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El turismo, rumbo a la Semana Santa

Primero, la pandemia y ahora, dos años después y cuando parecía que el sector turístico empezaba a remontar el vuelo, una guerra en Europa. No obstante, el sector turístico encara la Semana Santa, la primera reválida del año, con un moderado optimismo, aunque conscientes de que el conflicto en Ucrania puede tener impacto en las cifras. Òscar Casanovas y Núria Guitart, del CETT-UB, y Marian Muro, directora general de Turisme de Barcelona, hacen sus pronósticos.

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Òscar Casnovas, Núria Guitart y Marian Muro

Tras el parón provocado por la variante ómicron y un primer trimestre del año bastante flojo, el sector esperaba iniciar la reactivación a partir del mes de abril. Sin embargo, la guerra en Ucrania y sus consecuencias, como la elevada inflación o la subida de los precios de los carburantes, vuelven a abrir un panorama de incertidumbre en el sector turístico. Pese a todo, las agencias de viajes mantienen las buenas expectativas y esperan que la Semana Santa sea mejor que la del año pasado, aunque todavía lejos de la de 2019. Barcelona prevé una ocupación hotelera del 70% y confía en alcanzar el 75% de la actividad prepandemia en este 2022.

Ucrania, un impacto inevitable

Òscar Casanovas, director académico del Grado de Turismo del CETT-UB, y Núria Guitart, profesora e investigadora del CETT-UB

Con la Semana Santa acercándose, la recuperación del sector turístico parece estar pendiente del conflicto geopolítico y sus consecuencias económicas, energéticas y comerciales sobre el territorio español. 

Los hechos desencadenados en Ucrania las últimas semanas ponen a prueba, una vez más, la resiliencia del turismo, no porque sea el único conflicto existente, sino porque es el que más puede afectar a las cifras del sector. De hecho, la inestabilidad política ha condicionado en múltiples ocasiones los flujos turísticos, y la seguridad es un factor determinante en la movilidad internacional de las personas. El turismo ruso en España ya se vio afectado en 2014, disminuyendo un 10,3% respecto de 2013 a raíz de la crisis de Crimea, la devaluación del rublo, las tensiones entre Washington y Moscú y las sanciones políticas y comerciales de la UE.

España se encontraba entre los principales destinos del turismo ruso, compitiendo con otros destinos de sol y playa como Turquía, Túnez, Grecia y Egipto, siendo Catalunya, la Comunidad Valenciana, Baleares y Canarias los destinos de preferencia


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El turismo ruso se situaba noveno en el ránking de llegadas y el segundo en gasto en España

Según cifras absolutas de la estadística de movimientos turísticos en frontera (Frontur), del INE, 1,3 millones de rusos visitaron España en 2019 (un 6,9% más que en 2018), con un gasto por persona (1.516 euros) y estancia media (10 días) superior a la media de visitantes extranjeros. De hecho, el turismo ruso se sitúa noveno en el ránking de llegadas y segundo en cuanto a gasto. En el sentido inverso, según el servicio de estadísticas del Estado Federal de la Federación Rusa, Rosstat, 132.000 españoles viajaron a Rusia en 2019. España era el décimo quinto mercado por volumen de visitantes. 

Rusia era el país del G8 donde España era más popular debido a la apreciación de la cultura

Además de la relevancia de las relaciones económicas bilaterales vinculadas al turismo, un estudio del Instituto Elcano (2019) destaca que Rusia era el país del G8 donde España era más popular debido a la apreciación de la cultura, siendo patente el trabajo realizado por la diplomacia en ámbitos como la lengua, la literatura o la investigación en pro de la imagen de destino turístico de calidad. 

Esta sintonía, sin embargo, está adoptando una postura sancionadora, dejando entrever la corriente solidaria desatada entre empresas e instituciones vinculadas a la actividad. Así, Booking, Expedia Group, Airbnb, Amadeus y varios operadores de cruceros han confirmado que dejan de operar con Rusia. Y esto es relevante en tanto que el 9,8% de los visitantes llegan al territorio español a través de plataformas digitales de comercialización.  

Otras reacciones provienen de la Organización Mundial del Turismo (OMT), cuyos fines de promoción y defensa del turismo mundial se ven perjudicados por el conflicto. Esta organización referente valorará si expulsar a Rusia como Estado miembro. De ser así, esta decisión supondría el primer gran veto por parte de una institución perteneciente a la ONU, además de sentar precedente en la politización del sector turístico, poniendo en duda el papel de la actividad como eje de ‘soft diplomacy’ y limitando la toma de decisiones.

Aunque la afectación a corto plazo es muy patente, conviene apreciar cómo pueden afectar las decisiones diplomáticas a largo plazo. La suspensión del diálogo para la liberalización de los visados por parte de los países de la UE, así como la prohibición de proveer servicios turísticos en la región, medidas adoptadas tras la anexión de Crimea, se mantienen vigentes en la actualidad.

La modificación de rutas aéreas y el incremento del precio del combustible están encareciendo los vuelos

Por ello, debemos atender a las consecuencias del bloqueo del espacio aéreo entre la Federación y la UE, que ya está comportando la modificación de rutas áreas. Así, algunos vuelos entre la UE y Asia están sufriendo desvíos de más de mil kilómetros de distancia, complicando la conexión con Japón, Corea o China que, añadido al incremento de precio del combustible, supone el encarecimiento de los vuelos.  

