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Ángela Bernardo: "Es difícil denunciar el acoso en la ciencia: te juegas tu plaza"
Hasta ahora, no ha habido un #MeToo en la ciencia española - una denuncia masiva de casos de acoso sexual. Pero hay datos que sugieren que existe un gran iceberg debajo de la punta de episodios que salen a la luz. Un libro investiga el fenómeno, apunta a las herramientas disponibles para las víctimias y sugiere medidas para apoyarlas y para proteger la ciencia de una grave pérdida de talento.
Angela Bernardo /
A Julia un profesor le amargó el doctorado a base de correos electrónicos de contenido sexual. Beatriz abandonó su carrera en el CSIC después de que su jefe la arrinconara y la tocara en el laboratorio. A Alba un catedrático de la Universidad de Sevilla le amenazó con perder su plaza si no accedían a sus proposiciones sexuales. Estas son algunas de las historias de acoso sexual en la ciencia española que, bajo nombres ficticios, están relatadas en Acoso (NextDoor, 2021), un libro de la periodista Ángela Bernardo, que pone luz en un fenómeno silenciado.
¿Por qué el acoso en la ciencia está oculto?
Cuando la editorial me encargó el libro, encontré estudios de Estados Unidos. ¿Por qué habían salido tan pocos casos en España? Pedí datos a organismos públicos de investigación y universidades y no todo el mundo me contestó. Algunos me pusieron trabas. Es chocante que el mayor organismo de investigación en España, el CSIC, no comunique esos datos. A las víctimas les cuesta hablar incluso 10 años después de los hechos, como le ocurre a Julia.
"El chocante que el mayor organismo de investigación, el CSIC, no de datos sobre acoso"
Angela Bernardo, autora de "Acoso" (NextDoor, 2021)
¿Por qué no ha habido un #metoo en la ciencia española?
Van goteando casos, pero no hay una reacción global como en Estados Unidos. Al ser la ciencia un sistema tan vertical, jerarquizado y precario, se hace difícil dar el paso de denunciar, tanto si has sufrido acoso, como si eres conocedor de casos: de ello puede ir que tengas o no una plaza en un futuro.
¿Qué ocurre, más allá de episodios puntuales?
Esto no es un problema de un profesor individual o de un departamento específico. Si se pregunta ¿has sufrido acoso?, un 1,9% de los encuestados dicen que sí [según un informe del CSIC]. Pero si preguntas por conductas específicas, el porcentaje sale al 10%. En estudios de otros países los porcentajes alcanzan el 30% o 50%.
"Estos no son problemas puntuales. Un 10% declara haber sufrido acoso"
Angela Bernardo, autora de "Acoso" (NextDoor, 2021)
¿Por qué tantos casos no salen a la luz?
Falta concienciación. Hay situaciones que la gente identifica como incómodas pero no como acoso. A las víctimas con las que he podido hablar les costó identificar el acoso hasta que fue muy grave y entonces sintieron vergüenza y culpabilidad. Además, son situaciones difíciles de demostrar. También influye el miedo a las represalias. Es bastante habitual que el peso recaiga sobre la víctima. Julia no denunció porque no quiso convertirse en el chismorreo de la facultad.
¿Qué le pasa a las científicas que denuncian?
Beatriz encontró el apoyo de la persona que dirigía su centro. Pero cuando la denuncia llegó al CSIC, vio trabas. No obstante, si hay indicios de que ha ocurrido algo, es obligatorio investigar. Sólo se puede dejar de hacerlo en los casos en los que se ve muy claro de que no hay nada por investigar.
¿Quién suele ser el acosador?
Hay pocos estudios sobre eso. Según los datos de condenados del INE, lo habitual es que sean hombres. Es frecuente que haya acoso de tipo vertical. O sea, que el acosador ostente posiciones de poder. Pero también se da el horizontal, entre compañeros del mismo nivel. Los casos que suelen llegar a la prensa son de gente reputada, pero en las universidades se ven casos de todo tipo de perfiles.
Cuando se denunciaron comportamientos inapropiados del científico Francisco José Ayala, algunos investigadores españoles firmaron una carta en su defensa. ¿Qué revela ese episodio?Science publicó esa carta y luego tuvo que disculparse, diciendo que si una persona no ha acosado a determinadas personas [el argumento de los autores de la carta es que conocían a Ayala y no les constaba ningún comportamiento inapropiado], no quiere decir que no pueda haberlo hecho con otras. Ese episodio demuestra que parte de la ciencia española aún infravalora estos casos. No se cree a quien denuncia. Se les tilda de exageradas. Eso puede explicar en parte por qué es tan difícil denunciar.
"Protocolos, unidades de igualdad y sindicatos apoyan a las víctimas"
Angela Bernardo, autora de "Acoso" (NextDoor, 2021)
¿Qué impacto tiene el acoso en la ciencia?
Hay víctimas que acaban saliendo de la ciencia. Otras sufren mermas en su productividad científica, por ejemplo porque sufren bajas por depresión. En Estados Unidos, hay la idea de que el acoso es una infracción de la integridad científica. Aquí seguimos con el mantra que lo que afecta a la integridad científica solo es un plagio o un fraude. Pero la mentalidad está cambiando. En el caso de Ayala hubo científicos que rechazaron lo que había ocurrido.
¿Qué herramientas hay para defenderse del acoso?
La Ley de igualdad de 2017 exige que haya protocolos y más del 90% de los centros los tienen. Sin embargo, hay organismos como el Instituto Carlos III y el Instituto de Astrofísica de Canarias que no los tienen. Por otra parte, a veces estos protocolos no son efectivos y no garantizan la confidencialidad. O no cubren a los estudiantes. Sindicatos y unidades de igualdad pueden proporcionar un espacio seguro y facilidades. Sin embargo, las unidades de igualdad necesitan más recursos. Las instituciones tienen la obligación de no mirar a otro lado. Si el caso no es tan grave como para sancionarlo por lo penal, se puede sancionar en el ámbito administrativo. Por supuesto, siempre hay que respetar la presunción de inocencia.
¿Qué más serviría?
Una línea interesante son las intervenciones sobre los potenciales testigos, tanto aquellos que dicen que les da igual, como los que sienten que no pueden hacer nada porque se enfrentarían a represalias. También los testigos tienen la obligación de no mirar a otro lado. También se podría activar un teléfono de atención en el ministerio de ciencia, además del buzón anónimo que ya existe para las comunicaciones escritas. Además de eso: protocolos y más recursos.
Noticias relacionadas¿Sería útil endurecer los castigos?
Los casos más graves, donde haya pruebas, ya van por la vía penal y tienen castigos amplios. Los que se consideran fracciones administrativas implican suspensiones de empleo y sueldo. El acoso es causa de despido justificado para una persona contratada. Siempre se habla de endurecer las penas, pero eso no está correlacionado con que se cometa menos acoso. Si aumentas una sanción ¿vas a hacer que una persona que quiera acosar quieras renunciar a ello? La solución es algo más sistémico.
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