Primera fase superada

El Mercat de la Sagrada Família reabre tras una contrarreloj de obras cruciales

Carles Cols

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Sin retrasos sobre el calendario de obras previsto, lo cual ya es toda una noticia, ha podido reabrir la treintena de paradas del Mercat de la Sagrada Família, un centro comercial de producto fresco que paga aún los platos rotos de ser el primero de la ciudad que se modernizó, en su caso coincidiendo con los Juegos Olímpicos. Lleva 30 años pagando aquella novatada, pero., al menos, en esta ocasión, las tres semanas que se anunció que iba a estar cerrado para ejecutar la parte más compleja de los trabajos, han sido incluso algo menos del tiempo previsto. Los paradistas, que juntos ofertan una variedad de productos mucho más que completa (hasta hay una tienda de despojos, algo que no siempre tienen a mano los aficionados a cocinar callos), han reabierto bajo un nuevo techo, provisional, pero que permitirá que el resto de las obras prosigan sin que los establecimientos tengan que dejar de atender a los clientes.

Juli Lucas es el actual representante de los comerciantes del mercado y, aunque satisfecho por poder reabrir, recuerda no solo queda más de un año de obras por delante en el entorno (el antiguo acceso por la calle de Mallorca está cerrado porque ahí se ha va a ampliar el centro cívico del barrio), sino que además hay incomprensibles hándicaps por resolver. “Hay meses en que algunas paradas pagamos más de 1.000 euros de factura de luz”, explica. Eso es incluso una cifra superior a la cuota mensual que se paga por negocio al ayuntamiento por la concesión. Es un caso inaudito dentro de la red de mercados de la ciudad. Las obras deberían poner fin también a esa anomalía.

Próximas fases

Así lo promete Pere Sirvent, director de los mercados municipales. Cuando en 1993 se inauguró la gran reforma acometida entonces, el recinto se abrió al público con cuatro escaleras mecánicas, varios ascensores y un sistema de climatización que no reparaba en gastos. El proyecto ahora en ejecución agrupa a todos los paradistas en un mismo nivel (fuera escaleras mecánicas, pues) y, sobre todo, prevé coronar la obra con una cubierta de placas fotovoltáicas que, además de aislar térmicamente mejor el interior, producirá alrededor de un 25% de la energía que actualmente se consume. El único pero que se le puede poner a estos optimistas pronósticos, admite Sirvent, es que la nueva meteorología no ayuda. A partir de mayo puede que haya que climatizar a máxima potencia el recinto y, además, afrontar episódicas olas de calor.

La cuestión es que el mercado ha reabierto sin retrasos sobre el calendario previsto y que todo lo que está por venir se da por hecho que son mejoras, pero ni siquiera así los comerciantes están del todo satisfechos, explica Lucas. A solo dos calles del monumento más visitado de la ciudad, la Sagrada Família, raro es que entre la clientela habitual hay algún turista, ni que sea para comprar fruta fresca. El único impacto de esa cercanía es que el aparcamiento del mercado lo usan quienes van en coche para visitar el templo.

Otra queja, añade Lucas, es que la herencia arquitectónica de la reforma de 1993 aún penaliza. Este no es un mercado que desde la calle llame la atención. Encajado entre la biblioteca municipal y el centro cívico, es casi invisible en un entorno en el que, como recuerda el presidente de los paradistas, hay hasta 25 supermercados muy cerca, a distancia de carrito de la compra. Con todo, su oferta merece mucho la pena. Lo dice él, también Sirvent y es algo que salta a la vista. A su favor tiene que está en un barrio, salvo por el agujero negro del templo de Gaudó, densamente poblado.

La fábrica de General Motors que en los años 30 ocupaba el actual solar del mercado.

La fábrica de General Motors que en los años 30 ocupaba el actual solar del mercado. /

El Mercat de la Sagrada Família se alza en lo que durante siete años fue la fábrica de General Motors en Barcelona. Entre 1932 y 1939 se fabricaron ahí mítico vehículo, como el Chevrolet 3,4, que, llegada la Guerra Civil, fue el medio de transporte preferente para llegar hasta el frente de Aragón. Terminada la contienda, a las nuevas autoridades les pareció inadecuado que una firma estadounidense, o sea, el enemigo, tuviera un pie en la ciudad. Cerró la fábrica y fue en ese momento en el que, primero de forma improvisada y sin orden, aquel solar fue empleado como mercado de producto fresco. Fue acondicionado realmente como tal en 1973 y reformado con gran ambición y nulo sentido común en 1993.