MANICURA ARTÍSTICA

Maritza Paz: "6 horas tardé en hacer las uñas de Rosalía para los Grammy"

Nathy Peluso y Antonella Messi también han puesto sus manos en las de esta 'nail artist' peruana

Maritza Paz, manicura que le hace las uñas a Rosalía. / EL PERIODICO

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Núria Navarro
Núria Navarro

Periodista

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Las delirantes uñas que Rosalía aleteó en los Grammy eran obra de Maritza Paz (Chiclayo, Perú, 1993). La suya es la historia de una obsesión infantil que cristalizó hace ocho años (tiene salones Dvine Nails en Cerdanyola y Barcelona). Después de más de 5.000 pares de manos, se ha convertido en la 'nail artist' codiciada por la tribu de las influyentes.

–Tuneo serio el de las uñas de Rosalía, ¿eh?

–Trabajé seis horas en las que llevó a los Grammy.

–¿Una fortuna?

–Unos 150 euros.

–¿Cómo llegó ella a poner sus manos en las suyas?

–Al año de abrir el local de Cerdanyola, me contactó ella. "Estoy empezando como cantante, ¿te interesa que hagamos una colaboración? –me dijo–. Me haces las uñas y yo las saco en Instagram". Vi que tenía 19.000 seguidores [hoy tiene más de tres millones], me parecieron muchos y acepté. A las primeras que le hice les puse purpurinita difuminada en la punta.

–Discretas.

–A ella le gustaban muy 'nude', pero se fue atreviendo. 

–¿Muchas confidencias?

–Nos reímos mucho. Me cuenta cosas de su vida y me pregunta sobre la mía, porque se acuerda mucho de las cosas. Me hizo escuchar 'Malamente' a través del 'bluetooth' del local antes de que saliera. Vi el vídeo de 'Con Altura'. Siempre le dije que iba a llegar muy lejos. La colaboración siguió. Le hice las rojas con una Cleopatra dentro, y las últimas fueron para este Primavera Sound.

Maritza Paz, en Dvine Nails de la calle de Vallhonrat, en Barcelona. / danny caminal

–¿Cómo se llega a ser una artista de referencia?

–De pequeña ya me volvían loca las uñas. En la boda de una tía, en Perú, se las pinté a todas las invitadas. Vine con mis padres y hermano a Barcelona cuando no había cumplido los 15 y dejé la ESO en tercero por hacer uñas.

–¿Qué pasó?

–Un día fui a un sitio de Cerdanyola a que me hicieran unas acrílicas que me costaron 50 euros. A las 24 horas se me cayeron todas las de la mano derecha y me dije: "Tengo que conseguir que no se caigan". Hice un curso de acrílico, aunque fui experimentando sola. Me compré un maleta y trabajé en casi todos los centros de estética de Cerdanyola. Y mientras mi novio se quedaba jugando a la 'play' hasta las 4 de la madrugada, yo no paraba de ver vídeos en YouTube. Devoré todos los de la mexicana Laura Vargas, de Organic, de la que aprendí absolutamente todo.

–Eso se llama pasión.

–Empecé a hacer domicilios, a razón de cinco clientas al día, a dos horas por cada una. Funcionó el boca-oreja de clientas que las mostraban en el mercado de Cerdanyola. Con los ahorros, y 500 euros que me prestó el primo de mi novio, monté hace cuatro años el primer salón Dvine Nails.

–¿Rosalía fue la primera clienta famosa?

–La primera fue Paula González, la ganadora de 'Gran Hermano 15'. Hace cuatro años yo también vendía ropa. Un día le dije a una fotógrafa que le cedía ropa para una sesión a cambio de publicarla en Instagram. Ella tenía una con Paula y me ofrecí a maquillarla. Fui a una casa superchula y, al acabar, la fotógrafa me dijo si podía llevar a Paula a casa. "Esta es la mía", pensé. En el coche, le enseñé fotos de lo que hacía y le dije que hacía domicilios. A los dos días me llamó. Desde entonces, no he parado.

Uñas con sentido religioso. / dvine nails

–¿Así de fácil?

–Instagram abre ventanas de oportunidad. Paula publicó mi página y llegaron peticiones de otras concursantes de 'Gran Hermano', luego Karol G Nathy Peluso, que también nos contactó a través del 'insta' y nos pidió colaboración. He hecho a muchas bailarinas y esposas de jugadores del Barça.

–¡Cómo! ¿A la señora Messi también?

–En su casa, en Castelldefels. Empecé con Raquel [Mauri], la mujer de Rakitic a través de Instagram, y seguí con Aine [de Sousa], la de Coutinho; Romarey [Ventura], la de Jordi Alba; a Sofía [Balbi], la de Suárez, y al final Antonella. He dejado de ir porque ellas solo pueden entre semana y yo, los fines de semana.

–¿Y Shakira?

–[ríe] Todavía no.

–¿Qué es lo más heavy que le han pedido nunca?

–Incrustar hojas de marihuana de verdad. Me encanta suspender cosas en el acrílico. Siempre investigo qué meter. El otro día troceé un traje sexi que no me cabía y metí el bordado.

–Oiga, ¿cómo se hace para ir al lavabo?

–¡Se puede hacer de todo! Es cuestión de acostumbrarse.

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–Usted, amiga, las lleva cortas.

–Ay, yo me las muerdo. Y como llevo 'braquets', me las estropeo aún más.