Nuri Rodríguez: «Digo a mis alumnos: a los problemas, soluciones»

Maestra de Inglés y Primaria en Celrà. Su jornada laboral ahora se reduce a un día por semana para poder cuidar el resto del tiempo a su hija, que nació con una afección rara.

Nuri Rodríguez, en el puente románico de Besalú.

Nuri Rodríguez, en el puente románico de Besalú. / JORDI RIBOT / ICONNA

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Carme Escales

Crecer entre bosques y prados, jugando con la tierra y el agua, tal vez tenga que ver con la fortaleza de esta mujer resolutiva, optimista. Defendió su diferencia al enamorarse de una mujer tras su noviazgo con un chico. Superó un raro cáncer de pulmón. Solo se conocía un caso vencido, en EEUU. Con un solo pulmón, Nuri Rodríguez (Banyoles, 1988) tuvo una niña. Hoy sortea las desafíos que impone la artogriposis, la enfermedad rara que también llegó con su pequeña Lara.

Viajemos a su infancia.

Mis padres dejaron Terrassa para vivir en la naturaleza. Mi padre con ovejas y mi madre nos crió y trabajó. Yo jugaba a cocinar hierbas, sal, agua y tierra, o a montar un ayuntamiento donde mandaba.

¿La marcó la vida rural?

En lo bueno y en lo malo. Para mi hija deseo lo mismo en Sant Ferriol (Garrotxa), crecer en contacto con la tierra y el aire puro, pero llega un punto que hay que abrirse al mundo. Yo fui a la escuela rural de Esponellà, antes del instituto en Banyoles, allí ya no me entendía con la gente, tenías que ser como todos. Mis padres vivían en un pueblo pero habían visto mundo. 

¿Cómo llegó su cáncer?

Habíamos ido de excursión y a nadar en Port de la Selva y de noche tosí sangre. Me llevaron al hospital de Figueres y de allí al Josep Trueta de Girona. Cuando ves a los médicos correr… Tenía 24 años y un blastoma pulmonar bifásico, un cáncer atípico. Me daban dos meses de vida, pero investigaron y con quimio paliativa redujeron el tumor, y lo extrajeron. Cuando desperté pensé cómo iba a ser vivir con cáncer, pero nunca encendí el ordenador para buscar información. Viví muy tranquila pensando que casi todo el mundo con este cáncer se salvaba.

¿Qué más le ayudó?

Además del acierto médico, las enfermeras y auxiliares del Trueta fueron espectaculares, con un trato humano de 3.000 sobre 100. Y me fijé una ilusión: Quería casarme con mi novia Lídia. Rosa, una amiga, me contó que a su padre le dieron pocos meses de vida y la ilusión de reconstruir su casa, Mas Terrats, en Pontós, donde hoy celebran bodas, lo hizo vivir 10 años más. Ella me dijo: busca un objetivo. Y el 3 de agosto del 2015 celebré mi boda en Mas Terrats. Fue una fiesta de la vida.

¿Temió morir?

No, morir no duele. Sentía miedo a no poder vivir, casarme, volver a dar clase, y ser madre. Pasé cuatro meses en silla de ruedas, y aprendí a respirar con un solo pulmón, sola, del 'poscáncer' no se ocupa ni dios. Después creí que ya no me podía pasar nada, pero nació Lara y estuvo nueve días en la UCI. El día antes de salir, su mirada fue como si me dijese: adelante, vamos. Y cada día, la fuerza me llega de ella.

Más la que ya tenía.

Siempre digo a mis alumnos: a los problemas, soluciones. Si fuera por la gente, yo estaría muerta, no sería madre y no tendría la casa que tengo. No es un tópico que el cáncer te enseña a vivir mejor. Yo fui feliz durante el proceso porque no me costaba nada pensar solo en lo que de verdad importa. 

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Qué gran alivio.

Ahora sé desprenderme de lo que no me hace feliz. Y en esta sociedad que nos impone ser perfectos he aprendido a convivir con capacidades diversas. Sobre ello hace un trabajo espectacular la asociación Multicapacitats de Girona, concentrados en las capacidades y no en las carencias. Yo tengo un pulmón, y mi hija avanza, a otro ritmo, pero día a día.