te dicen que tienes a 7.000 compradores delante, pues te esperas. Calma, Trankimazín y ordenador”.