La lejanía geográfica puede favorecer a España como destino refugio

A pesar de la preocupación existente, por ejemplo, en la Costa Daurada, se percibe una cierta tranquilidad hacia el volumen de visitantes que se reciban en Semana Santa y verano, considerando que la lejanía geográfica puede favorecer a España como destino refugio para mercados de larga distancia frente a competidores como Turquía o Croacia. 

Aun así, frente a estas contingencias, ya se han iniciado campañas desde Turespaña y la Agència Catalana de Turisme, para atraer turistas estadounidenses y europeos de alto poder adquisitivo, conscientes de que las tensiones geopolíticas que van a afectar al turismo emisor ruso parecen lejos de haber terminado. No es la primera vez ni seguramente la última en que se debe recurrir a la promoción como auténtico salvavidas del turismo en tiempos difíciles. 

Preparados para recibir a los turistas

Marian Muro, directora general de Turisme de Barcelona

Cuando pensábamos que el turismo iniciaba su recuperación tras más de dos años de duras restricciones debido a la pandemia, una guerra en Europa que nadie presagiaba, excepto EEUU, vuelve a colocar al sector turístico en la diana de la incertidumbre, el temor y la preocupación por la amenaza de un nuevo estancamiento de la demanda.  

Pero, si bien la afectación de la pandemia en el sector viajes fue absoluta, no tengo la sensación, a día de hoy, de que esta guerra tenga las mismas repercusiones. Es cierto que nos veremos afectados por una pérdida de visitantes rusos a corto y medio plazo, a consecuencia de las sanciones impuestas a Rusia. Un visitante, por cierto, muy interesante que deja dinero en el destino, pues es un gran consumidor de cultura, gastronomía y 'shopping'

A diferencia de la Costa Daurada o puntos de la Costa Brava, el impacto para Barcelona de la pérdida del turismo ruso será mínimo

Sin embargo, el impacto para Barcelona no será extremadamente gravoso puesto que el turismo ruso que en 2019 visitó la ciudad representaba tan solo un 2,1% del total de los visitantes internacionales y que las previsiones para 2022, antes de la guerra, eran muy inferiores a las de 2019, debido a las distintas restricciones en movilidad. Por consiguiente, la afectación del descenso de la demanda de turismo ruso a Barcelona será mínima a diferencia de otras localizaciones de Catalunya que sí se verán más afectadas, como la Costa Daurada o determinados puntos de la Costa Brava. 

Otros aspectos a considerar en el flujo de visitantes son la guerra y sus efectos sociales y económicos, en la medida que dichas circunstancias tienen un impacto sobre la confianza del consumidor y afectan también al consumo de viajes. Es evidente, y ya lo estamos percibiendo, el incremento del precio del transporte debido a la subida del precio del petróleo. Pero no solo será más caro volar y viajar en coche, en barco, etcétera, sino que, en general, los precios se incrementaran en toda la cadena de valor. Una situación que, junto a la revisión al alza de las previsiones de la inflación en nuestros principales mercados emisores, supondrá en general una disminución de la capacidad de gasto de los consumidores. No obstante, creo que si la situación no empeora, el turismo se verá mucho menos afectado de lo que se cree. 


/ JORDI COTRINA

La demanda ha hecho acopio de ahorro y siente unas ganas enormes de viajar

Estamos ante una demanda que ha hecho acopio de ahorro, que lleva dos años encerrada con restricciones a la movilidad y que necesita imperiosamente sentir cierta normalidad en su vida. Hace dos semanas, en un viaje de promoción a la Costa Oeste de EEUU, hablando con empresas, trabajadores, estudiantes de universidades, percibimos enormes ganas de viajar, quizás un tanto exageradas, considerando el viajar como sinónimo de libertad y de confirmación del fin de una pandemia que ha sacudido a todo el mundo. Esas ganas de viajar se observan también en Europa. Según los últimos datos, tres de cada cinco europeos tienen la intención de viajar el primer semestre de este año 2022. Entre las principales razones para viajar destacan hacer una escapada urbana (15%), disfrutar del buen tiempo, del sol y playa (15%) y la cultura y patrimonio (13%).

Creo que determinados mercados de larga distancia, como el americano, en función del 'target' de cliente, no variarán sus planes de viajar. Me refiero a aquellos consumidores ‘premium’ que conocen el mundo, y saben que España está situada en el extremo suroccidental del continente, alejada de la zona bélica

El 84% del turismo que recibe Barcelona es internacional y del total del turismo que recibe, Europa supone un 65%

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Respecto a la demanda europea, es difícil de predecir y depende de la proximidad de estos mercados a la zona de conflicto. Sin embargo, considero que como ya ha sucedido en otras ocasiones, España puede ser percibida como un destino refugio al que optarán muchos viajeros europeos que quieran alejarse del conflicto, en busca de atributos como el clima, cultura, gastronomía, playas… Para afianzar la confianza del mercado europeo, el primer mercado emisor de la ciudad y uno de los mercados maduros más consolidados de la capital catalana, Turisme de Barcelona emprende esta semana una gira por seis países y 10 ciudades para presentar las principales novedades del destino y reconectar con los agentes y prescriptores más relevantes de la industria del sector turístico. El 84% del turismo que recibe Barcelona es internacional y del total del turismo que recibe, Europa (UE y el resto de países) supone alrededor del 65%.

En definitiva, hemos de estar atentos al incremento de los precios y a su repercusión en los costes de toda la cadena de valor del turismo e implementar medidas para no situarnos en una situación de desventaja competitiva frente a otros mercados, y pensar en que, una vez más, España puede ser un destino refugio considerando el estado anímico de unos consumidores ávidos por hacer aquello que se les impidió durante dos años; viajar y conocer otros destinos.  

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